Insuficiencia cardiaca.

El hombre octogenario llegó bufando a la sala de espera del consultorio del Doc Kiskesabe. El jadeo y la sed de aire eran evidentes y el semblante del paciente era de desesperación. Ya no se diga de sus dos hijos y su esposa. ¡Se nos va mi papá, creemos que es la presión alta!. Exclamaron sumamente alarmados. No era para menos.

Disnea severa de pequeños y medianos esfuerzos, caminar y subir escaleras, no se le oyen silbidos al respirar por lo que seguramente no es disnea por asma bronquial; por su edad, seguramente esa disnea o sed de aire es por insuficiencia cardiaca consecuencia de su avanzada edad o cardiopatía isquémica senil sin infarto, causa más frecuente de esta falla, aunque pudiera tener el antecedente de algún infarto cardiaco antiguo, lo que es menos probable. Pensó lo más rápido que el traqueteado cerebro de Kiskesabe pudo, para establecer el diagnóstico y plantear un tratamiento inmediato.

_¿Cuanto tiempo lleva con este problema?

Preguntó Kiskesabe simultáneamente al tomar la presión arterial, colocar el termómetro en la axila y contar las respiraciones y la frecuencia cardiaca por minuto.

_Ya tiene como tres meses que empezó con falta de aire, pero no le había hecho caso hasta hoy que se puso a trajinar durante mucho más tiempo en el jardín. _Respondió ansiosa una de las hijas.

_Tranquilícense. Parece que se trata de una insuficiencia cardiaca congestiva, el corazón se cansó y esta débil para bombear sangre. Pero estoy viendo y observen ustedes que la agitación está disminuyendo desde que se sentó y ese es un buen signo de recuperación. _Explicó Kiskesabe, quien en algún momento también pensó que este hombre podría utilizar la cama de exploración como plataforma de despegue para abandonar este caluroso mundo.

_¡La presión, doctor, la presión, como está, la ha de tener por las nubes!. _Insistió desesperada la esposa.

_No se preocupe por la presión alta, en realidad la tiene baja con 80/50 y normalmente varía de 90/50 a 150/110, con promedio de 120/80, su frecuencia cardíaca también es baja de 55 latidos por minuto, normalmente varía de 60 a 110, con promedio de 80, su frecuencia respiratoria era de 40 respiraciones por minuto, normalmente oscila entre 15 y 25 con promedio de 20. Pero observe que ya disminuyó con el reposo, ese es buen signo. _Afirmó Kiskesabe, con lo que el paciente y sus familiares empezaron a recuperar la calma. ¿Tomará para la presión? Ahí podría estar la clave de este problema. Ya veremos. Pensó Kiskesabe.

Ya con la tranquilidad de la mejoría inmediata del paciente, Kiskesabe procedió a continuar con el interrogatorio y exploración física para confirmar o desechar el diagnóstico de insuficiencia cardíaca, buscar la o las posibles causas, determinar si existe alguna otra enfermedad concomitante y de esa forma plantear un pronóstico y un plan de estudio y tratamiento médico inmediatos, con el fin de retardar que este hombre abandone este, maravilloso, para Kiskesabe o perro mundo para algunos, y que se la pase lo mejor posible durante su efímera estancia.

El interrogatorio confirmó la fatiga y la disnea (sed de aire) progresivas y relacionadas con el esfuerzo desde tres meses antes, hasta llegar a la disnea paroxística nocturna, el hombre se despertaba en las madrugadas con brusca sed de aire y tos, que desaparecían al sentarse. La exploración física mostró aumento del volumen de las venas del cuello (venas yugulares) al acostarse y disminuye al sentarse, el hígado crecido de consistencia blanda y de superficie lisa ligeramente doloroso por la congestión, y edema de miembros inferiores.

Con estos datos y los signos vitales mencionados, y sin tantos estudios de alta tecnología moderna, dicen los libros que es fácil establecer el diagnóstico de insuficiencia cardiaca y me consta que así es en la práctica. Para ejemplo este caso. Por supuesto, si contamos con algunos estudios adicionales que nos pueden ayudar a redondear el diagnóstico, debemos aprovecharlos.

Finalmente, se aclararon las causas de esta insuficiencia cardiaca. El hombre ingería desde hacia varios meses tres medicamentos para el control de la presión arterial: con 150/95, presión completamente normal a los 80 años, SIN MOLESTIA ALGUNA prescribieron losartan de 50 miligramos, metoprolol y felodipino una tableta diaria respectivamente, a las pocas semanas, empezó la disnea (fatiga y sed de aire) de grandes esfuerzos al principio y empeorando progresivamente. Los efectos colaterales de esos medicamentos es bajar demasiado la presión, disminuir la frecuencia cardíaca y mermar la fuerza de contracción del corazón y estos fármacos prescritos precipitadamente, desencadenaron la insuficiencia cardíaca de este hombre, sin antecedentes de hipertensión arterial en un corazón, por supuesto, ya agotado con arteriosclerosis coronaria.

Prueba de lo anterior son los resultados obtenidos con el retiro progresivo de ambos medicamentos. El hombre, en los primeros días sin esos fármacos, recuperó su presión normal de 140/90, su frecuencia cardiaca de 75 latidos por minuto, desapareciendo todos los datos mencionados de insuficiencia cardiaca sin necesidad de otros medicamentos. Seis meses después, acudió a consulta sin molestia alguna, con signos vitales normales, sin medicamento alguno. Se confirmó que los medicamentos desencadenaron la insuficiencia cardiaca en un corazón ya predispuesto por la senilidad. Me consta que he observado otros pacientes más jóvenes con estos mismos medicamentos y a dosis mayores y sin llegar a la insuficiencia cardiaca tan grave como la de este caso, pero también me consta que algún paciente después de ingerir estos medicamentos, terminó urgentemente en un quirófano para colocarle un marcapaso cardiaco.

Debo informar a los lectores que ingieren medicamentos para la presión arterial que he observado no uno, sino decenas de enfermos intoxicados por exceso de medicamentos para el control de la presión arterial, con el corazón débil en diferentes grados de gravedad y de lesiones: la insuficiencia cardiaca como la de este caso, mareos con caídas y fractura de cadera y fémur o contusiones craneales con hematomas subdurales intracraneanos, entre otras lesiones no menos graves, desencadenadas por imprudencia.

Y un detalle adicional, en ningún libro de cardiología se menciona a los medicamentos para la presión arterial como desencadenantes de insuficiencia cardiaca. Estos casos no entran en las estadísticas, los médicos no vigilan los efectos tóxicos de esos fármacos (farmacovigilancia), ni los toman en cuenta.

Por lo anterior, Kiskesabe recomienda a los enfermos, vigilar esos efectos. Si al tomar medicamentos para la presión arterial se siente peor que cuando no los tomaba o si durante la ingestión de esos medicamentos para la presión arterial se siente mareado, débil, cansado, dolor de cabeza, somnoliento y le empieza a faltar el aire cuando hace esfuerzos (disnea) y si al medir la presión se encuentra debajo de 120/80: ¡Cuidado! Los medicamentos para la presión le pueden estar causando más daño que beneficio. Avísele a su médico y prepárese: con seguridad le recomendará que siga tomando los medicamentos y la amenazará de muerte, le dirá que si no los toma, se muere. Si no hay satisfacción a sus quejas, busque otra opinión.