COVID 19 21, secuelas por COVID.

Dr. Ignacio Espinosa Médico Internista Tel: 82 2 63 52 y 782 888 0056

Después de unos siete meses de vivir mundialmente a diario con este fenómeno biológico-médico, social y mediático del COVID, está fluyendo información relacionada con las complicaciones y posibles secuelas, en los pacientes que se recuperan de la enfermedad. Comentaré al respecto correlacionando con la mínima experiencia que he vivido con algunos casos de los que tengo información directa o indirecta.

Se sabe que aproximadamente un 40% de los casos de COVID 19 desarrollan síntomas leves, otro 40% presentan síntomas moderados, un 15% presenta complicaciones clínicas graves con neumonía y un 5% desarrolla complicaciones graves con insuficiencia respiratoria, septicemia (infección de la sangre) y choque séptico; tromboembolias y alteraciones de la coagulación; falla de otros órganos vitales: corazón, hígado riñones y cerebro.

Ni duda, puesto que la enfermedad predomina en adultos mayores, con padecimientos y tratamientos crónicos por problemas degenerativos como diabetes, arterioesclerosis senil, enfisema pulmonar, es incuestionable que por si mismo, el virus no es el único responsable de las complicaciones mortales y secuelas posibles.

También se han documentado complicaciones atribuidas a los procedimientos invasivos (ventiladores) y no invasivos (medicamentos) realizados o prescritos durante el tratamiento de estos casos.

Las principales complicaciones, además de las relacionadas con el aparato respiratorio, son las neurológicas: incluyendo delirios y encefalopatía, accidente vascular cerebral, meningoencefalitis, crisis de ansiedad y depresión y trastornos del sueño.

La Organización Panamericana de la Salud (OPS), abunda recientemente sobre este tema (12 agosto 2020) https://www.paho.org/es/documentos/alerta-epidemiologica-complicaciones-secuelas-por-covid-19-12-agosto-2020.

Puesto que el órgano directo de ataque es el sistema respiratorio y la mayoría son adultos con capacidad funcional respiratoria disminuida por fibrosis pulmonar senil, fácil es comprender la susceptibilidad de este órgano al ataque viral que indiscutiblemente merma la función pulmonar de ventilación por edema alveolar, con lesión de las membranas de los alveolos, cuya cicatrización se traduce en fibrosis y empeoramiento del intercambio de oxígeno (inspiración) y bióxido de carbono (espiración), esencia de la respiración. Se debe agregar que en los pacientes intubados aumenta el riesgo de provocar lesiones alveolares ante la dificultad de ajustar la presión ventilatoria artificial, a los parámetros de presión de gases que realmente necesita el cuerpo. Resultado: ruptura de alveolos, empeoramiento y muerte provocada por los ventiladores y en los que sobreviven, aumenta la fibrosis pulmonar propia de la cicatrización. Lo anterior explica parcialmente la disnea (falta de aire) y la fatiga que experimentan los sobrevivientes al COVID.

Desde antaño se sabe que hay virus que provocan insuficiencia cardiaca por lesión del músculo cardiaco (miositis), con secuelas de insuficiencia cardiaca de bombeo por debilidad del músculo del corazón, semejante a las secuelas de la poliomielitis, en estos casos el corazón se dilata (miocardiopatía dilatada) perdiendo la fuerza necesaria para bombear sangre suficiente, resultando en falla de bombeo. Bien puede el virus del COVID lesionar al corazón (miocarditis) facilitado por la edad de los pacientes con arterioesclerosis senil.

Y lo que con frecuencia estoy observando en mi limitada experiencia, son las secuelas neurológicas más psiquiátricas (funcionales) que anatómicas.

Puesto que cualquier infección, viral o bacteriana, desde la más leve a la más grave, provoca una reacción sistémica o generalizada con fiebre por ejemplo, ésta, por si sola, aumenta el metabolismo de todo el cuerpo, consumiendo gran cantidad de calorías (energía) con posible agotamiento de esas reservas energéticas de todo el cuerpo (desnutrición), dependiendo de la duración de la enfermedad y, si además agregamos un respuesta inflamatoria ante la invasión viral, respuesta inflamatoria centrada en vías respiratorias, pero incuestionablemente también en otros órganos como el cerebro, uno de los órganos más sensibles a cualquier lesión, parece fácil entender las complicaciones y secuelas que se pueden desarrollar en el sistema nervioso coordinador “computarizado” de todas las funciones corporales, con o sin hemorragias y con y sin trombosis cerebrales evidentes. De ahí los diversos trastornos siquiátricos que se están observando con cambios de humor, crisis de psicosis, falta de aire con crisis de hiperventilación por alteración del centro respiratorio automático que controla la respiración, disfunción neuro-muscular con fatiga crónica, estados de ansiedad, crisis de depresión, irritabilidad, trastornos del sueño,  disfunciones sexuales, colitis nerviosa y otros síntomas psiquiátricos más evidentes en pacientes que superaron la etapa grave, hospitalizados en terapia intensiva, intubados, desnutridos, y sobre todo, si antes de enfermarse sufrían ciertos trastornos psiquiátricos.

Además, en todos los casos graves prescriben derivados de cortisona (prednisona, dexametasona, betametasona) incluso a muchos pacientes con cuadros leves de vías respiratorias, el pánico social de médicos y pacientes provoca que se AUTOMEDIQUEN con estos derivados de la cortisona, uno de cuyos efectos secundarios frecuentes, dependiendo de la dosis, es precisamente provocar todos los cuadros psiquiátricos mencionados en líneas previas. De esto no hacen mención “los expertos”.

Y he visto pacientes SANOS, ingiriendo o inyectándose estos y otros medicamentos para “prevenir” el COVID, ya por prescripción médica directa o por automedicación, y puesto que no sirven para curar, mucho menos para prevenir el COVID, lo único que logran es empeorar su ansiedad y sus miedos y hasta hipocondríacamente empiezan a sentir y vivir todos los síntomas de COVID.

Es bien conocido que los derivados de cortisona producen verdaderos cuadros de psicosis, me consta desde hace más de 50 años, cuando empecé, como se dice irónicamente, a “matar sanos”.

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