Medicina con huevos.
Desde que empecé a estudiar medicina, allá por 1964, aprendí en fisiología, que los huevos, son de los productos más completos y balanceados en todos los nutrientes. Los maestros de aquellos tiempos idos que no volverán, nos enseñaban a armarnos de huevos, pues como estudiantes abonados, sabían que nos daban muy mala alimentación: coman huevos, beban huevos, hervidos o en licuados, nos decían. ¡No más no vayan a chuparlos, la cáscara está contaminada!. Nos advertían esos bondadosos maestros de antaño. Para estudiar medicina los huevos son necesarios todos los días, sin huevos no se pueden lograr todos los objetivos en sus vidas. Nos repetían.
Hoy, médicos y pacientes le tienen miedo a los huevos. ¿Por qué? Dicen los que saben que el miedo surge de la ignorancia.
Veamos el contenido, no de la ignorancia, sino de los huevos: Los huevos contienen vitaminas liposolubles (solubles en grasas) como la A (betacaroteno), D, E y K. Además vitaminas hidrosolubles (solubles en agua) como la B1 (tiamina), B2 (riboflavina), niacina, B6, ácido fólico, B12, biotina, vitamina B5 (ácido pantoténico), vitamina C. También minerales como calcio, fósforo, potasio, magnesio, hierro, cinc, yodo selenio cobre, flúor, manganeso, cromo y sodio; lípidos y grasas incluyendo colesterol y carbohidratos; 19 aminoácidos como leucina, metionina, triptófano, tirosina, entre otros, y proteínas.
Como vemos, tiene vitaminas de la A y la Z y es un alimento bastante completo. ¿Porqué se le teme a los huevos?
Hay que tener huevos, conocer el contenido de los huevos y comer huevos, para no tenerle miedo a los huevos. Por lo anterior, un hombre sin huevos es un hombre incompleto. Me refiero a la alimentación sin huevos.
Si analizamos el contenido, se concluye que el huevo proporciona prácticamente todos los nutrientes para garantizar la buena calidad de la alimentación. ¿Por qué los huevos producen miedo? Por el temor infundado al colesterol.
El colesterol no es un veneno, al contrario, sin el colesterol no podemos vivir, es un nutriente imprescindible e insustituible para el buen funcionamiento de nuestro cuerpo. Simple y llanamente forma parte de todas las células, enzimas y hormonas del cuerpo, incluyendo las hormonas sexuales. Sin el colesterol el ser humano no funcionaria sexualmente, ni con viagra.
¡Increíble y paradójico! El macho mexicano le teme al colesterol y su machismo, en parte, se sostiene y depende de ese colesterol.
El miedo al colesterol y al huevo es un mito, los mitos surgen de la ignorancia. La elevación del colesterol por encima de lo normal se debe a un defecto en el metabolismo interno hepático del colesterol y no al colesterol de los alimentos como el del huevo o las grasas animales.
Los huevos contienen ente 200 y 250 miligramos de colesterol. Supongamos que a una persona le inyecten directamente en la vena esos 250 miligramos de colesterol, al diluirse en los 3 y medio a 4 litros de sangre de nuestro cuerpo se elevaría unos 2 o 3 miligramos. Sería una elevación insignificante. Ahora bien, los 250 miligramos de colesterol de un huevo, no se absorben por completo hacia la sangre durante la digestión. En otras palabras, un par de huevos diarios, no repercuten significativamente en las cifras de colesterol y no le hacen daño a nadie. Al contrario, aporta una buena cantidad de nutrientes esenciales para la vida saludable. Por supuesto, a los que se les sube el colesterol, se le recomienda disminuir la ingesta de los alimentos ricos en grasas saturadas, principalmente las grasas animales o productos ricos en grasas trans como los aceites industrializados y la margarina, que la sociedad ingiere indiscriminadamente en las frituras comerciales actuales.
Así, que ármese de huevos, con ellos se elimina el miedo al colesterol, aunque su precio actual se ha elevado, vale la pena por su rico contenido en nutrientes esenciales para la vida. Le resulta mucho más económico que comprar complementos de vitaminas sintéticas.
En 1973, la Asociación Americana del Corazón recomendó disminuir la ingesta de huevos a tres por semana, es decir, a llevar una vida con pocos huevos. Sin embargo, en el momento actual, se afirma que el efecto del colesterol ingerido en los alimentos como el huevo y otros, es mínimo y que la elevación del colesterol en la sangre depende en más del 80% de factores genéticos que alteran el metabolismo interno del colesterol a nivel hepático y muy poco que ver con la alimentación. Reitero, este concepto lo aprendí en la escuela de medicina, hace ya 46 años. Y ahora lo exponen como novedoso.
A los huevos que si hay que tenerles miedo es al de las avispas y el avestruz, ambas los ponen muy grandes, con mucho colesterol, sobre todo el del avestruz.
Lo anterior es semejante al mito puramente comercial de que la leche en polvo de vaca era mejor que la humana para criar a los niños recién nacidos, como hicieron creer a los pediatras y a todo el gremio médico, allá por 1973, precisamente. Y este fenómeno lo viví en pleno Centro Médico Nacional, ahí nacieron mis dos hijos mayores. Recuerdo que personalmente salía del hospital de pediatría con una gran bolsa llena de botes de leche Nestlé, la consumíamos mi esposa y yo, el salario de residente de medicina interna, apenas si nos alcanzaba para comer. Mis hijos se criaron con leche materna. Esa leche en polvo, me ayudaba a resistir aquellas agotadoras, duras y explotadoras jornadas de 36 y 48 horas seguidas, durante las guardias hospitalarias.
Y el mito de que la leche entera de vaca es nociva, persiste, también por el mito del colesterol. Precisamente, los ejidatarios productores de leche de vaca, la venden en corral a cinco o seis pesos por litro y consumen leche industrializada en caja de 12 o 15 pesos por litro. Me consta, pues cuando voy a mi pueblo, precisamente el café de olla me lo brindan con leche de caja. Obvio, yo prefiero la de vaca y hasta el día de hoy, consigo y consumo leche pura de vacas contentas.
¡Ah, y no lave sus huevos! Dicen que lavarlos y guardarlos, facilita la penetración de bacterias por los múltiples poros que tiene la cáscara, poros que al lavar los huevos se destapan. Se recomienda guardar los huevos sucios y limpiarlos a la hora de usarlos, justo antes de meterlos… a la sartén.