Novedades para diabéticos.

Un paciente diabético, muy alarmado, se presentó a consulta con un resultado normal del azúcar, 120 miligramos, pero al mismo tiempo con la hemoglobina glicosilada elevada a 9% (normal menos de 6).

Los datos de laboratorio de este diabético, con azúcar normal de 120 miligramos, sugerían un buen control en ese momento. Al mismo tiempo, la hemoglobina glucosilada elevada de 9%, nos decía que los meses previos en realidad el azúcar fue de 180 a 210 en promedio. Y así era. Este hombre contaba con tres mediciones diferentes en los 4 meses previos con: 230, 180 y 200 de azúcar, es decir, descontrolada, pero en el momento actual ya estaba bajo control porque ajustó la dosis al alza del medicamento.

¿Qué hacer en este caso y en ese momento?. Pues seguir el tratamiento con la misma dosis de medicamento que ingería en esos días en que su resultado fue normal de 120 de azúcar. Este hombre estuvo a punto de aumentar la dosis del medicamento por decisión propia, tomando en cuenta que su hemoglobina glucosilada estaba elevada y que por tanto su diabetes también.

¿Qué hubiera pasado si aumenta la dosis? Riesgo de hipoglicemia (azúcar baja). La hemoglobina glucosilada solo sugiere las cifras de azúcar en los 3 o 4 meses previos, pero no la del momento de su medición, por lo tanto no se debe utilizar para ajustar la dosis del medicamento.

Si presumimos de estar “actualizados” con las novedades en medicina, podemos caer en actitudes nocivas para los pacientes, al tratar de aplicar “a pie juntillas” ciertos criterios médicos con el fin de mejorar la atención, con razones, a veces, no muy bien definidas. Este es el caso de la medición de la hemoglobina glicosilada o glucosilada, en los diabéticos.

La medición del azúcar en sangre nos permite valorar el nivel en ese momento, la medición de la hemoglobina glicosilada permite evaluar el promedio de azúcar durante los tres o cuatro meses previos. ¿Qué importancia tiene esto? En realidad no mucha, si no se interpreta correctamente, puede ser peligroso.

Si un diabético es normal con 120 miligramos de azúcar en sangre en determinado momento y al mismo tiempo su hemoglobina glucosilada es normal de 6%, por ejemplo, significa que en los cuatro meses previos, efectivamente fue normal con promedio de 120. Estos pacientes deben continuar con el mismo tratamiento.

Si el azúcar es normal de 120 pero la hemoglobina es elevada con 8%, significa que en los cuatro meses previos el azúcar en realidad fue de unos 160 en promedio, y si es de 10%, significa que el azúcar fue de 240 en promedio. También en estos casos se debe continuar con el mismo tratamiento, si se aumenta la dosis, se puede provocar daño por baja del azúcar (hipoglicemia)

Por otra parte, si el azúcar en sangre es de 200 miligramos y al mismo tiempo la hemoglobina glucosilada es normal de 6% por ejemplo, significa que la elevación del azúcar es reciente y en realidad en los cuatro meses previos el control ha sido muy bueno, de aproximadamente 120 de azúcar. En estos casos, si el paciente tiene otros datos de descontrol: baja de peso, debilidad, mucha sed o mucha orina, debe aumentarse la dosis del medicamento para controlar el azúcar o ajustar la alimentación o ambas acciones, según circunstancias. No hay peligro de provocar daño por baja del azúcar.

En principio se le dio mucha importancia a esta hemoglobina suponiendo que ayuda a prevenir las temidas complicaciones de la diabetes. Sin embargo, en estudios recientes, está en controversia su verdadero valor y se ha observado que puede ser perjudicial para algunos pacientes ante la obsesión de algunos médicos de aplicarla como criterio y objetivo primordial del tratamiento, tratando de bajarla a menos de 6%, observándose casos con descensos graves de azúcar y muertes. Y lo más importante, en realidad no hay evidencias claras de que el descenso de la hemoglobina glucosilada, disminuya el riesgo de complicaciones (Int J Clin Pract. 2010, 64, 1705-11).

En lo personal, solo en ocasiones utilizo este estudio, es poco útil, solo aumenta el costo del tratamiento. En realidad, ayuda a desenmascarar a los mentirosillos e incumplidos pacientes que nos quieren presumir y engañar, diciéndonos que han cumplido con todas nuestras recomendaciones, “haciéndole al tío Lolo”, es decir, se engañan solos.

Por supuesto, este es solo un disciplinado punto de vista.