¿Cuándo dializar?

La revolución tecnológica actual en el campo de la medicina y otras áreas del conocimiento ha trastocado a la mente humana, la cual ha sido enajenada o vendida de tal forma que las decisiones profesionales o no, están determinadas según las corrientes académicas y económicas que nos imponen los países más poderosos.

El ejercicio de la medicina no escapa a esta enajenación.

Un paciente solicitó opinión para decidir si aceptaba tratamiento de diálisis peritoneal que le proponían en algún hospital. Padecía insuficiencia renal como consecuencia de diabetes de 20 años de evolución que había dejado como secuela la obstrucción de los filtros renales por lo que se habían elevado la urea y creatinina en su sangre. Sin embargo, no estaba hinchado de los pies, la lesión de los riñones no era aún tan grave como para provocar retención de líquidos.

En general el se sentía bien, no padecía síntomas de elevación de la urea como náuseas, agruras, diarreas, prurito en la piel ni tenía alteraciones en su sistema nervioso. Cumplía con su trabajo de empleado sin contratiempos. Es decir, NO HABIA incapacidad funcional.

Su presión arterial era normal, no había anemia, ni edema de los pies, solo tenía elevada la urea y creatinina a 170 y 7 miligramos respectivamente.

Se concluyó que su lesión renal estaba COMPENSADA y que si no había síntomas molestos a pesar de la urea y creatinina era porque el organismo siempre tiende a defenderse de todas las agresiones internas o externas desencadenando mecanismos de defensa y de equilibrio maravillosos que proporcionan bienestar natural. Habría que aprovechar estos mecanismos de defensa y ayudar solamente. Sugerí seguir tratamiento médico para tratar de disminuir las cifras de urea y detener hasta donde fuera posible la lesión renal. Desde mi punto de vista todavía no era candidato a diálisis peritoneal. Así lo hice saber.

Durante unos cinco meses de tratamiento su urea y creatinina disminuyeron a 90 y 4 miligramos respectivamente. El sujeto seguía sintiéndose bien. Sin embargo, fue una lucha interna del paciente ya que los médicos que le propusieron la diálisis insistieron en que debía hacerlo de otra forma su problema avanzaría y podría morir en cualquier momento. Esta opinión chocaba con mi punto de vista y el hombre se confundía. Estaba siendo chantajeado pues lo iban a buscar hasta su domicilio para convencerlo de las bondades de la diálisis.

El manual del hospital al que pertenecía dictaba que debía dializarse a como diera lugar y los médicos debían cumplir con esos lineamientos. Esta actitud es común en las instituciones públicas, los médicos burocráticos deben cumplir a ciegas con esas directrices, muchas veces impuestas por la industria farmacéutica trasnacional que paga a médicos afamados y reconocidos académicamente para establecer criterios por demás autoritarios Y COMERCIALES. Creo que este paciente es una víctima más del consumismo médico.

¿Sabe usted cuanto cuesta dializar a un paciente?. No menos de ochocientos pesos diarios, posiblemente me quede corto, 24 mil mensuales. Tan solo las bolsas del líquido de diálisis para un día cuestan más de 300 pesos. ¡Imagine las ganancias de los laboratorios que venden estos líquidos!. ¿Enviarán participación económica a los médicos responsables de la autorización de compra de estos y otros productos? Esto sucedió en el 2001.

Le expliqué que en lo personal contaba con la suficiente experiencia como para sugerirle en que momento estaría indicada la diálisis y vigilando su estado clínico las cifras de laboratorio podríamos esperar la respuesta a los medicamentos sin peligro alguno ya que en estos casos de insuficiencia renal crónica la indicación de diálisis rara vez es de emergencia a menos que haya una deficiente vigilancia médica, hecho que no estaba sucediendo en su caso pues había pruebas de mejoría.

Las características de la personalidad de cada individuo son cruciales en la toma de decisiones personales ante los diferentes problemas que se presentan en la vida cotidiana. Las enfermedades, de alguna forma, provocan cambios emocionales que hacen evidente la naturaleza humana, muchas veces influenciable por fuerzas externas ante las cuales es imposible luchar y terminan por imponerse ante la indecisión y ante las dudas de los enfermos. Existen médicos que aprovechan estas alteraciones emocionales de los enfermos para imponer autoritariamente su verdad sin dar oportunidad a que sea el enfermo el que finalmente reflexione concienzudamente y opte por la decisión que más convenga a sus intereses.

Tres meses después regreso ya con el procedimiento dialítico. A pesar de la evolución satisfactoria, finalmente el paciente aceptó el procedimiento por el miedo que le inculcaron. Un verdadero terrorismo médico con base en pronósticos brutales.

Pobre hombre, estaba convertido en un guiñapo humano: cara abotagada (hinchada) ojeras de trasnochado, semblante decaído, triste y deprimido, edema de todo el cuerpo, las piernas parecían de elefante, su esposa lo ayudaba a caminar.

La diálisis se le complicó con un cuadro de peritonitis, le retiraron el catéter abdominal de la diálisis y lo volvieron a colocar, le volvió a dar otro cuadro de peritonitis. Había salida de líquido por la herida de la piel. Aquel sujeto que subía las escaleras sin dificultad, que acudía a consulta sin acompañante, que cumplía con sus labores de mantenimiento en su centro de trabajo, aquel sujeto sonriente y alegre había sido transformado en un inútil, un producto de los avances de la medicina técnicamente mal aplicada sin supervisión médica adecuada.

Yatrogenia pura, lo que a veces el médico engendra.