Leyendas médicas populares
Durante la comunicación de una consulta médica, los enfermos plantean ciertas creencias diagnósticas o terapéuticas que a través del tiempo, trasmitidas por varias generaciones, se hacen “verdades” difíciles de erradicar. De hecho, algunos médicos comulgan con ellas, lo que de alguna manera influye en la permanencia de tales dogmas populares
Es frecuente oír decir a los enfermos:
__Doctor, ayer, con el norte me empezó a doler la espalda, estaba trabajando en el jardín y creo que “agarré un aire por la espalda” y por eso me duele, creo que son los pulmones.
Fisiológica y anatómicamente la piel es impermeable al agua y al aire como para inducir un dolor. Lo que sucede es que las corrientes violentas de aire pueden provocar contracturas musculares bruscas en diversas partes del cuerpo en el momento de la ventisca. Las contracciones así, pueden provocar dolor, pero no porque el aire penetre la piel. Por lo demás, los pulmones no duelen. El tejido pulmonar no tiene fibras sensitivas al dolor, por eso la tuberculosis se diagnostica frecuentemente cuando ya existe una caverna gigante e indolora que se manifiesta por tos persistente con expectoración purulenta( gargajo) o en casos más avanzados con tos con expectoración sanguinolenta (hemoptisis).
Otra expresión común es:
__Doc, vengo porque me duele mucho el cerebro._ Dicen incontables enfermos, señalándose con la mano la nuca o cara posterior del cuello.
El cerebro tampoco duele, aunque se considere extraño. La masa cerebral en sí, no tiene fibras sensitivas al dolor. El dolor de nuca generalmente es de origen muscular, el músculo trapecio se inserta en la cara posterior del cráneo y se extiende hasta el hombro y la escápula, junto a la columna cervical. Es muy evidente en los trapecistas, de ahí el nombre. Por tensión nerviosa, incluso al manejar en carretera puede sufrir contracturas prolongadas que se vuelven dolorosas. Las enfermedades cerebrales provocan dolor intracraneal solo en caso de que se lesionen arterias, venas y las membranas o meninges que envuelven al sistema nervioso central. Estas estructuras si tienen fibras sensitivas al dolor. Los tumores, la cisticercosis y las infecciones cerebrales (meningitis o encefalitis) producen dolor intenso de cabeza, progresivo e incontrolable debido a que inflaman, estiran o irritan las meninges y arterias cerebrales. Un estudio de fondo de ojo, que forma parte de la consulta médica en el consultorio o una tomografía axial computarizada de cerebro en casos dudosos, puede ser suficiente para aclarar si la causa del dolor es grave.
Algunos pacientes creen que tomando antibióticos, no deben ingerir bebidas alcohólicas ni como aperitivo. Falso. Dos o tres cervezas o “cubanderas”, no interfieren en forma importante con los antibióticos ni con la mayoría de los medicamentos, excepto el metronidazol (flagyl, flagenase, y otros) que se utiliza para tratamiento de las amibas y otras infecciones. En estos casos, puede haber náuseas y vómitos pasajeros. Pequeñas cantidades del “néctar de los dioses” son saludables: mejoran la digestión de alimentos como las carnitas de puerco o el mole, provocan vasodilatación de arterias coronarias y cerebrales, estimulan los efectos desintoxicadores normales del hígado, relajan el sistema nervioso y el sistema músculo esquelético, desinhiben a los tímidos de carácter. Los excesos son nocivos, pueden neutralizar el efecto terapéutico benéfico o exacerbar los efectos tóxicos de ciertos medicamentos. Por ejemplo, quienes toman sedantes (valium, lexotán, tafil o halción) junto con una cerveza, resultaría como si se tomaran dos o tres cervezas. No es recomendable asociar sedantes con alcohol, preferible dejar el sedante y tomar dosis mínimas del vino de su preferencia. Algunos médicos tajantemente recomiendan lo contrario, empeorando la calidad de vida del enfermo.
Finalmente la decisión debe tomarla el paciente, el médico solo debe informar de los riesgos y beneficios de tal o cual indicación terapéutica.