Diabetes, riñones, diálisis XVI

Dr. Ignacio Espinosa. Médico Internista. Tel: 782 82 263 52 cel. 782 888 0056.

Otra de las muy temidas complicaciones de la diabetes es la lesión renal con retención de líquidos y toxinas que puede conducir a la diálisis, procedimiento terapéuico paliativo, no curativo, y con ciertas incomodidades físicas y emocionales.

Y reitero, el temor en general, se exagera por la información manipuladora que reciben los diabéticos, sobre todo al inicio de su enfermedad. En vez de insistir a los pacientes que si cumplen con los lineamientos muy sencillos de tratamiento: ejercicio, alimentación y fármacos, su diabetes será de fácil control y llevarán una vida igual o mejor en calidad, que muchos que no son diabéticos, comiendo lo que come una persona normal, bebiendo, si así lo desea, la mínima cantidad de cheves o algún vino como cualquier mortal respetuoso del gran dios Baco y adviertiendo, que los excesos tanto en la comida como en la bebida, pueden ser nocivos sea o no diabético.

         A la mayoría de los pacientes, a la menor elevación de las cifras de azúcar, lapidariamente les dicen, palabras más, palabras menos: “de aquí en adelante nada de azúcar ni refrescos, ni pan ni tortillas, ni carnes rojas, mucho menos carne de puerco ni leche, y si no lo hace en cualquier momento usted se muere o de los riñones o de un infarto o se queda ciega o le amputan una pierna”. Con esta información, los pacientes, a pesar de que hayan logrado un buen control del azúcar, se andan muriendo pero de miedo y hasta de hambre, aterrorizados ante el provocador olor de las carnitas de puerco con una salsa verde casera. Lo digo porque lo veo.

         Estas y otras prohibiciones no tienen ningún sustento ni fisiológico, ni nutritivo, ni razonable, porque si alguna de las carnes es de las más completas nutricionalmente hablando, pues es la carne de puerco, ya que no necesita agregarle más que las tortillas a mano, los nutritivos frijoles, el chile piquín y un buen aperitivo si así lo requiere el cuerpo. Y como dice el flojo: al cuerpecito lo que pida, menos trabajo, porque eso si es abuso.

         Retomando el tema de los riñones, para que se lesionen por la diabetes, aplican los mismos conceptos que para la retinopatía diabética y las úlceras de los pies. La lesión renal es provocada finalmente por mecanismos metabólicos de grasas proteínas y carbohidratos, que desenbocan en la arterioesclerosis (taponamiento de las arterias), la cual se presenta en forma muy lenta, de tal forma que una lesion renal severa se presenta unos diez años después del inicio de la enfermedad y esa lesion puede acelerarse si no hay un buen control del azúcar, pilar esencial para retardar o evitar la aparición de complicaciones crónicas y agudas.

         Y para tranquilidad de los diabéticos bien controlados o mal controlados, hay un 70 u 80% de posibilidades de NO PRESENTAR lesiones renales por la diabetes y solo un 20 ó 30% de que si aparezcan. Visto así, no vale la pena preocuparse si se mantiene un buen control del azúcar porque en diez años, se puede morir por otra causa.

         ¿Por qué amenazan a los diabéticos que de todas todas padecerán de ceguera, de los riñones o de apuntaciones de piernas? Creo que es una estrategia, “kiske” para lograr que el enfermo se cuide y logre un buen control, es decir, inculcar el miedo, rayando en el terrorismo. No concuerdo con esta postura, porque teóricamente, nosotros los médicos tenemos la misión de proporcionar bienestar físico y emocional y creo que esto se logra en parte, siendo veraz objetivo e imparcial al informar el diagnóstico y pronóstico de los padecimientos a los cuales nos enfrentamos como médicos y como sereres humanos, que tratamos seres humanos que sufren y gozan, igual que cualquier homo sapiens.

         ¿Habrá detrás de este tipo de información, aviesos intereses comerciales, tomando en cuenta el contexto económico en que ejercemos nuestra profesión?. La respuesta está en el viento, nos cantaba  Robert Allen Zimmerman, alias, Bob Dylan, premio nobel de literatura 2016.

         Además, si la mayoria de los diabéticos no llegan a sufrir lesiones de riñones que ameriten diálisis peritoneal o hemodiálisis, porque esto es lo que causa pavor injustificadamente: llegar a la diálisis. ¿Por qué este terror? Nuevamente, cierta información tergiversada: resulta que ahora, si a un diabético le encuentran en orina trazas de albúmina, que normalmente puede oscilar de 0 a unos 300 miligramos, utilizan este dato como una amenaza de lesión renal que invariablemente evolucionará hacia daño renal severo con elevación de cretinina (toxina) en sangre y a la tan temida diálisis. Y resulta que solo si se mantiene elevada por encima de esos 300 miligramos puede sugerir que un 40% de esos diabéticos evolucionaran hacia un serio daño renal en un lapso de 7 a 10 años, lapso durante el cual cualquier diabético se puede morir por otras causas. Reitero, me parece irracional inculcar miedo con ese dato de la microalbuminuria si una persona se la pasa durante 10 años como cantaba La Tariácuri, de “Ferrusquilla”, “sufriendo a solas”,  durante 10 años que no tiene ningun daño renal de importancia. Estas personas viven con miedo a vivir, como decía Pablo Neruda: vivir con miedo a enfermarse y vivir con miedo a morir es vivir con miedo a vivir.

         Paradójicamente, se observan diabéticos en tratamiento intensivo para “prevenir” el daño renal con medicamentos para el control de la presión arterial normal, “kiske” para que no suba y dañe a los riñones, y por otra parte, se han descuidado de lograr un buen control del azúcar, siendo la elevación constante del azúcar en la sangre, la responsable principal del daño a las arterias de todo nuestro cuerpo y se presentan diabéticos con elevaciones del azúcar durante meses, por encima de 200 miligramos, pero eso si, sufriendo a solas por los efectos de la presión baja por exceso de medicamentos, innecesarios para el control de la presión, “kiske” para proteger los riñones.

Grave distracción…y muy costosa en lo biológico, en lo emocional y gravísima en lo económico, en estos tiempos de crisis. En la próxima entrega recordaremos cuando si, y cuando no dializar.

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