Presión alta y cerebro
Uno de los temores más frecuente de los pacientes es al daño que puede producir la presión arterial alta (hipertensión) en el cerebro. La mayoría de los pacientes sienten pavor ante cualquier grado de dolor de cabeza acompañado de mareos, dolor precordial o entumecimiento en brazo izquierdo.
La hemorragia cerebral, o el infarto del miocardio son de las complicaciones propias de la presión alta que más preocupan a los pacientes. Pensar tan solo en que pueda suceder, les hace sentirse con un pie en la tumba.
Una mujer de 56 años se presentó a consulta para que le informara si debía seguir tomando medicamentos para el control de su presión arterial durante toda la vida como le habían propuesto. No tenía antecedentes de haber padecido de la presión arterial. Un mes antes, a raíz de la muerte de un hermano, empezó a quejarse de dolor de cabeza acudiendo a consulta. Le encontraron la presión ligeramente alta, de 150/100 y le indicaron dos tabletas de 25 mg de un medicamento genérico que se llama captopril.
No hubo mejoría de sus síntomas. Por el contrario, después de iniciar el tratamiento se sintió decaída, con mareos, con mucho nerviosismo y empezó a tener accesos de tos. Su presión se encontró con tendencia a la baja baja, 100/60. Estos síntomas se atribuyeron a los efectos colaterales del captopril, el cual estaba ingiriendo excesivamente con relación a la elevación mínima de la presión arterial.
Puesto que no tenía antecedentes de haber padecido de hipertensión arterial y su sintomatología se inició después de la muerte de un ser querido, su queja inicial de dolor de cabeza se imputó a DEPRESIÓN NERVIOSA. Se razonó que la alteración mínima de la presión arterial fué consecuencia de la depresión y que no era la causa del dolor de cabeza por lo tanto no debía recibir tratamiento para control de la presión arterial sino para la depresión. Prueba de ello fue que el tratamiento mencionado no mejoró sino empeoró la sintomatología.
A esta paciente se le explicó la posible causa de sus síntomas, incluyendo la presión arterial alterada como consecuencia de la depresión nerviosa, se indicó tratamiento antidepresivo y un mes después su presión se mantenía normal y su estado de ánimo había mejorado notablemente.
El objetivo principal del ser médico es el cuidado de los enfermos. Estos son los protagonistas de esa profesión. Toda la actividad médica debe estar presidida por un pensamiento central: el bienestar de los enfermos. El ejercicio médico emplea el método científico para resolver los problemas. El ser científico de ninguna manera riñe con el humanismo, por el contrario, no puede haber verdadera ciencia si esta no está al servicio y para mejorar la calidad de vida de la sociedad. Por tanto, el médico científico debe aplicar sus conocimientos, su experiencia y su destreza para guiar de la mejor manera a los pacientes. La ciencia de ninguna manera riñe con el humanismo, van de la mano.
Que algunos sujetos utilicen los conocimientos científicos para lucrar con el dolor humano, no depende de la ciencia, sino de la condición humana, del fenómeno humano, de las reglas de convivencia que rigen las acciones de cada médico, de cada ser social.
Los conocimientos científicos nos enseñan que el cerebro puede regular la presión arterial por descargas neuronales de los centros cardiovasculares que aumentan o disminuyen la resistencia periférica de las arterias y venas. En el bulbo raquídeo, una región del cerebro, se encuentra el área integradora en el control de la circulación en correlación con otras áreas y funciones del cuerpo humano como un todo integrado.
Científicamente se sabe que los estímulos externos físicos, químicos o socioculturales alteran el funcionamiento del sistema nervioso central produciendo ciertas reacciones que se manifiestan en cambios en el funcionamiento del propio cerebro o del resto de sistemas orgánicos y funcionales a los cuales coordina. (Compendio de hipertensión arterial publicado por la asociación Americana de Cardiología. 1997).
Así por ejemplo, el dolor de una herida física, puede producir una reacción que eleve la presión arterial en forma transitoria, sin peligro alguno. Lo mismo puede suceder ante el dolor indescriptible provocado por la pérdida de un ser querido, como seguramente sucedió en el caso clínico que en esta ocasión se comenta. Estos hechos se han confirmado en diversos experimentos científicos elaborados en los últimos cien años.
Aplicar los conocimientos descritos para mejorar la calidad de vida humana, es la función primordial del ser médico o de cualquier otro profesional en otras áreas del conocimiento.
Puesto que el cerebro es la base material o materia prima para producir el alma, el pensamiento, las emociones y otras funciones que caracterizan al homo sapiens, parece fácil comprender científicamente que un verdadero ser humano reaccione en forma diferente y en diferentes grados de intensidad ante un mismo estímulo, como el dolor de una herida física o una herida emocional.
También parece factible entender, porque los médicos reaccionan de diferente manera y con diferente grado de profesionalismo ante el mismo paciente: factores biológicos, económicos, sociales, educacionales, culturales, psicológicos y morales son los que determinan la condición humana, los que explican todas las acciones de cada uno de los miembros de una sociedad, independientemente de tratarse de un médico, paciente, plomero, ingeniero o campesino.