Controlando el azúcar.

Controlar el azúcar a un diabético de momento es relativamente fácil. El problema es mantenerla indefinidamente controlada en cifras seguras y prevenir bajones o elevaciones desgastantes y nocivas durante semanas o meses. Para este objetivo, se necesita amplia experiencia comunicativa del médico tratante, orientando, explicando y educando al enfermo y por supuesto, es esencial la colaboración del paciente y su familia.

_Oiga Doc Kiskesabe. Me llamo Glucoso, tengo 55 años y soy diabético ya declarado, desde hace algunos meses, me subió el azúcar a 270, tuve baja de peso, mucha sed y mucha orina. Me aplicaron insulina al principio porque me sentía muy mal, después me indicaron tabletas y ando bien con una tableta de metformina de 500 y glibenclamida de 5 miligramos. Mi azúcar ya anda en 140 y me dice el Dr. Obsesilio que debo estar en menos de 110, y que si no me controlo con tabletas tendré que aplicarme insulina. Quiero que revise mi caso y me de su opinión.

La medicina además de ciencia, es arte, por lo que los médicos debemos tomar en cuenta esto. Científicamente debemos contar con los suficientes conocimientos académicos y el juicio pertinente para en forma artística aplicarlos a cada enfermo de la manera más objetiva y racional posibles con el fin de cumplir con el objetivo de proporcionar mejoría en el bienestar biopsicosocial y no causar daño. La profesión como arte, implica contar con diferentes estrategias para lograr ese fin.

No hay la menor duda en estar al tanto, en personas sanas, de todos los factores de riesgo para diversas enfermedades. Esto, como medida preventiva. Si una persona es diabética, obvio, también aplica lo anterior. Pero, no se justifica caer en los excesos, tan nocivos o más que la misma enfermedad, y es lo que está sucediendo con mucha frecuencia.

Por ejemplo, si el Dr. Obsesilio, se obsesiona en tener a don Glucoso en cifras de 110 o menos, tal como marcan los parámetros de laboratorio, se cae en el riesgo de provocar hipoglicemias o bajones bruscos de azúcar, menores a 50 miligramos, con debilidad, mareos, sudoración fría, palidez y desmayo con peligrosas caídas y riesgo de traumatismos craneales severos e incluso mortales. Lo digo porque lo observo con frecuencia en la práctica clínica cotidiana. Ah, y lo más grave es que estas hipoglicemias pasan inadvertidas para los médicos tratantes, ya médicos generales, internistas o endocrinólogos, quienes pueden magnificar los efectos benéficos de los medicamentos y menospreciar los efectos nocivos. Lo digo porque lo creo y lo veo.

Otro riesgo de Médicos como el Dr. Obsesilio es excederse u obsesionarse en las medidas preventivas, “kiske” para prevenir el daño renal, prescribiendo medicamentos “protectores” de las nefronas o para la vista o el corazón y el cerebro, el colesterol o para la presión arterial, descuidando el pivote o pilar esencial de la óptima atención de un diabético: controlar el azúcar.

He visto pacientes con cifras de azúcar por encima de 200 miligramos por varios meses, durante los cuales han acudido a consulta con diversos especialistas. Esos pacientes viven aterrorizados por el temor de daño renal, de la retina, el corazón o el cerebro, tomando seis u ocho medicamentos para prevenir esos daños sin que ninguno de los varios especialistas se concentre en lo primordial: controlar el azúcar, lo cual no es responsabilidad exclusiva de especialistas en endocrinología. cualquier médico que se precie de serlo, debe ser capaz de controlar a un diabético.

Paradójicamente, el terror de los pacientes se centra en factores secundarios desatendiendo la atención del pilar de un diabético: el control de azúcar, desencadenante primordial de los daños vasculares de la diabetes a largo plazo. Lo anterior, se debe a la deficiente orientación proporcionada por nosotros los médicos.

     _Don Glucoso. _Dije. _Un diabético tomando medicamentos para el azúcar, se considera bien controlado cuando está libre de molestias y su azúcar en ayunas oscila alrededor de 140, no más de 160, ni menos de 70; con estas cifras se previenen los bajones a menos de 50 miligramos y sus molestias: decaimiento, debilidad generalizada, somnolencia, sudoración fría y desmayos con caídas peligrosas y además se evitan las molestias del azúcar elevada: baja de peso, mucha sed, mucha orina, lo que sucede con cifras por encima 200 miligramos. Por el momento, no necesita insulina. Siga con esa dosis, se hará ajuste si el azúcar rebasa los 160 miligramos aumentando la dosis o si desciende a 80, disminuyendo la cantidad de medicamento. En tanto eso sucede, disfrute las exquisitas viandas de la variada y rica comida de nuestra región. Por supuesto, acompañadas de un buen vino o cerveza.