Fábrica de adictos a sedantes.

El hombre tomaba más de tres tipos de sedantes nerviosos con diferente nombre pero con los mismos efectos benéficos: conciliar el sueño y disminuir la ansiedad, pero también con los mismos efectos nocivos: principalmente la dependencia psicológica.

_Doc Kiskesabe, le voy a decir lo que tomo para mis nervios: en la noche me tomo media tableta de halción, pero si con esta no me duermo, a veces me tengo que tomar otra media de frisium. En la mañana en el trabajo, me tomo media de lexotan o unas gotas de rivotril y le voy cambiando según como me sienta, no tengo un horario para tomar esos medicamentos, pero los necesito todos los días porque si no los tomo, me desespero mucho y solamente me tranquilizo con esas pastillas, de las que a veces me tomo un pedacito chuiquito de una o varias de ellas. Ya llevo un año así y quisiera que me recetara algo para dejar estas pastillas.

_O sea que quiere dejar de depender de esas pastillas para depender de otras. _Dijo Kiskesabe socarronamente.

Se trataba de un hombre joven, 50 años de edad, de aspecto físico por demás sano, comerciante nato, adicto al trabajo, con jornadas no de 12 horas de sol a sol, sino de luna a luna pues se levantaba muy temprano en la madrugada y se acostaba muy tarde en la noche. Con ese ritmo de trabajo y resistir esas largas y penosas jornadas laborales, se deduce que este hombre no estaba enfermo, sino sobrado de energía, energía que reprime con tanto sedante. Buscaba la forma de abandonar esas tabletas.

Kiskesabe indagó la cantidad de sueño en 24 horas; aunque en forma intermitente, dormía entre 5 y siete horas, más que suficientes desde el punto de vista de fisiología normal del sueño, pues un adulto necesita mínimo unas 5 horas diarias de sueño para prevenir alteración del sistema nervioso.

Con este y otros datos, lo más razonable era motivar al paciente para que ese exceso de energía la aprovechara en otras actividades positivas y que le proporcionaran satisfacción y placer, no necesariamente bienes materiales: oír buena música, hacer ejercicio, degustar un buen vino, leer buena literatura, romper rutinas laborales, siendo posible, al ser su propio patrón de su negocio. Realizar actividades diferentes a las cotidianas. Cuando se es burócrata asalariado, es muy complicado romper esas rutinas, sin que le rompan a u uno “la mauser” (Kiskesabe lo dice por experiencia).

_No es recomendable dejar bruscamente sus tabletas porque usted depende psicológicamente de ellas. Hágalo disminuyendo poco a poco las dosis, según como usted se sienta, anote los beneficios y haga ajustes según resultados. No es posible prescribirle por escrito la dosis diaria y la cantidad por disminuir cada 3 o 6 días, deje que su cuerpo le vaya diciendo como se siente y con esos datos sustituya esas tabletas con otras actividades.

Resultado: el paciente entendió el mensaje, se armó de producto, no de gallina, sino de avestruz, decidió entre otras cosas, dedicarse al ejercicio trotando progresivamente (era sedentario), Kiskesabe supervisó la evolución y en un par de consultas, seis meses después el hombre trotaba los 10 kilómetros en una hora, bajó unos kilos de peso que tenía en exceso y ya no necesitaba ninguna tableta para su ansiedad. De hecho, participó en la carrera anual de 10 kilómetros de La Opinión. No le ganó a los Kenianos, pero participó.

NO PRESCRIBIR benzodiazepinas y otros hipnóticos a largo plazo en el paciente que consulta por insomnio. Es una recomendación de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria; recomendación a la cual Kiskesabe se adhiere fehacientemente y salvo raras excepciones, de vez en cuando prescribe dosis mínimas de sedantes a corto plazo.

El insomnio, la incapacidad crónica o prolongada para conciliar o mantener el sueño, es causa frecuente de consulta sobre todo en personas mayores y en el momento actual en la sociedad de consumo y competencia salvaje, en la que participan principalmente los jóvenes, sobre todo si son empresarios o asalariados.

El insomnio puede ser secundario a una condición médica, enfermedad psiquiatrita, ansiedad, depresión y estrés, a medicamentos, o puede ser un trastorno primario de causa no aparente. El insomnio puede desencadenar, agravar o prolongar otras enfermedades, provocando además fatiga crónica, alteración de la concentración mental y la memoria, irritabilidad, dificultad para relaciones interpersonales, disminución de la calidad de vida y riesgo de enfermedad psiquiátrica de nueva generación.

Las benzodiazepinas, como los cuatro medicamentos mencionados por nuestro paciente, son los fármacos más empleados para el tratamiento del insomnio y a corto plazo han demostrado ser eficaces en la duración del sueño. Sin embargo, su uso se asocia a un mayor riesgo de somnolencia diurna (efecto de cruda o resaca), accidentes de tráfico, dependencia psicológica y física, pérdida de memoria y riesgos de caída.

La experiencia clínica de Kiskesabe, coincide con esta información, pues ha observado cientos de casos clínicos con esas complicaciones propias del abuso de sedantes, medicamentos de los más prescritos a nivel mundial en este mundo globalizado y embarrado de corrupción, de imprudencia y deshumanización. Ante la más mínima queja de insomnio, la mayoría de los médicos prescriben sedantes, sin establecer un diagnóstico claro de verdadero insomnio que consiste en la incapacidad de conciliar o mantener el sueño durante por lo menos UN MES.

La mayoría de las veces el insomnio inicia después de alguna situación de estrés, esperando que al resolver esa situación o adaptarse a ella, se recuperará la calidad del sueño sin necesidad de fármacos sedantes.

Grave error se comete al prescribir un sedante porque se murió un familiar o para darle la noticia a alguna persona, de la muerte de un familiar; o porque no puede dormir porque se le vence la mensualidad del coche de lujo que adquirió, y otras decenas de circunstancias estresantes. Al menos, ningún paciente resuelve sus problemas con sedantes.

Para el paciente y los médicos es muy fácil caer en solicitar y prescribir un sedante. Así empieza la fábrica de adictos a los sedantes, facilitada por el gremio médico, prescribir sedantes, en vez de recomendar de inicio, medidas de higiene del sueño, control de estímulos estresantes, estrategias de relajación mental y en la mayoría de los casos, como algunos pacientes le han comunicado a Kiskesabe lo que hacen: tomarse un té bien cargado de hojas de “valemadrina” y si son hombres solitarios y solteros una solución naturista de “pardenal en gotas”, que ayudan a distraer la estresada mente. La mayoría de las veces, estas recomendaciones son suficientes para conciliar el sueño, sin recurrir a los sedantes.