Preeclampsia-eclampsia y embarazo.

Desde hace más de 45 lunas, en la escuela de medicina nos enseñaron que si a una embarazada le subía la presión arterial por encima de 160/110, se hinchaba y aparecía albúmina en orina, se trataba de una preclampsia del embarazo y si aunado a lo anterior aparecían convulsiones, se trataba de una eclampsia y había que interrumpir el embarazo.

En el momento actual, 45 años después, la esencia de la definición de preclampsia y eclampsia es la misma, con variantes mínimas pero dramáticas para la calidad de vida emocional de las embarazadas.

Veamos el porqué de la afirmación anterior.

Hoy se define la preclampsia con presión arterial por encima de 140/90 y albúmina por encima de 300 miligramos en 24 horas a partir del cuarto mes del embrazo. Ya no se toma en cuenta la hinchazón. Si a lo anterior aparecen convulsiones, se trata de una eclampsia.

Se dice que la preclampsia es leve si la presión arterial oscila de 140/90 a 160/110 y la albúmina es de 300 miligramos a 2 gramos en 24 horas. Solo se recomendaba una vigilancia más estrecha. Por encima de estos criterios se habla de preclampsia severa. Todavía sin convulsiones.

¿Cuál es el resultado de estos pequeños cambios?

Gran alarma, rayando en el terrorismo médico. Si a una mujer embarazada le miden la presión arterial y le encuentran 130/85 ya la etiquetan como preeclámptica y se le encuentran 140/90, casi le aplican la guillotina: reposo, no coma sal, no esto no lo otro, tome medicamentos para la presión alta, calcio y aspirina para prevenir la eclampsia y un montón de etcéteras que convierten lo natural y normal del embarazo, en algo peor que la famosa crucifixión de hace 2014 años.

Lo escribo porque lo veo. Y no coincido con esta moderna actitud.

Está bien claro que al bajar el criterio de 160/110 a 140/90 en relación a la presión arterial, ahora, más mujeres embarazadas se encuentran “enfermas” de pre-eclampsia. Es decir: el negocio del sufrimiento humano ha mejorado, tal como es vigente el negocio del mito de la crucifixión y resurrección, 2014 años después.

Pre, es un prefijo latino que significa antes de y eclampsis, en latín significa relámpago. Preeclampsia significa: previo o antes del relámpago, refiriéndose a las convulsiones que aparecen como relámpago, bruscamente. Preclampsia es como eso de pre-diabético, si todavía no se padece de diabetes o estar pre enfermo si estamos sanos, o pre-muerto si estamos vivos. Así nos enseña el filósofo de Güemez.

Ya tenemos el fondo de la cuestión: el verdadero problema son las convulsiones, es decir, la eclampsia, no la presión arterial elevada, la albúmina en la orina ni la hinchazón que no causan ninguna molestia. Estos datos avisan del riesgo de la eclampsia y en realidad se utilizan como alarmas y una sociedad alarmada es fácil presa para la manipulación y el chantaje y el comercio.

Yo no recuerdo casos clínicos de convulsiones y cesáreas para interrumpir el embarazo por eclampsia, en mis ya lejanos años mozos de médico general como interno en 1969 aquí En Poza Rica o pasante de medicina en Castillo de Teayo en 1970. Mucho menos, privar a las embarazadas de disfrutar su embarazo si la presión arterial se encontraba en 150/100 por ejemplo. Repito, hoy a las embarazadas sin ninguna molestia pero con una cifra de presión arterial 140/90 les va peor que Jesús el Cristo y su bronca con Poncio Pilato.

Un 3% de las embarazadas evoluciona con preclampsia, pero no incluye la eclampsia. Esta es menos frecuente. El riesgo de preclampsia aumenta en hijas de madres con preclampsia, en diabéticas o con antecedentes de hipertensión arterial, mujeres obesas, enfermas renales y durante el primer embarazo.

La eclampsia pone en riesgo la vida de la madre y su producto. Por lo anterior es trascendente la toma de decisión para interrumpir el embarazo, única curación definitiva.

En general, no deja secuelas en la madre, aunque las mujeres que han padecido de eclampsia tienen más riesgo de padecer de hipertensión arterial o enfermedades cardiovasculares, riesgo que no debe quitar el sueño como para evitar otros embarazos o dejar de disfrutar de la vida como viene, con esos y otros riesgos propios de la existencia en este convulso mundo actual.

¿Sabe cual es el mayor riesgo? Que algún médico etiquete su embarazo como de “alto riesgo” ante una ligera elevación de la presión arterial y como consecuencia a su hijo lo califiquen como “producto valioso”. Con estos epítetos, “se fregó la Francia”, ¡Prepárese! La ajustarán a la guía médica de embarazo de alto riesgo elaborada por el Dr. Poncio Pilato.

Por lo anterior, es recomendable una posible segunda opinión, a menos que confíe plenamente en su primer médico.