El maníaco.

En griego, manía significa furor, sinónimos de furor son: vehemencia, arrebato, delirio. Maña en español es destreza, arte, maestría, pericia o habilidad. Mañoso es el que ejerce la manía. Puede ser un enfermo o un médico con maña o manía… para lucrar con los maníacos.

Con cierta frecuencia se presentan a consulta, pacientes cuya primera impresión que causan durante la entrevista clínica, es la de sujetos engreídos y presuntuosos, lindando en el “yoismo”, ya que manifiestan ideas de grandeza exaltando sus logros económicos, profesionales, políticos y hasta sexuales, vanagloriándose de sus viajes, de sus coches, de sus conquistas sexuales con el sexo opuesto, incluso algunos refieren sus intimidades y preferencias sexuales de una forma que raya en lo morboso y falta de respeto hacia su pareja sexual permanente o pasajera, esto refleja un aumento del deseo sexual que puede ser real o fantasioso. Otros magnifican públicamente sus logros profesionales o económicos, sintiéndose lo máximo sin que haya nadie que les enseñe nada pues presumen de “sabérselas de todas, todas”.

Algunos enfermos manifiestan euforia notable al hablar, lo cual hacen en forma continua e incontrolable, mencionando diversos matices de sus molestias detalladamente, con parodias, con gestos; o muestran gran extroversión social tratando de participar en todos los eventos sociales, reuniones familiares o de amigos en los cuales se convierten en “el alma de la fiesta” con sus cuentos, narraciones floridas en cuanto a lenguaje verbal y corporal. En ocasiones, el estado de ánimo expansivo es tan grandioso que las ideas que exponen pueden ser confusas, atropelladas, algunas increíbles, sin secuencia lógica, pues hablan de un tema y de otro sin terminar el anterior y pueden evolucionar hacia un estado verdaderamente alucinante con un comportamiento social inadecuado

Las características descritas en párrafos previos, corresponden a los enfermos catalogados como maníacos. La expresividad, euforia y “alegría” que irradian estos sujetos, la mayoría de las veces es una mascarada a un estado depresivo ya que estos mismos pacientes expansivos, pueden evolucionar con períodos de tristeza, llanto fácil, desesperanza y hasta intentos de suicidio, lo que parece paradójico e incomprensible. Así se conforma la ENFERMEDAD MANIACO DEPRESIVA o bipolar ya que en el mismo enfermo, se pueden observar síntomas de ambos extremos en diversas épocas, durante los cuales puede predominar uno de los dos, el maníaco o el depresivo. La enfermedad maníaca se asocia con la depresión, como si por momentos el cerebro descargara su energía con la euforia que caracteriza a la etapa de manía y posteriormente agotado, sin energía cae en la depresión.

Ninguna enfermedad y mucho menos las mentales tienen síntomas y signos puros y únicos que las caractericen, siempre se encontraran datos clínicos mezclados en el mismo enfermo que describen a varias de las enfermedades catalogadas como mentales o nerviosas: neurosis, psicosis u obsesión e incluso padecimientos físicos de origen mental o psicosomático.

Estos casos son muy frecuentes, es relativamente fácil diagnosticarlos durante la consulta, sujetos alegres y dicharacheros que en el fondo de sus mentes encierran una gran depresión tanto por su personalidad como por los problemas familiares, laborales o personales que en el fondo de su cerebro pueden acompañar a este tipo de pacientes.

Siempre es conveniente investigar si estos divertidos y alborozados sujetos que acuden a consulta padecen alguna enfermedad física como el hipertiroidismo, en el que la tiroides aumenta la formación de tiroxina que estimula el sistema nervioso provocando “nerviosismos” y excitabilidad exageradas, o si ingieren medicamentos estimulantes cerebrales cuyos efectos pueden confundirse con la manía. Los refrescos de cola y el café son ejemplos de estas sustancias estimulantes así como las anfetaminas que se utilizan para la obesidad.

El tratamiento básico es educacional, de orientación médica explicando porqué el cerebro funciona en esa forma y así tratar de modificar la conducta. En ocasiones algunos medicamentos ayudan a estabilizar el sistema nervioso, pero debe preferirse el apoyo de un buen psicólogo, psiquiatra con experiencia en terapia familiar o de preferencia, un buen terapeuta familiar, especialidad poco conocida por médicos y profanos.

Puesto que algunos de estos pacientes se acompañan de sufrimiento físico que simula enfermedades orgánicas, la función del médico general o internista es, diagnosticar correctamente el mal, atacar directamente la causa, de ser posible o calmar sus molestias con medicamentos, con educación médica continua, lo cual no siempre es fácil ya que en ocasiones el paciente no acepta que sus molestias corporales sean de origen mental y hay que recurrir a estudios sofisticados como la tomografía computarizada para descartar patología estructural cerebral o de otros órganos.

En los hospitales públicos, este tipo de enfermos mentales son una carga pesada, tienen una tendencia a curar solo las enfermedades biológicas o anatómicas, con escasa atención hacia las enfermedades de índole socio médico que son las más frecuentes que se presentan y a las que menos atención se les da. Es fácil proporcionar consultas médicas, pero calidad en la atención médica es muy peliagudo. Pueden construir muchos hospitales, lo que los políticos llaman cobertura de salud, invertir en alta tecnología como las computadoras y tomógrafos, pero esto, en poco beneficia a este tipo de enfermos emocionales que hormiguean en los sanatorios públicos y privados.

Los enfermos mentales más frecuentes, los neuróticos, deambulan en todos los hospitales y consultorios ya que al no haber una cultura médica apropiada para su resolución, sus males se arraigan en el cerebro dificultando su erradicación.

También son victimas frecuentes de médicos maníacos, que los hay, para hacer dinero con este tipo de problemas. Los pacientes y sus acompañantes deben estar alertas para detectar a médicos maníacos, de lo contrario, su enfermedad empeorará.

No es extraordinario ni casual que satíricamente se defina a los enfermos neuróticos como los que “construyen castillos en el aire”. Los sicóticos son los que “viven en los castillos que construyen los neuróticos” y los psiquiatras y psicólogos son los que cobran impuestos y la renta a ambos pacientes.