Un problema para cada solución.
Siempre hay una solución para cada problema, una sonrisa para cada lágrima y un abrazo para cada tristeza. Son pensamientos optimistas. En ocasiones, en el intento se provoca un problema, tristeza y lágrimas para cada solución. Veamos algunos ejemplos en medicina.
Actualmente la vigilancia del diabético ha aumentado su costo por la introducción reciente de la medición de la hemoglobina glicosilada o glucosilada en la sangre de los diabéticos y no diabéticos.
Aclaremos algunos conceptos esenciales. La cifra de hemoglobina glicosilada, simplemente permite una visión aproximada del control y las posibles cifras del azúcar en forma retrospectiva, es decir, de los dos meses previos, pero no del momento actual. Ejemplificando: si un diabético en el momento actual tiene normal su azúcar, digamos en 90 y su hemoglobina glucosilada en ese mismo momento es elevada a 6.5 por ejemplo, reflejaría que en los dos meses previos, el azúcar osciló alrededor de 140, cifra por demás inofensiva porque está en tiempo pasado, por lo que si se aumenta la dosis del medicamento para controlar el azúcar, con seguridad este paciente irá “a morder el polvo” por un bajón brusco del azúcar, con riesgo de fractura de cadera o de cráneo, por mencionar las más peligrosas. Y que conste, he visto varios casos con estas serias complicaciones.
Lo anterior es un ejemplo claro: crear un problema buscando una solución. Por eso Kiskesabe no utiliza la hemoglobina glucosilada o glicosilada para vigilar a un diabético, mucho menos para ajustar la dosis de medicamentos.
Otro ejemplo: si a un diabético con más de 15 años de evolución, con su diabetes bien controlada, sin padecer de la presión alta y sin edemas ni retención de líquidos ni otros síntomas de enfermedad renal, y le encuentran urea y creatinina normales reflejando que sus riñones están trabajando eficientemente bien, pero le solicitan una depuración de creatinina, para detectar lesión renal antes de haber síntomas, se espera de antemano que puede resultar alterada y se comprueba esa alteración, y si a estos pacientes se les somete a tratamiento “kiske” para proteger los riñones con medicamentos que bajan la presión arterial como el captopril y sus «parientes» (enalapril, lisinopril), también corren el riesgo de “ir a morder el polvo” con bajones de la presión arterial que son más molestos que la esperada lesión mínima e inofensiva de los riñones.
La recomendación de pacientes como el descrito es mantener el buen control del azúcar, hacer ejercicio regular como la caminata unos 30 minutos unas 5 o 6 veces por semana, mantener el peso y nada más. Pero, en el momento actual, el tratar de buscar una solución, se provoca otro problema: intoxicar de medicamentos a los pacientes. Hecho de observación muy frecuente.
La ley de Murphy es una forma cómica y ficticia de explicar los infortunios en todo tipo de ámbitos de la actividad humana, se basa en el adagio siguiente: si algo puede salir mal, saldrá mal, o, todo lo que pueda salir mal, pasará.
Como vemos en los ejemplos anteriores, esta ley se cumple como anillo al dedo. Otra forma de expresar esa ley es la siguiente: si hay más de una forma de hacer un trabajo y una de ellas culminará en desastre, alguien lo hará de esa manera. Esto significa que al buscar una solución para un problema, es importante considerar todas las posibilidades antes de tomar una decisión, con el fin de evitar provocar un problema más.
En los dos ejemplos anteriores los pacientes están perfectamente bien, una opción es dejar seguir y vigilar el curso y evolución de la situación actual, la menos peligrosa para el enfermo. Con esta opción se identifica Kiskesabe y aún así, puede cometer errores y provocar daño. La otra opción es actuar con fármacos que de antemano se sabe que son potencialmente nocivos y peligrosos. Y siempre hay alguien que toma esta decisión, la más peligrosa, porque no siempre más, es mejor.
Si además de lo cómico de la frase: si algo puede salir mal, saldrá mal; reflexionamos acerca de su esencia, podemos dilucidar que en el fondo hay un diseño defensivo al anticipar los errores que el usuario probablemente cometerá. Esta previsión nos entrena para tomar la decisión correcta según las circunstancias. Si el principio esencial del ser médico es: primero no dañar; si un paciente se siente bien y tomamos la decisión de actuar con fármacos o intervenciones que pueden dañar, debemos colocar en la balanza de la justicia: que pesa más, el daño potencial de nuestra intervención o esperar el curso de las circunstancias.
Finalmente: crear un problema para cada solución o si algo puede salir mal, saldrá mal, es aplicable a casi todas las actividades humanas: en el comercio, en la computación, en las decisiones familiares, en el ejercicio de la medicina, la ingeniería, la plomería o la arquitectura o en el futbol al tomar la decisión de tirar a gol o darle el pase al compañero o atrasarle la pelota al portero para que este se la entregue al enemigo.
La ciencia es un magnífico mobiliario para el piso superior de un hombre, siempre y cuando el sentido común esté en la planta baja. Dr. Oliver Wendel Holmes, médico y escritor estadounidense.