¿Cuándo operar abdomen?

Una mañana, abruptamente un paciente solicitó opinión para determinar si debía aceptar una operación de apéndice que le habían propuesto debido a que se quejaba de dolor intenso en la parte baja y a la derecha del abdomen, región donde entre otros órganos, puede causar dolor el apéndice infectado (apendicitis.) Dudaba en aceptar la intervención ya que el médico que se la propuso, tomó la decisión rápidamente, tan solo se basó en lo que el paciente mencionó y una palpación abdominal no muy escrupulosa. No solicitó ni estudios de sangre, radiografía o ultrasonido. Todo esto hizo desconfiar al paciente, pensando que el galeno se interesaba más en el dinero que obtendría.

Con el fin de no descalificar con ofuscación la opinión del colega, pues era lo que buscaba el enfermo, se procedió a establecer un diagnóstico diferencial lo más razonable y rápido posible para afirmar o negar la necesidad de la intervención abdominal.

El dolor se localizaba efectivamente en la región del apéndice, abajo y a la derecha del abdomen, era intenso, de tipo cólico, disminuía sin desaparecer. Con estos datos parecía originado en apéndice. Pero, llamó la atención que se irradiaba hacia el testículo y la cara interna del muslo del mismo lado derecho y que se acompañaba de ardor y dolor para orinar (disuria) micciones muy frecuentes (polaquiuria) pues se había levantado a orinar como diez veces durante la noche y la orina era de color rojizo que sugería sangre. Estas referencias cambiaron la impresión inicial de apendicitis y encaminaron hacía una patología de vías urinarias, concretamente un cálculo renoureteral que clínicamente se caracteriza por este conjunto de síntomas (síndrome.) No había fiebre ni vómito, ni parálisis del intestino propios de la apendicitis.

A la exploración física se corroboró la presencia de dolor a la palpación en la región apendicular, pero el vientre era blando y depresible, es decir, sin datos de irritación peritoneal (peritonitis) que apoyaran la impresión diagnóstica de apendicitis, la cual poco a poco se iba suprimiendo. Además se realizó una maniobra de exploración que se llama percusión lumbar y que consiste en golpear muy suavemente el área renal (lumbar) con lo cual el paciente se quejó de dolor intenso y se pandeó bruscamente hacia delante, siendo este dato muy sugestivo de una inflamación renal aguda por infección o por retención de orina como consecuencia de la obstrucción por un cálculo en el uréter, conducto que trasporta la orina de los riñones a la vejiga, como se sospechó en este caso.

Con estos datos exclusivamente clínicos, se tenía la fuerte sospecha de la presencia de cálculo en uréter derecho. La apendicitis y por tanto la intervención quirúrgica era más remota.

Un estudio general de orina mostró sangre, frecuente en litiasis urinaria y ausente en apendicitis. Los leucocitos o glóbulos blancos en sangre eran normales, en la apendicitis se encuentran elevados. Una radiografía simple de abdomen, fue normal, en apendicitis se pueden mostrar datos radiológicos de peritonitis localizada a esa región dolorosa. Un ultrasonido mostró aumento de volumen de riñón derecho sugestivo de obstrucción de uréter y ausencia de colección purulenta propia de la apendicitis.

Con estos datos, juiciosamente se eliminó la posibilidad de apendicitis y con ello la operación y se confirmó la impresión clínica de CALCULO URETERAL, como causa de dolor abdominal que se puede confundir con apendicitis. Se indicó tratamiento para arrojar los cálculos y algunos días después se logró este objetivo y desapareció el dolor. No hubo necesidad de intervención quirúrgica alguna.

COMENTARIO. Existen no menos de 50 causas de dolor abdominal. La responsabilidad del médico es muy grande ante un paciente con dolor de vientre. Se debe establecer si la causa del dolor se puede resolver con tratamiento médico o quirúrgico. En caso de este último si es de urgencia o puede esperar y programarse. También debe determinarse si es grave y mortal o no, es decir el pronóstico. Todo lo anterior depende de establecer lo más exactamente posible la causa, lo que significa un verdadero trabajo intelectual para poder diferenciar una causa de otra. Las enfermedades más frecuentes que ameritan cirugía son la apendicitis aguda, la colecistitis aguda litiásica (infección de la vesícula por cálculos) y en las mujeres perforación de las trompas por embarazo extrauterino o por infección. Hay enfermedades médicas que se pueden confundir con enfermedades quirúrgicas como la colitis nerviosa que se puede embrollar con apendicitis, cálculos en vesícula, pancreatitis aguda, enfermedades de los ovarios o de las trompas, hasta neumonías o infarto del corazón, diabetes con cetoacidosis, enfermedades raras como la porfiria hepática, frecuentes como los cálculos renales, o medicamentos como la ergotamina.

De no hacer un interrogatorio y exploración minuciosas, las complicaciones pueden ser graves para la salud del paciente como consecuencia de pifias de apreciación médica que conducen a intervenciones quirúrgicas innecesarias con los riesgos que ello implica.