Malicia sanitaria.

Malicia sanitaria se refiere a las actividades preventivas, diagnósticas, terapéuticas o rehabilitadoras, de dudosa utilidad para el individuo o la sociedad, pero que benefician a quienes las promueven o promocionan.

Es malicia la invención y promoción de enfermedades inexistentes, la medicalización de los pacientes, las intervenciones sanitarias innecesarias y en ocasiones peligrosas.

La malicia sanitaria explota la ignorancia, el miedo y la incertidumbre de los seres humanos ante la posibilidad de estar enfermos. Ofrecen propuestas de dudosa utilidad, a veces bien intencionadas, pero sin crédito científico o inaceptables éticamente. Llevan a falsas conclusiones a través de medias verdades, extrapolaciones atrevidas, interpretaciones sesgadas y afirmaciones inciertas.

Es un problema médico frecuente a nivel mundial y se produce en cualquier área del conocimiento y actividad del médico. La malicia forma parte del fenómeno humano.

Malicia sanitaria son medias verdades con intereses variados, promovidos por médicos ambiciosos económicos o sedientos de fama, o ambas cosas, “simultáneamente a la vez”.

Para entenderla basta mencionar ejemplos muy frecuentes:

Presentar los factores de riesgo para la salud como si fueran enfermedades graves propiamente dichas. El colesterol y los triglicéridos altos, la presión arterial alta, la osteoporosis o la “vejentud”, no son enfermedades y no provocan síntomas agudos inmediatos que pongan en peligro la vida, son factores acumulativos a muy largo plazo, con riesgo de acelerar el desarrollo de la ateroesclerosis (endurecimiento de la arterias) pero no necesariamente.

Actividades preventivas discutibles. Prescribir aspirina a personas sanas sin ningún factor de riesgo presente; prescribir metformina a personas con azúcar normal con el pretexto de que su mamá o su papá son diabéticos. Ambas acciones no previenen nada y si pueden provocarse hemorragias digestivas graves con la aspirina o bajas bruscas de azúcar con la metformina.

Cambio del concepto de pandemia por la OMS ante la gripe A. La gripe A por ahí del 2010 fue un brote común y corriente de temporada gripal. Una epidemia afecta al menos al 5 a 10% de la población. Si Poza Rica tuviera 200 mil habitantes, habríamos tenido que atender a unos 10 a 20 mil enfermos de gripa y los hospitales públicos y consultorios y sanatorios privados no habrían sido suficientes. Esto no sucedió en esa época. Hay malicia al etiquetar de epidemia a un brote temporal.

Empresas sanitarias con prácticas no éticas. La industria farmacéutica es el principal interesado y promotor de malicia sanitaria, sobre todo en países subdesarrollados como el nuestro. En esa época ciertos laboratorios hicieron su agosto ofertando antivirales para la “epidemia de gripe”. La sociedad vivió una época de pánico para comprar antivirales.

Los “productos milagro” son considerados fraudulentos ya que se venden y publicitan como medicamentos sin reconocimiento legal respectivo. Para superar su ilegalidad, alegan que son productos nutricionales con propiedades saludables, para venderlos como productos alimenticios o complementos dietéticos, pero su etiquetado puede ser engañoso o poco comprensible para el consumidor. A muchos productos “naturistas” para bajar de peso, por ejemplo, les agregan polvo de anfetaminas, droga estimulante del metabolismo, sin mencionarlo en la etiqueta de contenido y obviamente, sin decírselo a los “gorditos” y mucho menos de advertirles de los serios efectos tóxicos, potencialmente mortales.

Consecuencias de la malicia sanitaria: efectos secundarios de las actividades preventivas, las pruebas diagnósticas y los tratamientos farmacológicos o no, con daños emocionales, físicos y económicos. Sobrediagnóstico y diagnósticos irrelevantes. Ejemplo: a cualquier persona que le encuentren ligeramente bajas las plaquetas ya lo están tratando como dengue hemorrágico y sin hemorragia, los hospitalizan, les solicitan estudios y los medican sin necesidad.

Negocios fraudulentos y enriquecimiento ilícito. Cuidado con que a un hombre sano le encuentren ligeramente elevado el antígeno prostático. De inmediato y de urgencia, para el médico, ya le están quitando la próstata sana, envuelta en un cheque de 50 mil pesos y a ese paciente sano, lo condenan a consumir viagra y pañales desechables de por vida.

Solo la conciencia médica individual ante la malicia sanitaria puede prevenirla: actuar con ética y comprometidos profesionalmente con y para los pacientes, sin intereses bastardos, hijos de la mala vida. Me refiero a los intereses bastardos.

Y ustedes, los usuarios del servicio médico, debe detectar a los médicos maliciosos. De que los hay, los hay. Ni duda.