¿Chicungunya encorvó a Quasimodo?
Chicungunya en dialecto Makonde africano de Tanzania y Mozambique, significa: el que se encorva o el que se tuerce. El virus es paisano de origen de los africanos y se trasmite por mosquitos Aedes aegypti y Aedes albopictus. En el 2004 comenzó una epidemia en la región del océano índico y se propagó por los viajeros. Dengue (quebrantahuesos) en idioma suajili de África, significa calambres o convulsiones.
Quasimodo es el niño jorobado congénito y principal personaje de la novela: Nuestra Señora de París, de Víctor Hugo, quien además escribió Los Miserables, magníficas obras literarias que vale la pena leer.
La enfermedad es más frecuente en adultos, con frecuencia benigna y en algunos casos grave. La fiebre y artralgias (dolor de articulaciones) son los síntomas más comunes, pero puede haber fotofobia (rechazo a la luz) escalofríos, cefalea, enrojecimiento conjuntival, disminución del apetito (hiporexia) náusea y dolor abdominal. La artritis es migratoria, y afecta sobre todo a las pequeñas articulaciones de las manos, muñecas, tobillos y pies y menos frecuente articulaciones grandes. El exantema (las ronchas) puede brotar días después de la enfermedad y coincidir con la desaparición de la fiebre que sucede unos cinco días después del inicio, predomina en el tronco y las extremidades y puede mostrar descamación. Puede haber epistaxis y disminuir ligeramente la plaquetas, no tanto como en el dengue. La recuperación puede tardar de cuatro a seis días la mayoría de las veces o varias semanas, lo menos frecuente y excepcionalmente se quejan de dolores articulares durante varios meses o años.
No hay vacuna ni tratamiento específico antiviral.
La prevención se logra erradicando al travieso mosquito Aedes y la mejor forma de erradicar y mandar al mosquito a la “chin…cungunya” es “atraparlo, amarrarlo de las patitas, cortarle las alas y darle un martillazo en la cabeza”.
Claro, lo anterior no descalifica el valor de la fumigación, eliminar charcos, matorrales en pleno centro urbano, llantas abandonadas, propias del subdesarrollo social, caldo de cultivo ideal para las enfermedades infectocontagiosas. Y también queda claro que por el momento eliminar el subdesarrollo social es una utopía, así que estamos condenados al riesgo de padecerlo mientras sigamos mejorando la cría de los mosquitos.
Hay algunos rumores relacionados que causan incertidumbre, dudas y miedos injustificados. Debemos ser responsables, objetivos y profesionales al orientar e informar a los pacientes y sus familiares
No se contagia directamente de persona a persona. El travieso mosco Aedes pica a una persona infectada, le chupa sangre y al picar a una persona sana le inyecta el virus. Así que puede dejarse “apapachar o papachar” por un corcovado.
No se puede tomar alcohol. Falso. Cierto es que los enfermos alcohólicos y bebedores cotidianos, pueden sufrir una neuropatía alcohólica que los hace más susceptibles y sensibles a las artralgias (dolor de articulaciones) provocadas por la enfermedad. Los alcohólicos crónicos por el deterioro que esta adicción provoca en varios órganos como el hígado, son más susceptibles a que el cuadro sea grave por la asociación con el alcoholismo. Pero si una persona solo es bebedor social, el cuadro no empeora por quebrarse dos o tres “alipuses” entre pecho y espalda, pues esta cantidad de alcohol no provoca neuropatía ni daño severo en órgano alguno.
No se puede tomar más que paracetamol. Falso. El virus es más lesivo en personas que ya tienen artritis degenerativa, la más frecuente y otras enfermedades crónicas. Si los dolores no los calma el paracetamol, se puede combinar y utilizar otros antirreumáticos no esteroides como el naproxeno, diclofenaco o ibuprofeno. No es recomendable la aspirina por el riesgo de hemorragias y mucho menos los derivados de la cortisona (esteroide) durante el cuadro agudo. Si hay comezón de la piel, use una tableta de un antihistamínico viejito, barato y efectivo como la avapena (cloropiramina), no es “patito”, en vez de los nuevos, muy caros.
Y si la fiebre es muy alta y no se controla con esos medicamentos, sobre todo si son “marca patito”, consiga medicamentos originales, más caros pero más efectivos o métase sin miedo a un cuarto con el “aire acondicionado de los pobres”: una regadera con agua fresca o a una recámara con aire acondicionado de “pudientes” para controlar la fiebre.
En personas de avanzada edad, por razones obvias, tienen menos capacidad de defensa y recuperación; si además padecen de enfermedades crónicas como insuficiencia cardiaca, renal o enfisema pulmonar, diabetes o artritis degenerativa, o han recibido tratamiento para cáncer, obviamente cualquier infección es más severa en esas condiciones. Y todavía más claro: recordemos los cuadros de gripa a los 20 o 30 años de edad, nos hacían lo que el viento a Juárez, Kiskesabe, con tos y mialgias, no se perdía su partido de futbol de fin de semana, padecer una gripa a los 70 años de edad, Kiskesabe se queda tirado en la cama ¿A quien no le ha sucedido esto?
No es extraordinario que Kiskesabe ha visto en estos días tres casos severos de octogenarios en silla de ruedas, dos de ellos previamente ya con insuficiencia cardiaca y otro diabético de larga evolución con insuficiencia renal crónica, a los que les duele el brazo al medirles la presión, con unos ocho días de evolución. ¡Ya la libraron! Y no porque hayan sido tratados por Kiskesabe, sino por su propia naturaleza. Otros siete casos de jóvenes que a los cuatro o cinco días se recuperaron y se reintegraron a sus labores y de oídas un chico “encorvado”, de unos ocho años de edad.
Ahora bien: la fiebre y las artralgias son comunes a muchas infecciones virales. En la práctica, es muy difícil diferenciar unos de otros, salvo por la severidad de los síntomas y por las complicaciones posibles como la hemorragia en el dengue, la artritis severa en el chicungunya o la tos y bronquitis con riesgo de neumonía en la gripe.
Tampoco hay pruebas de laboratorio, prácticas, económicas y rápidas para diferenciar unas de otras. No hay cultivo de virus accesible que sería la prueba definitiva. Las pruebas de aglutinación solo detectan anticuerpos, pero la presencia de anticuerpos IgM, se pueden presentar en personas que no han tenido la enfermedad activa pero que el cuerpo ha formado defensas inmunológicas. O bien han sufrido la enfermedad previamente y tienen memoria inmunológica. Y además, si una enfermedad infecciosa tiene un periodo de incubación variable, es decir, ya esta el virus en nuestro cuerpo pero se esta preparando para invadir, al invadir el cuerpo la reacción aguda para formar anticuerpos medibles, puede retardarse unos seis o siete días, de tal forma que los anticuerpos IgM positivos en los primeros días, significaría que ya los tenía previamente antes del inicio del cuadro agudo, así que lo ideal sería medirlos unos 8 días después, cuando el cuadro clínico en la mayoría de los casos ya estaría resuelto. Medir las plaquetas ayuda a diferenciarlo del dengue, con el cual pueden disminuir con riesgo mínimo de hemorragia, la cual sucede con menos de 10 mil (normal de 150 mil a 400 mil).
Por otra parte, suponiendo que se contara con las posibilidades de realizar cultivos de virus y determinación de anticuerpos específicos, no ayudaría gran cosa en la toma de decisiones terapéuticas porque no hay tratamiento antiviral específico. Por tanto, el diagnóstico es puramente con bases clínicas y evolución de la enfermedad para diferenciarla de otras infecciones como el dengue, y otras menos frecuentes, como leptospirosis y paludismo. No tiene caso alarmarse si no se cuenta con esos datos de laboratorio.
Conviene tener presente los signos de alarma: fiebre alta que persiste por más de cinco días. Dolor articular intenso con limitación física severa. Vómito persistente. Hemorragias de nariz o piel. Mareo grave. Dolor abdominal intenso. Disminución de la producción de orina. Dificultad grave para respirar.
El pronóstico en general es bueno para la vida, bueno para la función en la mayoría de los casos y malo con menos frecuencia. Por lo anterior, la gran mayoría se pueden tratar en casita con un sillón de reposo, una bufanda y… paciencia.