Medicina a capella.

A CAPELLA es una expresión Italiana, utilizada en el ámbito musical para especificar que un trovador entona una melodía con mucha perfección y profesionalismo sin acompañamiento de instrumento musical alguno. Traducido a nuestro caló, seria  A VALOR MEXICANO o A LO MACHO

En ocasiones, el médico debe actuar A CAPELLA para resolver algunos problemas. Es decir, debe tomar decisiones diagnósticas y terapéuticas sin ningún estudio complementario de sangre, orina, ultrasonido, radiografías o resonancia magnética sino basándose única y exclusivamente en la minuciosidad de los datos de interrogatorio y exploración física del paciente, los conocimientos básicos de medicina y en la calidad de su  experiencia acumulada, sin importar el número de años de ejercicio médico o la cantidad de pacientes consultados.

Hace algunos lustros acudieron a consulta los hijos de una mujer de 90 años de edad a plantearme el problema de esta nonagenaria abuelita.

_Doctor, venimos desde nuestro pueblo para pedir su opinión del caso de nuestra madre. Ella ha sido sana completamente, estamos conscientes de su edad, y que ya en cualquier momento puede darnos un susto. Hace poco se quejó de un dolor en el estómago, la llevamos con médico, le dijimos que somos muy pobres y según le encontró un tumor en el ovario. Dice que se le toca una bola en su vientre y que por su edad ya no hay nada que hacer, que le queda poco tiempo de vida y que nos la lleváramos a nuestro pueblo a esperar nada más, que si no teníamos dinero, pues menos podría hacer algo por ella. Queremos que le vea y que nos diga si de verdad ya no hay nada que hacer, pos ni modo, que le vamos a hacer. La vamos a traer a casa de uno de nosotros para que usted la vaya a ver porque está muy debilitada. De todas formas le pagamos su consulta.

Acepté, de buena gana el reto que me planteaban, pensando de antemano que lo más probable es que ya no habría nada que ofrecerle tomando en cuenta la edad, pero también sopesando  que basarse en este solo hecho, no es suficiente para afirmar tan drástico pronóstico.

La casa a donde fui a verla era muy humilde, pero muy limpia. Reflejaba la pobreza material y la riqueza de afecto ya que la abuelita estaba postrada en un catre, limpia y aseada y rodeada de familiares afectuosos hacia su distintivo de haber llegado a vivir tantos años. Seguramente había sembrado el afecto que le prodigaban. Directamente me dijeron con ansiedad que viera si tenÍa tumor en el ovario por lo que procedí a explorarla antes de interrogarla.

Efectivamente, se palpaba una tumoración, dura, redondeada, movible, más o menos del tamaño de una toronja, muy dolorosa, localizada en la parte baja del vientre sugiriendo que justamente, se podría tratar de un tumor en el ovario, pero me acordé de algunos detalles. Ya tenía la experiencia de algunos casos de grandes tumores de ovario que ocupaban prácticamente la mitad del abdomen, acompañados de líquido abdominal (ascitis), como si fueran embarazos y que no provocaban dolor como el de esta santa abuelita. Esto me hizo dudar, en parte, de la presencia de un tumor de ovario, por lo que complementé el estudio con el interrogatorio:

_¿Padece de estreñimiento?. ¿Ha hecho del cuerpo? _Pregunté, con el fin de hacerme entender.

_¡Ay Doctor, si usted supiera, tardo hasta seis días sin evacuar! _Contestó la ancianita con dificultad y con una voz apagada producto de la debilidad provocada por la poca ingesta de alimentos y líquidos ya que hasta el hecho de ingerir agua le desencadenaba el dolor.

_¿Cómo, mamá? _Terció, sorprendida, una de las hijas. _¿Y porque no nos habías dicho y porque no le dijiste al Doctor?.

_Pos porque no me lo preguntaron _Respondió la paciente.

_Parece que ya tenemos la clave del problema de su mamá _Les dije a sus hijos y los aparte de la presencia de la abuela para explicarles sin que ella escuchara términos como cáncer o cirugía que podrían alarmarla puesto que todavía estaba conciente. _Sí tiene una bola en el vientre, tomando en cuenta los días que lleva sin evacuar, es seguro que ella padece estreñimiento ya de hace mucho tiempo y esa bola puede corresponder en realidad al colon lleno de excremento duro y apelotonado, como si fuera un verdadero tumor canceroso. El excremento endurecido es difícil de expulsar por el intestino grueso el cual esta luchando para desalojar esa bola de excremento y esa puede ser la causa del dolor, al contraerse fuertemente el intestino se cansa el músculo y se desencadena el dolor, esto corresponde a un verdadero calambre intestinal, semejante a los calambres que se presentan en los músculos de las piernas o de los brazos por cansancio después de esfuerzo excesivo. Vamos a hacer lo siguiente: como en sus tiempos, hay que aplicarle una “lavativa”, se consiguen un triangulito, de esos que se utilizan en los ranchos como purgante y esperamos el resultado. Si al lograr el efecto purgante la bola desaparece, es que se trata de excremento, de no ser así y la bola persiste aunque logre purgarse, entonces se confirma que es un tumor sin necesidad de radiografías, ni estudios de sangre y así evitamos gastos innecesarios. Su cuerpo es el que nos va decir la verdad.

De esta forma expliqué, tomando en cuenta sus escasos recursos, aunque en aquel tiempo aún no había ni ultrasonido y mucho menos tomografía computarizada o estudios de resonancia magnética para confirmar el diagnóstico y aunque los hubiera, ellos no tendrían acceso a tan caros estudios. En otras palabras, actuamos A CAPELLA, sin acompañamiento instrumental, sin ningún estudio de laboratorio, a valor mexicano. En muchos casos clínicos, sobre todo en estos tiempos, de crisis económica, se debe actuar a capella, ya que miles de enfermos, no tienen recursos económicos para estudios altamente caros. Otros, los menos, aunque posean recursos materiales, no tienen conciencia de la frase popular: “los bienes son para remediar males” y prefieren morir en vez de gastar sus bienes.

Al día siguiente de haber utilizado las purgas caseras pueblerinas, me informaron alegremente que la paciente había evacuado primero una bola de excremento del tamaño de una naranja y el resto de excremento disuelto. Calcularon que evacuó como dos kilos de excremento y que hasta “se batió”, como en sus lejanísimos tiempos de su infancia. Ellos mismos confirmaron que el supuesto tumor de ovario había desaparecido.

La abuelita vivió unos cinco años más con buena calidad de vida. Murió de muerte natural, porque ya tenía que morir, porque ya era necesaria la muerte. No recuerdo muy bien si acudí a su velorio, al novenario o su “cabo de año”… no importa.

¡Me encantaría llegar a los ochenta años, aunque sea con un tumor de ovarios como el de esta santa abuelita. !