El mejor estudio.

Una enferma muy preocupada por su padecimiento, de primera intención, me sugirió que la enviara para hacerse un buen estudio para resolver su enfermedad pues había recibido 5 tratamientos en 8 meses y su problema se repetía nuevamente. Le urgía que le hicieran radiografías, ultrasonido o tomografía, lo que fuera necesario, pero que le aclarara su problema.

Se quejaba de “mal de orín” que se caracteriza por urgencia y dolor o ardor para orinar, esto le había repetido en varias ocasiones. Le preocupaba porque en las ultimas veces la orina era con sangre, incluso con coágulos pequeños y con más ardor. Le habían indicado varios antibióticos por 5 o 10 días, mejoraba pero volvían las molestias semanas después.

Tenía estudios de orina, que mostraban infección con abundantes bacterias y cultivos positivos. Su azúcar era normal en la sangre. Su presión arterial también.

Durante el interrogatorio la enferma se molestó porque investigué la función de su aparato digestivo preguntando si padecía de estreñimiento, a lo cual contestó agresivamente que no, que ese no era su problema, que ella venía por el mal de orín de su vejiga. Fue necesario expresarle que para encontrar la causa de su mal de orín es forzoso investigar la función de otros órganos y que esa era la razón por la que era inevitable saber cuantas veces evacuaba al día, si su excremento era blando o duro, si hacía fuerza para evacuar ya que el colon o intestino grueso es vecino de la vejiga y el mal funcionamiento de colon podría ser uno de los factores de la infección de la vejiga. Finalmente se convenció y resultó que padecía estreñimiento pues evacuaba su intestino hasta cada 4 o 5 días.

Por otra parte, se procedió a investigar el estado clínico de su aparato genital, siendo obligatorio preguntar si existía flujo vaginal, sangrado anormal, prurito genital y otros. Nuevamente, la paciente se desesperó, me sugirió que mejor la mandara a hacerse un ultrasonido para aclarar su problema. Se enfatizó que el mal de orín puede desencadenarse por una infección vaginal, la cual puede manifestarse por flujo fétido, de color verdoso amarillento. Terminó aceptando que si padecía de flujo vaginal o leucorrea desde hacía varios meses, no había recibido tratamiento al respecto pues le daba pena comunicarlo al médico delante de su esposo o sus hijos.

Si los enfermos ocultan ciertos datos clínicos, por pena o por cualquier otra razón, es de la competencia del médico, investigar minuciosamente todas las posibles alteraciones funcionales que nos puedan ayudar a establecer las causas de los males que los aquejan, este es EL MEJOR ESTUDIO, el clínico, el que se hace con el enfermo, el interrogatorio del funcionamiento de todos y cada uno de los órganos del cuerpo humano y la exploración física con la vista, el tacto o el oído y hasta el olfato, rara vez con el gusto, pues significaría que el médico tendría que probar los orines del paciente diabético por ejemplo. Algunos pacientes prueban su orina para saber si hay azúcar, pero es de ellos, puede ser válido.

Con los datos mencionados, se estableció la causa de su MAL DE ORÍN o infección de vejiga y vías urinarias. Puesto que la salida de la uretra por la que se expulsa la orina desde la vejiga, desemboca junto a la entrada de la vagina, es muy fácil que una infección vaginal como la que ella padecía contamine la uretra y la infección ascienda a la vejiga urinaria y de ahí hasta los riñones. Los medicamentos que recibió fueron efectivos para controlar la infección de vías urinarias, no así la infección vaginal omitida en el diagnóstico, factor principal de la persistencia o repetición del mal de orín o cistitis.

Por otra parte, el estreñimiento era otro factor que predisponía a la infección ya que el excremento duro, acumulado en el recto, vecino inmediato de la vejiga urinaria, hace presión sobre esta, y con ello se retrasa el vaciamiento vesical, se estanca la orina y se aumenta el desarrollo de las bacterias.

De esta forma, la paciente se convenció que el mejor estudio y el más barato, es el que se hace durante la entrevista clínica. De todas formas se le propuso a la paciente recibir tratamiento para la infección de vías urinarias o mal de orín, simultáneamente para el flujo vaginal y corregir el estreñimiento, de no ser así, la infección persistiría puesto que no se corregirían los factores desencadenantes.

Además, se le explicó que ni el ultrasonido, radiografías o tomografía axial computada, con un costo de unos 4 mil pesos, podrían proporcionar los datos que ella aportó durante la entrevista clínica, pero que si contaba con esa cantidad y no le alteraba su presupuesto, le podría hacer la órdenes para que acudiera a los centros de diagnóstico respectivos para su completa satisfacción.

Optó por seguir el tratamiento de sus tres problemas, y esperar mejores tiempos económicos para hacerse los mejores estudios según su entender. Sabía decisión.

Un mes después, el resultado era satisfactorio, la paciente finalmente se convenció de la causa de la infección crónica de vias urinarias y modificando habitos de defecación y controlando el flujo vaginal, el mal de orin desapareció.