¿Se cura el sida? 5.

¿SE CURA EL SIDA? 4

Por fortuna Kiskesabe nació en un pueblo sin iglesia, fundado en 1821, Solís de Allende, a 10 kilómetros de Temapache, donde si hay una muy antigua, data del siglo XVI. Dicen los que saben. Digo por fortuna porque Kiskesabe no es afecto a las iglesias y a lo que en ellas se pregona. Aunque es probable que contra su voluntad, seguramente de niño, en esa iglesia lo bautizaron, lo que no lo hace creyente. Afortunadamente en Solís de Allende si hubo una escuela rural federal, de la época vanguardista de Lázaro Cárdenas, con buena educación en aquel tiempo, con maestros normalistas comprometidos con la educación laica.

Hay pueblos que avanzan, los menos, hay pueblos que se estancan, y muchos que se atrasan, Solís de Allende es de estos. Había uno que otro adulto alcohólico, hoy hay muchos jóvenes alcohólicos, incluso niños. Todos los niños eran de peso corporal normal, hoy hay niños de 10 años de edad con 100 kilos de peso. Sigue la misma escuela primaria, representa la luz hacia el pensamiento libre. Ya hay iglesia, símbolo del oscurantismo dogmático. No había habitantes en tratamiento para la presión alta ni diabéticos en tratamiento. Hoy, he visto a muchos de mis coterráneos intoxicados con medicamentos para la presión arterial y con bajones del azúcar por dosis excesivas de antidiabéticos.

No he sabido de algún habitante con SIDA. Pero esa congregación, como muchas de la campiña mexicana, se han estancado o no han avanzado. Y como muchas congregaciones de campesinos en todo México, nuestros vecinos del norte los han transculturizado. Muchos ejidatarios tienen sus grandes camionetas “americanas”, los desechos de los gringos, pero las mujeres aún acarrean leña en sus cabezas. Las trasnacionales lecheras les compran la leche entera y saludable de sus vacas a cinco pesos el litro y esa misma leche, se las revenden con agua, eso es la leche ligera o “laig”, pero a 15 pesos el litro.

Concretamente, nos han invadido y conquistado, culturalmente, en nuestras costumbres de nutrición, vestido, con diversiones insanas, y hasta en tendencias sexuales.

_Oiga Doc Kiske, fíjese que en mi pueblo hay una iglesia que se parece al SIDA_ Dijo un pícaro paciente a Kiskesabe.

_¡A chin! _ reaccionó Kiskesabe con sorpresa. _¿Cómo está eso?. ¿Es iglesia especial para enfermos con SIDA?

_No. Esa iglesia se parece al SIDA porque no hay cura. _ Rió el paciente.

_Ya veo. _Dijo Kiskesabe sonriendo. _Tienes razón, la Iglesia de mi pueblo, es igual a la del tuyo. Nomás está el edificio, pero sin cura. Esto es bueno para la sociedad, que no haya quien pregone el oscurantismo.

Y efectivamente, el SIDA: no tiene cura. Esto si que estaca Brown. La muerte de los enfermos con sida es dramática, sobre todo para los familiares que pierden a sus seres queridos. Insisto, me tienen impresionados los pocos pacientes que he visto con SIDA, manejan su problema, con mucha templanza. Suelen aplicar el lema: si tu mal tiene remedio, para que te preocupas, y si sabes que no lo tiene, para que te preocupas.

He aquí el fenómeno humano, en ocasiones en broma. ¿La vida es una broma? ¿Habrá que reír cuando llorar no se puede? ¿Al mal tiempo, buena cara?.

Los medicamentos antirretrovirales no han logrado curar el SIDA y solo retrasan el desenlace fatal, así lo reconoce la medicina oficial. Los disidentes del SIDA arguyen que si no esta demostrada la existencia del virus, no hay porque utilizar antirretrovirales, incluso afirman que uno de los medicamentos utilizados para el SIDA, la azidotimidina (AZT), puede causar inmunodeficiencia empeorando o causando el SIDA.

Esto es contrario a lo que afirman los grupos de tratamiento del SIDA quienes han observado menos complicaciones y han disminuido la mortalidad sin negar los efectos tóxicos de la terapia múltiple con esos medicamentos, capaces de lesionar el hígado produciendo hepatitis tóxica, el tubo digestivo con náuseas vómitos o diarrea, la médula ósea con anemia, disminución de glóbulos blancos (inmunodeficiencia) y plaquetas, lesión del sistema musculoesquelético, del páncreas, o del sistema nervioso con neuropatías periféricas, entre otros.

He revisado los procedimientos del estudio y tratamiento de las personas VIH positivos y al menos en el papel, las autoridades sanitarias han diseñado un sistema de orientación del consentimiento informado, bien estructurado para que finalmente sean los VIH positivos los que tomen la decisión de si aceptan el tratamiento o no.