Homosexualidad 6.
En 1973 la asociación americana de psiquiatría eliminó a la homosexualidad del manual de diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, considerando que la homosexualidad no es una enfermedad. En 1990 la OMS hizo lo propio. Pero como dijo Galileo Galilei, en la hoguera: “eppur si muove”, refiriéndose a la tierra que se mueve alrededor del sol, obligándolo en la hoguera a decir lo contrario, que el sol giraba alrededor de la tierra y que la tierra era estática: y sin embargo se mueve.
Parece obvio suponer que la homosexualidad en general, se sale del patrón normal. No es normal, si fuera normal, no causaría tanta polémica. El patrón sexual normal, biológico, emocional y social, indiscutible, ya se ha comentado, es la relación mujer-hombre, positivo-negativo y esa afirmación nadie la discute.
Hasta los mecánicos utilizan términos como el tornillo es macho y la tuerca hembra, rosca macho, rosca hembra y si la rosca macho no coincide con la rosca hembra, hay problema, puede ser leve o grave que lesione al motor, pero siempre hay problema porque se sale del patrón considerado como normal. La analogía parece burda. Cuestión de enfoque.
El conocimiento surge de distinguir lo normal o fisiológico de lo anormal. Es imposible establecer patrones exactos en un mundo cambiante en lo biológico y sobre todo en lo social. La sociedad cambia en el tiempo y en la geografía, más rápidamente que la biología. Las relaciones sociales en África son muy distintas a las de Estado Unidos, pero la fisiología y anatomía entre negros y blancos, es prácticamente la misma, con excepción evidente en el color de la piel en la que influye la geografía y que “corroe el hígado” de los blancos.
Ya se comentó la falta de evidencias categóricas para probar que la homosexualidad tiene un patrón de origen genético, anatómico y hormonal. Así, conviene ubicarla en el muy variado ámbito social cultural y emocional. Por eso, en este contexto, se considera a la homosexualidad como de origen más social que biológico, aunque tampoco se ha logrado establecer un patrón social, por lo variado y cambiante de las relaciones sociales en el corto tiempo y en la poca distancia geográfica entre un grupo social y otro. Las relaciones sociales de los vecinos del norte son muy diferentes a las de nosotros los mexicanos, pero ya nos están invadiendo y conquistando con sus usos y costumbres en todos los terrenos, sustituyendo tortillas por pan blanco, cecina con enchiladas por hamburguesas, festejo a nuestros muertos por festejo a las brujas (Halloween) y hasta joto por gay.
Mediante películas, videos, y demás parafernalia de comunicación de masas, están haciendo creer a legos y profanos que la homosexualidad es por demás y definitivamente genéticamente normal. Una falsedad, repetida un millón de veces, la sociedad termina aceptándola como verdad. ¿Estaremos viviendo este fenómeno?.
La homosexualidad se encuentra prohibida en unos 75 estados, la mayoría de África y Asia. El termino homosexual se usa desde 1869, popularizándose en 1886. Inicialmente se catalogó como una enfermedad, patología o trastorno que había que curar, hoy se considera como preferencia o tendencia sexual.
Se ha considerado a la homosexualidad como un desajuste psicológico, o que se trata de un síntoma de patología mental, como perturbación en la orientación sexual, en estos cambios semánticos y “dimes y diretes”, nada más, influyen factores sociopolíticos, más que biológicos, médicos o psiquiátricos. Eso si: plagados de prejuicios científicos, sociales y religiosos y porque no, hasta de una rica picardía coloquial.
El anglicismo gay deriva del latín gaudium= gozo, alegría. Gay es un eufemismo de términos mal sonantes con los que se identifica a un homosexual, según la región geográfica. Los términos surgen de las variadas prácticas de contacto homosexual utilizando además voces como la de homosexual activo o pasivo aunque en realidad los dos son activos. Literalmente se le llama activo al que penetra y pasivo al que es penetrado, pero no se puede ser lo uno ni lo otro sin acción, es decir sin actividad.
Esta división probablemente viene de que el que penetra posiblemente trata de salvarse de ser considerado como homosexual, partiendo de la base biológica de que el que penetra conserva su hombría y el que la pierde es el penetrado. Pero en general, los papeles se cambian, puesto que la mayoría de los homosexuales con caracteres sexuales anatómicos y fisiológicos de hombres, siempre conservan la respuesta sexual de hombres, sin importar si los estímulos son de la propia persona como en la masturbación solitaria, o si la masturbación y otros estímulos los realiza otra persona del mismo sexo.
He aquí un hecho. Efectivamente, un hombre o una mujer conserva la capacidad biológica de responder sexualmente ante estímulos de personas del mismo sexo y esto es determinado obviamente por la genética. Ni duda. Parece que este es el argumento de quines defienden que el homosexual nace, no se hace. Pero recordemos que también existen circunstancias en las que una persona no responde a los estímulos sexuales ni de personas del sexo opuesto o del mismo sexo y esta falta de respuesta puede deberse más a factores psicosociales o de circunstancias variables.
Muchos heterosexuales han vivido la experiencia de haber sido “manoseados” por un homosexual “a ver si es cola y pega” o viven acoso homosexual, y la mayoría, deciden seguir siendo “machitos” y es posible que en ocasiones se “sacrifiquen” para obtener un aumento de sueldo, un ascenso o un puesto político o gozar de privilegios especiales en un sistema corrupto como el que nos ha tocado vivir.
Por otra parte, la disfunción eréctil o la falta de respuesta sexual satisfactoria en la mayoría de los casos, es más de origen psicosocial que genética u hormonal. De esto tampoco existen dudas razonables.
¿Será la incapacidad emocional para obtener y dar satisfacción en una relación heterosexual, uno de los factores que durante la adolescencia, o en la etapa adulta, frustre y amargue la mente y decidan elegir el camino de la homosexualidad?