COVID 19 25, secuelas por tratamiento.

 

Dr. Ignacio Espinosa. Médico Internista. Tels: 782 82 2 6352 y 782 888 0056.

He visto en el momento actual, muchos casos, cuyos síntomas principales son mareo y decaimiento generalizado, con signos vitales normales, estudios básicos generales de sangre y orina normales, tratados con diferentes medicamentos calmantes del mareo y multivitamínicos sin resultados satisfactorios. Ah, y algunas de esas gentes temen que sea COVID.

La gran mayoría de esos pacientes son de edad avanzada pero también he visto adultos jóvenes con semejante sintomatología, que en lo personal he atribuido a dos fenómenos principales que estamos viviendo: los tremendos calorones propios de la canícula que acaba de fenecer y que producen variables grados de deshidratación con tendencia a disminuir la presión arterial y el flujo sanguíneo cerebral;  y segundo: el pánico con ansiedad desencadenado por el confinamiento y miedo a enfermarse de COVID, o mejor dicho, miedo a “que lo enfermen de COVID”, pues ahora con cualquier síntoma sin fiebre y sin datos respiratorios, se diagnostica COVID por doquier.

Pero además se están presentando casos clínicos que forman parte de la contingencia actual, las llamadas secuelas.

 

https://www.excelsior.com.mx/nacional/sanados-de-covid-arrastran-secuelas-medicos-urgen-medidas-de-atencion-a-recuperados/1409259

SANADOS DE COVID ARRASTRAN SECUELAS; Médicos urgen medidas de atención a recuperados. Reza la cabeza de nota de este diario de la vida nacional.

Ya en el cuerpo de la nota menciona algunos datos dignos de comentarse:

“Los hospitalizados por coronavirus que ya fueron dados de alta padecen daños a su sistema respiratorio, pero también a órganos como corazón, hígado, riñones y cerebro; estos efectos pueden incapacitar a los pacientes durante meses o años, advierten expertos en salud”.

         ¿Porqué el periodista afirma que la incapacidad puede durar meses o años si todavía no termina  el problema y obviamente ningun recuperado de COVID tiene años con esas supuestas secuelas? Esta afirmación lo único que hace es aumentar el pánico social que están viviendo médicos y pacientes.

         Continuamos con la nota:

         “Los expertos calculan que siete de cada diez recuperados padecen insomnio, dolor de cabeza, caída del cabello, debilidad, fatiga, disnea, problemas de concentración o memoria. También hipertensión arterial pulmonar y, quizá, una inflamación persistente en el músculo cardiaco que podría derivar en muerte repentina”.

Me parece un tanto exagerada y aporta otra buena dosis de pánico al afirmar que predispone a muerte repentina por inflamación persistente del músculo cardiaco. Aunque, supongamos que pueda suceder lo anterior, la mayoría de los muertos por COVID ya tenía alguna lesión predisponente: diabetes, arterioesclerosis senil, enfisema pulmonar por tabaquismo, por mencionar las más frecuentes. Aceptemos que después de padecer COVID, esas lesiones empeoraron y viéndolo así, esas “secuelas” no son exclusivas de COVID, ya tenían deteriorados esos órganos.

Ahora bien, debo comentar que todos estos síntomas mencionados los estoy viendo casi a diario en pacientes que no tienen ni han tenido COVID y cuya explicación ha sido la ansiedad que estamos viviendo médicos y pacientes, con presentación de los llamados síntomas psicosomáticos, es decir, síntomas psíquicos que evolucionan a síntomas físicos (soma= cuerpo).

Y aquí otra explicación: Todos los síntomas mencionados también se encuentran en numerosos pacientes a los que por sospecha de COVID y sin los síntomas típicos, los someten a tratamiento dizque “preventivo” de COVID con dosis exageradas de betametasona, dexametasona y prednisona, cuyos síntomas secundarios colaterales o nocivos son alteraciones precisamente del sistema nervioso, del sistema musculo esquelético, y prácticamente de todos los órganos y sus funciones, síntomas idénticos a los ya mencionados, síntomas que se describen en pacientes que estuvieron graves de COVID, pero que yo estoy observando en personas SIN COVID y si acaso en casos sospechosos y leves de COVID pero sometidos al protocolo de tratamiento para COVID, protocolo que incluye los derivados de la cortisona.

 

“Una paciente pensó que luego de los 61 días que pasó en el hospital, 49 en terapia intensiva, debatiéndose a veces entre la vida y la muerte, había pasado lo peor pues ya había vencido al nuevo coronavirus, pero no fue así. Dos meses después de su egreso del hospital, se sigue levantando cansada y con rigidez en la piernas y manos. Su marcha aún es lenta. Con “dolor de los pulmones”, dice esta mujer al periodista y esta queja la he oido a varios pacientes sin haber padecido COVID grave en terapia intensiva.

¿Seran secuelas del COVID, de los medicamentos como la cortisona o de ambos?

Por cierto,  los pulmones no duelen, aunque tengan una caverna tuberculosa  llena de pus. Los pulmones NO tienen fibras nerviosas  sensitivas al dolor y por eso no duelen. El dolor de espalda se debe a dolor muscular y en esto influen los derivados de la cortisona que provocan inflamación y debilidad muscular (miositis) generalizada que en  parte explica la falta de aire, pues la cortisona debilita los músculos respiratorios.

¿Porque la cortisona es tan tóxica?. La explicación radica en conocer que la diferencia entre un veneno y un medicamento es la dosis. Si comparamos la potencia del cortisol natural y le proporcionamo como referencia el valor de 1 en potencia y comparamos esta potencia con los derivados síntéticos podemos entender porque se estan provocandes graves intoxicaciones con estos fármacos.

La prednisona por ejemplo  es cinco veces más potente que el cortisol y la dosis diaria varia de 5 a 60 miligramos diarios y su acción dura de 12 a 36 horas (día y medio).

La betametasona, es 25 veces más potente que el cortisol, la dosis diaria es hasta 8 miligramos y su duración de acción es prolongada de 36 a 72 horas (3 días)

La dexametasona también es 25 veces más potente que el cortisol, con 36 a 72 (3 días) de duración de sus efectos, con dosis diaria de 8 miligramos promedio.

Ahora bien, la dexametasona es la que se está usando con más frecuencia en estos casos, se indican 8 miligramos diarios cada 24 horas y su acción se prolonga por 72 horas, al cuarto día de su aplicación fácilmente ya tiene tres veces la necesaria; debía aplicarse un día sí, y dos no.  Igual sucedería con la betametasona. Y a muchos pacientes les aplican las dos ampolletas diarias, betametasona y dexametasona más 60 miligramos de prednisona con duración de acción de 36 horas. Fácilmente se deduce que reciben dos, tres, cuatro o cinco veces las dosis necesarias; dosis que inveitablemente provocaran serios efectos colaterales y secuelas prolongadas y diferentes órganos, principalmente nervioso y musculo esquelético.

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