Alcoholismo: problema médico social.
Hasta hace algunos años, en el ámbito médico, al alcoholismo se le consideraba como un vicio para el cual, la solución radica tan solo en la buena voluntad para dejar de beber y asunto concluido. Esta visión simplista del alcoholismo, entre otros factores de políticas médicas, ha impedido que el médico sea un factor de cambio significativo hacia la solución de este grave problema de salud pública.
Una enfermedad se considera un problema de salud pública cuanto repercute deteriorando el bienestar biopsicosocial y económico de un alto porcentaje de la población general, con incapacidad física que disminuye la producción económica. El alcoholismo cumple con estas premisas.
En general el alcoholismo de alto riesgo se define en las mujeres como el consumo de más de siete copas por semana o más de tres copas por ocasión y en los varones más de 14 copas por semana o más de cuatro copas por ocasión. Sin embargo, a pesar del gran daño que produce el alcoholismo intenso, es de hacer notar que en diversos estudios epidemiológicos se ha demostrado un efecto protector global. Las personas que beben de una a tres copas al día tienen menos posibilidades de morir de infarto del miocardio.
De acuerdo con las cifras que nos proporciona la agrupación de AA, avaladas por la Organización Mundial de la Salud en México existen alrededor de 10 millones de alcohólicos potenciales y que cada uno afecta a otras tres personas (su familia) lo que resulta en unos 24 millones de personas afectadas (24%), de más cien millones, se puede deducir el grave problema socio médico al que nos enfrentamos.
Las estadísticas de las dependencias de policía y tránsito, las páginas rojas de los periódicos y los noticieros televisados dan cuenta pormenorizada de los principales daños que causa el alcoholismo primordialmente durante la intoxicación aguda: hechos de sangre con todo tipo de armas y las modernas máquinas de la muerte en que se han convertido los automóviles sobre todo de uso particular. Pero esto es solo la punta del témpano de hielo que se observa en la superficie del mar en calma.
El impacto de esta enfermedad es mucho más profundo y doloroso en el largo plazo por las secuelas que deja en todo cuerpo humano del bebedor y el engranaje social en el que se inserta.
Los que logran salvarse de una muerte violenta, en el largo plazo pueden presentar principalmente daño físico corporal en el hígado (hepatitis alcohólica, cirrosis o cáncer), atrofia cerebral en la materia gris del cerebro que se manifiesta por grados variables de alteración en el juicio y raciocinio (inteligencia) así como alteraciones variables del estado de ánimo desde la depresión nerviosa crónica, estados de ansiedad, crisis de pánico, fobias, enfermedad obsesivo compulsiva, hipocondriasis, trastornos de conducta con agresividad, inseguridad, pérdida de la autoestima, timidez y otras alteraciones no menos limitantes psicológica y socialmente.
Otros órganos y funciones corporales que pueden dañarse son el corazón y los músculos esqueléticos con insuficiencia cardíaca y debilidad muscular que causa incapacidad física laboral de alto costo social. Además puede alterarse la fertilidad reproductora o engendrar hijos con retraso mental y diversas alteraciones congénitas.
Impactante es además la disfunción sexual que produce el alcoholismo agudo o crónico que al enmarcarse en nuestra idiosincrasia machista y misógina, propicia graves frustraciones sexuales, caldo de cultivo para convertir al alcohólico en una verdadera bestia sexual.
Los daños que se producen en la célula familiar de cada alcohólico son inconmensurables: alcohólicos golpeadores de esposas, hijos, padres, y ya ni se diga, de las suegras. Violadores de sus propias parejas, hijas y cuñadas.
Irresponsabilidad económica familiar con hijos desnutridos de alimentos, de educación, de ropa, de valores morales y de otros derechos humanos no menos importantes. Relaciones humanas intra familiares verdaderamente destructivas y dolorosas.
En el ámbito laboral con baja productividad, incapacidad física, despidos de trabajo que repercute en pobre aporte económico a la sociedad y a la familia.
Los daños a terceros inocentes durante los accidentes automovilísticos o las riñas que dejan familias huérfanas, carne de cañón para el desempleo, niños de la calle, la explotación física o sexual de menores y otras lacras sociales que diariamente se publican en los medios masivos de difusión.
En el, un tanto hermético ambiente de la relación médico y paciente, llegan a consulta casos clínicos individuales verdaderamente dramáticos, que reflejan y ejemplifican los daños y complicaciones mencionados en párrafos previos.
El alcoholismo y los problemas de abuso de otras sustancias comparten factores causales en común con otros problemas médicos en los que influyen factores genéticos, influencias ambientales, políticas, económicas y conductas personales lo que debe tomarse en cuenta para su detección y prevención, tratamiento, orientación y educación de grupo o personalizada. En el conocimiento de estos factores radica el éxito que desde hace varios años ha tenido la agrupación de AA, a la cual todavía en algunos círculos conservadores se le discrimina minimizando sus grandes logros, millones de alcohólicos rehabilitados a la vida productiva moral y económica.
Se considera además, que un 20% de los pacientes que acuden a consulta por cualquier enfermedad general, además son alcohólicos. La mayoría de estos enfermos no lo reconoce. Cierto es también que muchos médicos no identifican este problema lo que repercute en retrasar la detección del alcoholismo que influye en la presentación y evolución de otras enfermedades, así como en el fracaso de diferentes tratamientos por la interferencia que el alcohol provoca con otros medicamentos.
Por otra parte, también en la consulta se presentan casos clínicos, principalmente mujeres con diversas dolencias: estreñimiento y dolor abdominal, mala digestión, muchos gases (flatulencia) tratados como gastritis, dolores de cabeza manejados como parásitos en el cerebro, dolores de articulaciones, espalda, cintura, cuello, etc. considerados como artritis; mareos, zumbido de oídos, atribuidos a presión arterial alta; palpitaciones, en región pectoral izquierda considerados como cáncer de mama o lesión del corazón y una interminable lista de quejas y dolencias confundidas con diversas enfermedades que no responden a ningún tratamiento. Al investigar su modo de vida, sus costumbres familiares y sus relaciones con los miembros de la célula familiar, en la gran mayoría de estos casos se descubre que hay una historia social de alcoholismo que incluye a varios miembros varones de su árbol genealógico, hasta llegar a certificar que vive con su esposo y uno que otro hijo alcohólico, factor desencadenante de estados de ansiedad y depresión que a mediano plazo se convierten en gran sufrimiento mental y malestares físicos, que conducen a estas pacientes a innumerables consultorios buscando alivio con una receta mágica que nunca llegará para resolver el factor principal de sus males: EL ALCOHOLISMO.
La agrupación AA, hasta el momento, ha demostrado ser, no la única, pero si la más exitosa en ofrecer ayuda a estos enfermos. Ha sido la técnica de terapia de grupo que más logros ha obtenido, principalmente en el terreno psicológico y moral. Hay que reconocerlo, ofrece más de lo que puede brindar la ciencia médica a la cual no se le ha permitido una mayor proyección social, como debiera ser para beneficio de las grandes masas de población enferma de alcoholismo y otras enfermedades no menos importantes.