Diabetes precoz.
Mucho daño se está produciendo a las personas ante los resultados del azúcar en sangre y la hemoglobina glucosilada: estigmatizar como diabética a una persona sana. Lo anterior se debe a una incorrecta interpretación y aplicación de las guías médicas ante los datos clínicos y de laboratorio de las personas que acuden en busca de alivio a sus males e incertidumbres.
Se reitera: si un paciente tiene mucha sed, mucha orina y azúcar elevada en sangre de 200 miligramos o más y azúcar positiva en orina, la diabetes es definida. En estos casos no hay problema de diagnóstico.
Muy cautelosos hemos de ser ante pacientes sanos, es decir asintomáticos clínicos, con resultados de azúcar de 110 a 180 miligramos, con hemoglobina glicosilada por encima de 6.5% y con orina sin presencia de azúcar. No todos estos pacientes desarrollarán diabetes y la única forma de confirmar si serán diabéticos o no, es vigilar su evolución en el tiempo. No es recomendable etiquetarlos como diabéticos, sino como personas en riesgo de padecer diabetes, como cualquier otra persona.
He observado muchos casos al borde de la locura y del suicidio ante el diagnóstico de diabetes con ligeros cambios en los parámetros mencionados. Se está enfermando de diabetes a personas completamente sanas. No es razonable, por los daños emocionales y económicos producidos.
He aquí una observación muy importante que coincide con este punto de vista muy personal. En la misma guía de diabetes publicada y avalada por la ADA o Asociación Diabética Americana, se especifica lo siguiente:
“Aunque por ahora no existe ningún estudio que demuestre los beneficios de una estrategia para el diagnóstico precoz de la diabetes tipo 2 del adulto, en individuos sanos y asintomáticos, debemos ser muy cuidadosos al establecer el diagnóstico de diabetes en este tipo de personas”.
Lo dice muy claro la misma guía de diabetes: no hay evidencias del beneficio en el diagnóstico precoz con las cifras ligeramente elevadas de azúcar, la medición de la hemoglobina glicosilada y la prueba de intolerancia a la glucosa.
No hay beneficios dice la guía. Pero si hay perjuicios, esto no lo dice la guía. Pero se dice en esta columna, para que el público lo sepa. Los perjuicios son de dos tipos: emocional y económico.
En lo emocional, son frecuentes los estados de ansiedad o depresión, de frustración, coraje y sufrimiento ante la etiqueta de diabético sin tener ningún síntoma. La calidad de vida en estas personas es mala, tanto en las relaciones familiares, en las relaciones sexuales, laborales, deportivas y otras actividades sociales. He oído personas sanas, externar la posibilidad de suicidarse si descubren que son diabéticos. Y si les decimos que son diabéticos sin estar completamente seguros, imaginemos el daño, puede ser criminal.
En lo económico: un estudio de glucemia en ayunas cuesta unos 50 pesillos. Si el azúcar es mayor a 200 y hay síntomas de diabetes, ya no hay necesidad de medir la hemoglobina glucosilada de 300 pesos, y mucho menos, medir el azúcar en sangre una o dos horas después de una carga de azúcar tomada por vía oral, con trecientos pesillos más. Para Bill Gates o Slim, no es nada, pero para Juan Diego, es un mundo de dinero.
Ahora bien, si una persona por primera vez, su azúcar se reporta en 130 o 170, por ejemplo, no se justifica decirle que es diabético. La forma más simple, práctica, muy segura y económica es vigilar la evolución del azúcar en el tiempo, midiendo únicamente el azúcar en ayunas unas 3 o 4 veces cada 15, 20 o 30 días según resultados. Así, con 100 o 200 pesos cuando mucho, se puede verificar si se es diabético o no. Si recurrimos a medir la hemoglobina glucosilada y la prueba de tolerancia a la glucosa el costo se eleva a 1400 o 2800 pesos, sin mejorar notablemente la exactitud comparada con la medición del azúcar.
Esto no lo mencionan las guías médicas ni los libros, ni los médicos, no es negocio, pero aquí tienen el dato.
¿Le gustaría ahorrarse horas de angustia y algunos miles de pesos? Solicite a su médico información amplia y precisa. Si tiene dudas busque una segunda opinión.