Sobrediagnóstico 4.
Aunque suene reiterativo, revisemos un cuarto mecanismo de sobrediagnóstico. Los críticos analistas le llaman INCIDENTALOMAS, por lo siguiente. Cada vez más se hacen pruebas de diagnóstico por imágenes de ultrasonido, tomografía o resonancia magnética, que además de ver lesiones muy pequeñas, se encuentran INCIDENTALMENTE otras que no se buscaban: los incidentalomas.
Incidente deriva del latín incidens, que puede traducirse como: lo que sucede inesperadamente durante el desarrollo de un asunto y que modifica su evolución y resultados. Incidente deriva del griego, tenemos el prefijo in= hacia dentro, el verbo cadere= caer y el sufijo –nte= agente. A incidental se le agregó la terminación griega oma= tumor, y se transforma en incidentaloma, o sea: un tumor incidental.
Ejemplo: recuerdo un caso operado con diagnóstico preoperatorio de apendicitis aguda, la biopsia de un ganglio crecido junto al apéndice mostró incidentalmente un linfoma de Hodking, cáncer de ganglios.
Otro ejemplo popular: salió a buscar lana, incidentalmente, salió trasquilado.
Ahora bien. La posibilidad de que en una persona sana padezca cáncer cuando al solicitar estudio de imágenes se encuentre un incidentaloma, es decir, una “bolita no buscada” o imprevista, en pulmón, riñones, hígado o tiroides, se reduce a 0.01 a 3.6% de que se trate de un cáncer, y de 96.4 a 99.99% de que no es cáncer. Muchos daños se provocan al solicitar biopsias, estudio invasivo y por tanto agresivo, a esas personas sanas con un incidentaloma. Los daños van desde lo psicológico al sembrarles la idea de un cáncer maligno asociado a muerte inminente o sufrimiento intenso, hasta las hemorragias, lesiones de otros órganos, infecciones y muertes, en el intento de diagnosticar con maniobras invasivas.
En otras palabras, un hallazgo incidental, desencadena con más frecuencia, daño que beneficio.
O dicho de otra forma: más no siempre es mejor. Y con más frecuencia, es peor. Más estudios no proporcionan diagnósticos más exactos, sino pruebas anormales, personas a las que se le aplica el protocolo o la guía médica indiscriminadamente o “de rutina” y las rutinas enferman y matan. Y esto es un fenómeno incuestionable, que cotidianamente viven personas sanas sometidas a las modernas tecnologías de detección temprana de enfermedades.
Conviene diferenciar un sobrediagnóstico de una prueba con resultado falso positivo. Una prueba falsa positiva se refiere a una prueba sugestiva de alguna enfermedad, pero que en última instancia resultó ser un error. Por lo general se detecta por un segundo examen. A los pacientes con resultados falsos positivos se les explica que no tienen la enfermedad y no son tratados y los pacientes sobrediagnosticados se les dice que tienen la enfermedad y por lo general reciben tratamiento. La esencia de este fenómeno, es la interpretación hecha por el médico clínico.
Para muestra un botón: un día un hombre sano, al borde del suicidio, de 60 años de edad, se presentó con Kiskesabe con un antígeno prostático elevado a 24 (normal, no más de 5). Le propusieron cirugía urgente de próstata con diagnóstico probable de cáncer. Este es un sobrediagnóstico. Este hombre era paciente de Kiskesabe desde unos seis años atrás, sin ninguna molestia de próstata el sujeto se presentaba en el mismo laboratorio, cada 6 meses para medirse el antígeno prostático y en más de 10 mediciones, ninguna había rebasado los 5 unidades de antígeno prostático. El resultado muy elevado, de 24 unidades se lo realizó en un laboratorio diferente al que se había realizado los diez estudios previos, laboratorio de confianza de Kiskesabe.
_”Sereno moreno”. _Dijo confianzudamente Kiskesabe al supuesto enfermo. _Lo más probable es que se trate de una prueba falsa positiva porque tu último resultado hace 4 meses era normal y es poco probable que un cáncer de próstata se dispare en tan poco tiempo pues esos tumores son de evolución muy lenta. Repite el estudio en el laboratorio en el cual siempre te has realizado tus pruebas. _Le dijo.
El resultado fue normal, de cuatro. Igual que los anteriores. Para Kiskesabe fue una prueba falsa positiva. Para el otro colega fue un sobrediagnóstico, no repitió el estudio para confirmar. Vaya, ni siquiera preguntó sobre los estudios precedentes. A este sujeto “lo salvó la campana”, Kiskesabe no más la hizo sonar.