Diabetes, dieta, mitos.

La gran mayoría de los diabéticos le tienen terror al azúcar y a todos los alimentos de sabor dulce. No saben que fisiológica y naturalmente, sin azúcar no pueden vivir. Lo anterior se debe a un desconocimiento de los conceptos básicos químico fisiológicos del metabolismo intermediario en nuestro cuerpo, de las proteínas, grasas y carbohidratos y entre estos, los azúcares, sin los cuales la vida es imposible.

Por supuesto que somos los médicos, los principales responsables de esta “bien informada desinformación”, ya que es de nuestra competencia profesional, el conocer los fundamentos de nuestra fisiología humana. Más limitaciones pueden tener otros profesionales de la salud, dentro de cuya competencia no se contempla a la fisiología humana. Me refiero a nutriólogos, enfermeras o asistentes sociales, quienes no cuentan con los conocimientos esenciales del metabolismo corporal. Esto no significa que no lo puedan aprender por si mismos o como autodidactas, a nadie se le prohíbe aprender por si mismo y además, no debemos tenerle miedo a los libros, pues debemos saber que los libros no muerden.

De lo anterior, surgen algunas creencias erróneas y nocivas para la salud física y emocional de los enfermos. Veamos algunas.

Para empezar, se debe informar que la diabetes de ninguna manera es causada por comer excesivamente alimentos muy azucarados o por azúcar refinada. La diabetes es provocada por un defecto genético en el metabolismo del azúcar. Cierto, los excesos de alimentos sobre todo azucarados descontrolan el azúcar, pero en los que tienen ese defecto con deficiencia de insulina.

Otro mito frecuente es que los diabéticos deben eliminar definitivamente el azúcar y las harinas de su alimentación en pan, tortillas, papas plátanos, arroz y pastas, entre otros. Lo que impide un buen control de la diabetes no es el pan o el azúcar por si mismos, sino el exceso en la cantidad de calorías ingeridas diariamente, contenidas en todos los alimentos y en relación con la cantidad de calorías consumidas durante las actividades diarias físicas y mentales.

La creencia de que el azúcar debe ser eliminada de la dieta se basa en que el azúcar simple se absorbe rápidamente y que puede agravar la elevación del azúcar. Esto sucede si la ingestión de azúcares es excesiva y constante y junto con todos los demás alimentos.

_Pero doctor. _Me cuestionó un diabético. _Yo cumplo con mis medicamentos y con perdón suyo: “me caidemadre”, por mi madre, le juro que no le pruebo ni una pizca de azúcar y no se me controla.

_Oiga. Y ¿Cuántas tortillas se come al día y con que las acompaña?. _Le pregunté con el fin de evaluar la cantidad de calorías, no nada más del azúcar.

_No. Pus… si yo creo que al día me como unas 20 tortillas, dos huevos revueltos en el desayuno, frijoles en cada comida, de postre piloncillo a mordidas con queso, tres bisteces guisados a medio día, medio litro de leche, unos tres panes, y por la tarde algunos bocoles de masa o de harina y en la cena a veces el recalentado del guiso de medio día. Bueno. De eso me acuerdo. Ah. Se me olvidaba, con la comida no respeto un par de cervezas bien frías. Doc. Usted sabe, con estos calores.

_ ¡No más no se le ocurra pedirme que le recete un estimulante del apetito!. _Le dije jocosamente.

_No pos si. Cuando me voy a controlar con esta tragazón. _Reconoció el enfermo de hambre.

Aunque muchos nutriólogos y médicos de diversas especialidades prohíben con el no en la boca, el azúcar y las harinas y otros alimentos, hoy en día el consenso es recomendar una alimentación balanceada en calidad y cantidad, sin necesidad de prohibir estrictamente algún alimento específico. Un diabético necesita los mismos nutrientes que una persona sana. No jodan: quitarle la masa en tortillas enchiladas, tamales en todos santos o estrujada a un mexicano, es contra natura. Recomendemos la moderación. Nada más y nada menos.