Riñones en la vejentud.
En ocasiones, a Kiskesabe le han llegado personas en la tercera edad, la vejentud, al borde de un ataque de nervios, porque les han informado que sus riñones funcionan a un 50% de su capacidad en base a una prueba de aclaramiento o depuración de creatinina, sin ninguna alteración clínica ni de laboratorio que sugiera lesión renal, con urea y creatinina en sangre normales.
No hay porque preocuparse, puede ser a consecuencia de la pérdida progresiva normal funcional de las nefronas con el avance de la edad, por el proceso normal de arteriosclerosis.
Fisiológicamente para que se manifieste la insuficiencia renal crónica con elevación grave de creatinina y lo síntomas de daño renal crónico, debe haber una destrucción u obstrucción de un 70% o más de las nefronas o glomérulos renales, es decir disminución de un 70%, del área de filtración de los riñones.
En otras palabras, la merma de un 50% en depuración de creatinina equivaldría a la pérdida de un riñón y parece que más de un lector, sabe que una persona por ejemplo que dona un riñón, o lo extirparon por alguna enfermedad, puede vivir una vida sana con el riñón remanente.
El problema es que si se desconocen estos conceptos básicos de fisiología humana normal, se cae en el error de etiquetar como enfermos a personas sanas, tan solo por estudios de laboratorio, como la depuración de creatinina, con las variantes normales propias de la vida.
Y si además les encuentran cantidades insignificantes microscópicas de albúmina en la orina, 30 miligramos (normalmente debe ser negativa), utilizan este hallazgo, variación fisiológica normal, para reafirmar que los riñones están muy dañados sin informar que esa cantidad de pérdida de proteína en orina, no tiene ninguna repercusión clínica y que solo amerita vigilancia y solo cuando rebasa los 1000 miligramos, es posible que pueda manifestarse con disminución de la albúmina en sangre, y al disminuir la albúmina en sangre puede propiciar el desarrollo de edema.
En resumen, estamos hablando de variaciones fisiológicas de laboratorio propias de la “vejentud”, en personas sanas, por supuesto, sin edemas ni molestia alguna, y con una calidad de vida envidiable, sin que amerite tratamiento directo ni inmediato y solo debe vigilarse su evolución y controlar los factores que pudieran empeorarla como el buen control de una diabetes o de la presión arterial si es alta. No se puede detener el envejecimiento, a menos que la persona muera en ese momento.
¿Qué esta sucediendo con muchas de estas personas en estas circunstancias? Ya lo hemos comentado: les indican medicamentos para la presión arterial aunque se encuentre normal y les prescriben otras diez o quince tabletas de alfacetoanálogos, con la justificación de “proteger” los riñones. Además, les prohíben la sal, las carnes, huevos, leche, frijoles, azúcares. Resultado: pésima calidad de vida por los efectos colaterales tóxicos con “bajones de la presión arterial”, irritación gástrica y hasta desnutrición al prohibirles comer.
¿Que son los alfa cetoanálogos?
Valina, leucina, isoleucina, metionina, fenilalanina, alanina, tirosina, triptófano y otros, son los aminoácidos en que se degrada la carne como la arrachera, por el efecto de las enzimas digestivas del estómago. Estos aminoácidos se absorben hacia la sangre en el intestino delgado, pasan por el hígado en donde se utilizan para sintetizar nuevas proteínas que forman parte estructural de hormonas, anticuerpos y los músculos de nuestro cuerpo. Las proteínas vegetales también se degradan en aminoácidos al igual que las carnes y derivados de la leche.
Esos aminoácidos en condiciones normales no pasan el filtro renal hacia la orina o en algunas condiciones fisiológicas lo hacen en cantidades insignificantes y pasajeramente. Si los riñones se lesionan, pueden perderse cantidades excesivas de proteínas, alterando el equilibrio de ciertas funciones corporales como el equilibrio de líquidos y electrolitos entre otras.
Los alfa cetoanálogos son aminoácidos sintéticos, que actualmente se prescriben en pacientes con daño renal para “reponer y proteger” las proteínas eliminadas por los riñones dañados.
Parece incongruente, prohibir las proteínas de la alimentación, baratas en comparación con los mil pesos de cien tabletas de alfa ceto análogos, proteína sintética, para reponer las pérdidas por el daño renal, sin que esos alfacetoanálogos muy caros, reparen el daño renal. Es decir, la pérdida de proteínas naturales continuará y es la consecuencia del daño renal, no la causa.
Los expertos en medicina basada en la evidencia de la Colaboración Cochrane, no han encontrado evidencia de que la restricción de proteína mejore la función renal. Kiskesabe no ha visto mejoría alguna en los pacientes sometidos a este tratamiento, al contrario, se quejan de molestias digestivas que no tenían, la calidad de vida emocional es pésima y la mayoría de ellos se encuentran flacos, ojerosos y cansados, desnutridos física y económicamente.
Es más barato un kilo de arrachera, más aceptable al paladar acompañada de un guacamole y una “chela”, con mejor calidad de vida, y proporciona los mismos aminoácidos en forma natural. Cuestión de enfoques, de gustos y de gastos.