Crisis hipertensivas.

Muchos excesos se cometen ante el desconocimiento de los criterios para el diagnóstico de las verdaderas crisis hipertensivas.

De norte a sur y de este a oeste, incontables pacientes son sometidos a tratamientos de urgencia con tabletas sublinguales o fármacos intravenosos sin necesidad, con cifras de presión arterial por demás dentro de los parámetros o rangos normales o sin peligro alguno, pues la presión arterial nunca es fija en 120-80 como han hecho creer a la población.

El rango de la presión arterial normal o sin peligro inmediato alguno, oscila de 90/50 a 150/110, es decir, 30 milímetros por encima o por debajo del promedio de 120/80.

¿Que sucede en el momento actual a muchos pacientes?

A la mayoría de las personas que les miden la presión arterial y la encuentran por encima de 120/80, digamos 140/90, sin molestia alguna, les proponen aplicarles tabletas sublinguales y les sugieren tratamiento para toda la vida. Cuidado si le encuentran con 150/110, cifra límite normal superior; aunque no refiera molestia alguna, le aplican tabletas sublinguales, le inyectan diurético por la vena o la meten a terapia intensiva y en un descuido lo intuban para darle respiración artificial. Y si sale vivo de ese intríngulis le proporcionan un costal de tabletas para ingerir diariamente de por vida, le indican reposo absoluto cual si fuera un inerte cadáver y casi, casi le prohíben respirar y hasta le cobran el oxígeno atmosférico gratuitamente proporcionado por la madre naturaleza.

Lo digo porque lo veo y no es justo. La justicia es una característica de la calidad y buena atención médica.

Aprendamos lo que es una verdadera crisis hipertensiva, con el fin de fundamentar lo dicho previamente y que el enfermo posea herramientas para evaluar la calidad de la atención médica que recibe.

La guía de hipertensión arterial define a la crisis hipertensiva con el aumento de la presión arterial a cifras de 210/120 o mayores. Pero las cifras no son el fundamento esencial para evaluar la gravedad de un caso clínico, sino el estado clínico del enfermo.

Por ejemplo: hace poco, vi a un paciente de unos 38 años con unas 30 cifras previas de presión arterial elevadas, confirmadas por su padre que es médico, en más de 180/120 y en el momento de la consulta, le encontré 240/140, durante seis mediciones en el transcurso de la consulta. Ya recibía tratamiento con varias tabletas de medicamentos para el control de la presión arterial, sin lograr su control.

Y atención: el interrogatorio mostró que este hombre, con esas cifras elevadas, juega futbol durante los dos tiempos, entrena dos veces por semana, y trabaja jornadas de 24 horas seguidas en una compañía. Aclaro: no es portero, es mediocampista y nunca ha salido del campo de juego por agotamiento o molestia alguna. Y, por si fuera poco, también juega el “tercer tiempo” al calor de las chelas ¿Qué le parece?.

Reitero: actualmente a todos los pacientes con cifras ligeramente por encima de 120/80 y sin rebasar los 150/110, los etiquetan como crisis hipertensiva.

Ya tenemos el concepto de crisis hipertensiva: presión arterial por encima de 210/120, aunque en el momento actual, los genios de la medicina han disminuido esos parámetros a 180/110 o más. El negocio ha mejorado. Aquí viene lo esencial: como vemos, las cifras por si mismas no son el fundamento para etiquetar como grave a una persona. Lo que cuenta para afirmar la gravedad son las manifestaciones en órganos vitales: cerebro, corazón, riñones, no las cifras de presión arterial.

Se define como URGENCIA HIPERTENSIVA cuando las cifras altas de presión arterial no se acompañan de daño agudo y grave en corazón, riñones o cerebro y cuando mucho, puede haber cefalea, mareo y ansiedad, síntomas inespecíficos QUE NO TIENEN relación directa con la presión alta, y que de ninguna manera reflejan gravedad alguna ni comprometen su vida de forma inmediata como se hace creer a cualquier paciente con cefalea y mareo, síntomas más frecuentes en estados de ansiedad que por la presión alta. Recuerden el caso del futbolista con 240/140 de presión arterial.

Por otra parte: se etiqueta como EMERGENCIA HIPERTENSIVA a la elevación de la presión arterial elevada por encima de 180/110 pero forzosamente asociada a lesión aguda de corazón con datos de insuficiencia cardíaca aguda o de cerebro con datos agudos de encefalopatía hipertensiva o de riñones con insuficiencia renal aguda, fácilmente detectables tan solo con un buen interrogatorio y exploración clínica minuciosas.

¿Que tan frecuentes son las urgencias y emergencias hipertensivas? En realidad son raras, uno de cada cien enfermos, cuando mucho. En el último lustro solo recuerdo un caso de estos, presión alta complicada con insuficiencia cardíaca aguda. Por cierto se atendió en su domicilio, no contaba con recursos para hospitalizarse. Por supuesto, pueden ser más frecuentes en los servicios de urgencias hospitalarias, pero no tanto como se pregona.

La exageración en el diagnóstico de estos casos se debe al desconocimiento de los criterios académicos para el diagnóstico razonable de crisis hipertensivas, o al fenómeno de la medicina defensiva que tiende a exagerar el pronóstico “kiske” para protegerse de posibles quejas y demandas, esto es, amarrarse el dedo antes de cortarlo, o bien con fines puramente comerciales. Cualquiera de estos factores, se catalogan como injustos e irracionales.

Por supuesto, este solo es un punto de vista muy personal, sujeto a controversias. Puede haber divergencias de criterios de otros colegas. Los enfermos son libres de confiar en el que mejor satisfaga sus propias necesidades.

Recién había terminado de revisar la gramática y ortografía de esta entrega cuando se presentó a consulta un paciente muy angustiado, sufriendo las penurias relatadas y como parte de la consulta y orientación médica, le leí textualmente este tema antes de su publicación. Soltó una carcajada de alivio, le diagnosticaron una falsa crisis hipertensiva muy grave. Y, si venía muriéndose, pero del miedo que le provocaron