Sobrediagnóstico 1.

La palabra diagnóstico viene del griego dia= a través de y gnosis= conocimiento. Es la capacidad de discernir, distinguir o reconocer mediante o, por medio del conocimiento. De ahí surge, agnóstico= sin conocimiento.

De un buen diagnóstico, podemos hacer un buen tratamiento y pronóstico. Pronóstico deriva del prefijo pro= hacia, antes y, gnosis= conocimiento. Pronóstico se refiere a predecir lo que ocurrirá en el futuro. En el caso de una enfermedad, nosotros los médicos, con nuestra experiencia, debemos conocer lo que puede suceder de acuerdo con el diagnóstico.

La palabra sobre, viene del latín super= encima de. Ya podemos entender el significado de superávit= ganancia excesiva, superficie= sobre la cara, por ejemplo del mar. Superfluo= lo que está de más o de sobra. Hiper, en griego significa sobre, encima de.

Con lo antedicho, se puede comprender el significado de sobrediagnóstico, hiperdiagnóstico, o lo que es lo mismo, diagnóstico superfluo, excesivo o exagerado, por encima de la realidad.

Más claro, sobrediagnóstico, significa diagnosticar una “enfermedad” que nunca causará síntomas o la muerte por si misma. Es un problema médico muy frecuente en el momento actual, convierte a personas sanas en enfermos y a los verdaderos enfermos en graves y conduce a tratamientos que causan daño físico, emocional, económico, y hasta la muerte, sin aportar beneficio alguno.

El sobrediagnóstico suele ocurrir cuando hacemos diagnósticos en las personas y los etiquetamos como anormales o en riesgo, antes de que tengan molestias o síntomas, es decir en personas normales y sanas. Esto sucede al hacer creer a médicos y a las personas, que la mejor estrategia para mantenerse sanas, es el diagnóstico precoz. Ya veremos que esto no es real.

Muchos médicos y personas creen que realizar diagnósticos precoces o tempranos, ayudará a la gente a vivir más tiempo y mejor. Esta creencia fomenta el sobrediagnóstico.

¿En qué consiste pues, y cual es la esencia del sobrediagnóstico?

Es la detección de una anormalidad o condición asintomática que NUNCA progresará o, de hecho, puede regresar y desaparecer o, SI PROGRESA, lo hace tan lentamente que el paciente suele fallecer de otra causa antes de tener síntomas.

El sobre diagnóstico es un típico efecto secundario de una estrategia que hemos llegado a pensar que es la más correcta en medicina: detectar y tratar enfermedades antes de que produzcan problemas.

Los médicos no podemos saber que es o no es sobrediagnóstico, en el momento del diagnóstico ya que solo puede ser confirmado en un individuo si nunca es tratado o muere de otra causa. Por lo anterior, existe una tendencia exagerada a tratar a todos los pacientes, y este es el mayor problema del sobrediagnóstico ya que: el tratamiento no será útil, no hay nada que arreglar y solo puede hacer daño.

Por otra parte, el paradigma de diagnóstico y tratamiento precoz no siempre está equivocado. El problema es saber con que frecuencia es bueno adelantarnos a lo síntomas.

Tomar decisiones al respecto, es un gran dilema médico ético ante la persona que busca el bienestar. El médico debe centrar la atención en el bienestar de la persona enferma o no enferma. Se puede caer en el extremo de centrar la atención en el bienestar económico del propio médico.

Los comentarios previos están originadas en acotaciones de otros autores, que coinciden con las reflexiones personales plasmadas en esta columna de opinión que data de más de 30 años de publicarse y cuyo contenido se ha fundamentado en experiencias del ejercicio profesional cotidiano.

Por otra parte, existe un libro del Dr. Gilbert Welch: SOBREDIAGNÓSTICO: enfermando a la gente en la búsqueda de la salud. En ese libro, se encuentran conceptos, reitero, ya plasmados en comunicaciones previas de esta columna.

Menciona los mecanismos que conducen al sobrediagnóstico.

El primero: cambiar las reglas o criterios para diagnosticar enfermedades. Cuando estudiaba medicina, allá por 1968, las personas con 160/110 de presión arterial eran sanas. Así nos enseñaba el cardiólogo, esas cifras eran el límite para iniciar tratamiento. Esa regla se ha modificado y ahora a cualquier persona sana y asintomática que le encuentren 140/90, la hospitalizan en terapia intensiva, le aplican tabletas sublinguales, lo atiborran de medicamentos para “normalizar” su presión.

Si bien es cierto que es beneficioso tratar la presión alta severa de 160/110, para lograr cifras inferiores, el cambio en la regla de tratar a los que tienen 140/90 esta provocando daños psicológicos, físicos y económicos, por los efectos tóxicos de los fármacos, empeorando la calidad de vida de los supuestos enfermos que sufren de los “bajones” de la presión arterial por debajo de los 120/80, sobre todo en personas de edad avanzada, que no toleran esas cifras, quejándose de mareos, dolor de cabeza, debilidad general y hasta de confusión mental y trastornos de la memoria y concentración mental a consecuencia del sobrediagnóstico y sobretratamiento.

Y este tema no se acaba, hasta que se acaba.