Hipotensos hasta la muerte.

En una entrada de una página en la red: nogracias.eu, que cualquiera de mis dos lectores y medio puede revisar, se analizan puntos de vista sobre el excesivo tratamiento para la presión arterial, algunos conceptos ya difundidos en esta columna de una enfermedad llamada doctor, no porque en Europa lean asiduamente La Opinión de Poza Rica o www.kiskesabe.com, sino porqué el conocimiento analítico, crítico y objetivo, se cultiva en diferentes latitudes. Es decir, cuando se utiliza la observación y el análisis en el ejercicio de la medicina se pueden obtener conclusiones objetivas semejantes en diferentes países sin que necesariamente exista una conexión entre los diferentes observadores e investigadores de la verdad. Transcribiré (no es plagio, puesto que menciono la fuente), textualmente el contenido de este artículo de interés público, con algunas observaciones personales intercaladas en el texto:

“La tensión baja según se aproxima nuestra hora. Un estudio publicado en JAMA of Internal Medicine en diciembre de 2017 que examina la presión arterial de pacientes que fallecieron con más de 60 años, durante sus últimas dos décadas de vida, encuentra que, independientemente de la edad de fallecimiento, hay un pico tensional entre 18 a 14 años antes de la muerte y un descenso paulatino hasta el momento del fallecimiento. El 64% de las personas estudiadas, presenta un descenso medio de más de 10 mmHg. Esta disminución es más pronunciada en pacientes hipertensos con tratamiento farmacológico, enfermos con demencia, insuficiencia cardiaca o pérdida de peso terminal. Está claro que la prevalente disminución de la tensión arterial en los últimos 14 años de vida de las personas mayores no se acompaña de su correspondiente disminución o eliminación de medicamentos antihipertensivos”.

Lo anterior explica porque cotidianamente observo pacientes mayores de 60 años con presión arterial baja y datos de intoxicación con medicamentos para la presión a quienes por decreto les dijeron que deben tomarlos toda la vida, sin reflexionar que todo cambia incluso las necesidades de fármacos de cada persona, por lo que debemos vigilar la evolución de cada persona y que su cuerpo nos informe si necesita o no los medicamentos y por cuanto tiempo.

“Esta asincronía –continúa el reporte- tiene graves consecuencias para los enfermos ancianos con tratamientos hipotensores (bajar la presión) desfasados. Se caen. En esta revisión de 2014 se concluye: Los medicamentos antihipertensivos se asociaron con un mayor riesgo de lesiones graves por caídas, particularmente entre aquellos ancianos con caídas previas. Los riesgos potenciales frente a los beneficios de los medicamentos antihipertensivos deben sopesarse al decidir continuar el tratamiento con medicamentos antihipertensivos en adultos mayores con afecciones crónicas múltiples. Aviso a cualquier profesional sanitario y cuidador (en negrita): Si un paciente mayor, sobre todo si tiene varias enfermedades crónicas y ya se ha caído alguna vez, etiquetado y tratado como hipertenso, tiene una presión arterial menor de 120 en cualquier toma, párate un momento y piensa que quizás retirar la medicación anti-hipertensiva pueda ser más beneficioso que mantenerla, independientemente de su riesgo cardiovascular. ¿Por qué se mantienen los tratamientos anti-hipertensivos hasta morir?”

Ya se han comentado casos clínicos en otras entregas en esta columna de pacientes que se han caído por exceso de medicamentos para presión provocando fractura de cadera en una mujer y hematoma subdural en otro paciente, por traumatismo craneal siendo necesaria craneotomía para eliminar el hematoma del cerebro.

Y continúa el texto: “Por muchos motivos seguramente, pero uno de ellos es que las Guías de Práctica Clínica, sobre todo las de enfermedades crónicas, están especializadas en hacer recomendaciones que suponen más tratamiento y no recomendaciones que supongan menos tratamiento. Esto no tiene mucho sentido científico vista la enorme bibliografía sobre efectos secundarios de los fármacos. En un artículo también de finales de 2017 del JAMA of Internal Medicine se revisa la frecuencia con la que las guías de práctica clínica recomiendan intensificación de tratamientos y desintensificación de tratamientos, estudiando las pautas que dan 22 Guías de diabetes y enfermedades cardiovasculares realizadas por instituciones científicas de prestigio entre 2012 y 2016”

Desintesificación, quiere decir disminuir los medicamentos para la presión o eliminarlos, en pacientes con síntomas tóxicos, lo que sucede (los efectos tóxicos) con mucha frecuencia sin que los médicos tratantes los tomen en cuenta.

“Pues bien, de 361 recomendaciones, se clasificaron como intensificadoras 256 (71%) y 105 (29%) como des-intensificadoras. Los autores intentan explicar la «poca orientación sobre desintensificación» que ofrecen las GPC: «Una explicación es que simplemente hay más evidencia con respecto a la intensificación. Los ensayos clínicos aleatorizados… se centran en generar evidencias para iniciar o intensificar el tratamiento». Las directrices intensificadoras tienen mejores evidencias que las no intensificadoras: hay más interés comercial en realizar esta investigación y obviamente ello redunda en unas recomendaciones asimétricas en las Guías. Conocemos muy bien los beneficios de los medicamentos, peor sus perjuicios y todavía peor cuando los perjuicios superan los beneficios y hay que retirar el fármaco”.

Queda claro es mas rentable económicamente intensificar el tratamiento, que disminuirlo o eliminarlo.

“Pero, ante igual fuerza de la evidencia, los autores señalan que las recomendaciones se hacen con distinto énfasis. Por ejemplo, hablando de hipertensión, la pauta de tratar se enuncia de la siguiente manera: Las personas con diabetes e hipertensión deben ser tratadas con un objetivo de presión arterial sistólica de menor a 140 milímetros de mercurio. En cambio, las recomendaciones desintensificadoras utilizan formulaciones mucho más vagas: Existe un daño potencial al disminuir la presión arterial sistólica a menos de 120 milimetros de mercurio (Hg )en adultos mayores con diabetes mellitus tipo 2. En fin, que la increíble pulsión por hacer de la medicina moderna está basada en muy buenas y sesgadas evidencias lo que, nos tememos, condena irremediablemente a nuestros ancianos (si no se cruza en el camino un profesional capaz de trascender las Guías de Práctica Compulsiva) a la hipotensión… hasta morir”.

Ni duda, muchos de esos pacientes excedidos con medicamentos para hipertensión arterial han muerto por esos excesos, pero cómodamente se atribuyen esas muertes a un infarto por la presión alta o simplemente le echan la culpa al enfermo, acusándolo, la mayoría de las veces de no cumplir con el tratamiento. Todavía no hemos avanzado, me refiero al gremio médico, como para reconocer nuestros errores y nuestros excesos, no en el comer o beber, sino en la prescripción irracional y excesiva de fármacos, principalmente para la estigmatizada hipertensión arterial que ni es enfermedad ni produce muertes inmediatas como se ha hecho creer a la ya de por si aterrorizada sociedad.

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