La otra cruda.
Es una rara avis el ser humano que no se haya levantado alguna vez en su vida con fuerte dolor de cabeza, náuseas o vómitos, sed insaciable y pulso de maraquero; manifestaciones de la cruda, goma o resaca, secundaria a una larga juerga. Para desgracia de estos sujetos, a lo que todos estamos expuestos, todavía no hay un remedio para hacer más amena la mañana posterior a una pachanga.
En la revista británica New Scientist se reportó el estudio que una docena de investigadores voluntarios hicieron con puro afán científico y la bondadosa misión de hacer más llevaderas las crudas de los parranderos.
Estos investigadores se sacrificaron y accedieron a ponerse “hasta atrás” o hasta las manitas, cuatro fines de semana consecutivos y curarse la cruda con remedios distintos como beber agua, beber agua con sales y azúcares como el gatorade para calmar la sed, ingestión de N-acetil-cisteína, un aminoácido que se vende como complemento alimenticio en las tiendas naturistas, lo que explica porque se recurre a los ostiones y a los huevos fritos como remedios tradicionales para la cruda, pues ambos son ricos en cisteína. Otra supuesta cura para la goma es ingerir más alcohol, medida muy común resumida en una frase popular: “cure la cruda, siga chupando”.
Al final del experimento, los sacrificados voluntarios estuvieron de acuerdo en que no hay una cura universal para la cruda, de tal manera que se continuará recurriendo a los remedios tradicionales mencionados, a menos que los lectores estén dispuestos a optar por la verdadera cura universal: no beber en absoluto, lo que significaría cargar con la culpa de “si a este mundo vino y no toma vino….. ¿a que caramba vino?”
_Dr. Estoy desesperado, me siento muy inquieto y no puedo dormir bien por las noches, me siento muy nervioso, a veces me dan ganas de salirme de la casa y a veces me pongo a hablar solo, esto ya me preocupa, pienso que me estoy volviendo loco. Quiero que me diga a que se debe esto y si voy a enloquecer._ De esta forma se presentó un hombre de unos 45 años de edad, de aspecto sencillo, preocupado y en sus expresiones reflejaba cierto miedo e inseguridad emocional.
_¿Cuánto tiempo lleva con estos síntomas?_ Pregunté._ Y, ¿Porqué cree usted que se siente así de nervioso?_ Proseguí, tomando en cuenta que describió su estado emocional en forma directa, clara y definida. A lo que el hombre respondió:
_En realidad me siento mal desde hace como 15 días. Yo tomo de vez en cuando, pero hace 15 días me tomé como 15 cervezas, es que cumplí años y mi compadre llevó un cartón de cerveza y entre los dos nos lo echamos._ Aclaró.
_¿No más 15 cervezas, o solo de esas se acuerda?._ Pregunté, sospechando que este hombre había agarrado una buena juerga y había olvidado lo que sucedió después de las 15 chelas.
_Bueno, ¿para qué lo voy a engañar?. Después le invité a mi compadre un “desempanze” y saqué una de “bacacho” y nos echamos unas tres cubas, pa’ seguir festejando.
_No te molestes papá, pero al doctor hay que decirle la verdá, entre mi padrino y tu se echaron la botella completa, la dejaron vacía y todavía querían otra y se fueron de la casa a “seguirla” con otros amigos._ Terció su hijo adulto que lo acompañaba, ante lo cual el paciente agachó la cabeza apenado, lo que se evidenció por enrojecimiento de la cara.
_Ya ve usted que solo se acuerda de 15 nada más _ añadí y pregunté._ ¿Se acuerda de todo lo que continuó después de las 15 cervezas y las tres cubas para el desempanze? Debe decirme la verdad, de no ser así, me puedo equivocar en encontrar la causa por la que usted se siente como dijo al principio de la consulta.
_Bueno, si, en realidad no me acuerdo de todo lo que hice, dije o tomé después._ Reconoció el paciente agachando la cabeza en señal de vergüenza.
Procedí a explorar al paciente. Físicamente no encontré dato alguno de enfermedad grave que explicará sus manifestaciones. Su presión arterial normal, fondo de ojo normal por lo que se deduce que no había datos de hinchazón cerebral, sin fiebre, sin puntos dolorosos en su cuerpo. Me dirigí al paciente y su hijo y les pregunté:
_Antes de esa parranda, ¿estaba perfectamente bien?
_Si doctor, perfectamente bien._ asintieron ambos.
_ Correcto, creo que ya se descubrió la posible explicación a su problema. Para mí que todavía sufre de cruda por el gran festejo de su cumpleaños._ le manifesté.
_No creo Doctor, porque a otro día me la curé desde temprano y realmente no me hizo cruda, me sentí un poco desvelado, decaído si, pero no….., no me hizo cruda así….., de vómito, o dolor de cabeza como otras veces me ha sucedido. Además, eso fue hace 15 días, ya es mucho tiempo. ¿No cree? No se ofenda doctor, pero ¿Qué, nunca ha estado usted crudo?.
Alegó el paciente cuestionando mi impresión diagnóstica y tratando de “sacar mis trapitos al sol”, ante lo que me defendí y le lancé:
_ Tampoco se ofenda usted, pero en este momento estamos tratando de sus crudas, no de las mías. ¿No le parece?_ Respondí._ Creo que usted padece aún de la otra cruda, no la del cuerpo, sino la “cruda moral”, la de su alma. Con la cantidad de cerveza y bacacho que usted y su compadre bebieron, seguramente no se acuerda qué hizo, qué dijo, si ofendió a alguien, o si discutió con alguno de los que continuaron la parranda. Es decir, tuvo una laguna mental o amnesia y no se acuerda que sucedió y 15 días después moralmente se siente muy mal al no recordar si su conducta durante ese lapso fue inmoral u ofensiva o de falta de respeto hacia alguno de sus amigos de parranda. ¿O me equivoco?_ Rematé.
_Creo que le dio al clavo Doctor. Si fíjese que sí. La verdad es que me siento mal porque no me acuerdo que hice y como me comporté. He pensado mucho en eso y creo que no puedo dormir por eso, porque pienso y pienso y me siento muy mal no más de pensar en que haya ofendido a mi compadrito o a otro de mis amigos._ Dijo el enfermo con cara de compungido.
_¿Se siente culpable……?
_Exactamente._ Me interrumpió el paciente._ Me siento culpable porque pienso que ofendí a alguien, pero no estoy seguro. ¿Que hago? Me siento muy mal, no puedo dormir, y ese nerviosismo que no me deja estar en paz.
_ Lo mejor es que acepta su responsabilidad, y esto es un gran avance. La solución no es precisamente con medicamentos._ Dije._ lo que debe hacer es comunicarse humildemente con sus compañeros de farra, solicitar que le digan si en algo los ofendió y ofrecerles disculpas. De esta forma probablemente se sentirá mejor. Puede ser que no haya hecho nada ofensivo y que usted se esté preocupando innecesariamente por algo que no ha confirmado y que probablemente no sucedió. Si de verdad son sus amigos, ellos comprenderán si los ofendió. Incluso si es necesario pedir disculpas, pues, ¡Invíteles otro cartón de cervezas y écheles verbo, hagan las paces con la garganta mojada pa’ que no se enronquezca de tanto pedir disculpas?. ¿Qué le parece mi opinión?.
_La verdad doctor, creo que tiene razón. Si, es mi cruda moral, como usted dice, lo que me tiene así. Voy a hablar con mi compadre y ya le platico como me fue. ¡Pero de que vuelvo a tomar, no, no me vuelvo a poner otra borrachera como esta!.
_Espero que así sea, pero estas promesas son propias de la cruda moral que aún lo atormenta. De todas formas le indicaré un relajante no sedante el cual lo va a tomar solo en las noches y por unos 4 o 5 días nada más, después lo suspende para que no dependa de una píldora. Si no la toma mejor para usted. Hable con sus cuates y resuelva este dilema no importa lo que haya sucedido.
En los grupos de AA, deben contar con innumerables historias semejantes a las de nuestro protagonista actual. La cruda moral puede durar mucho más tiempo que la física. Esa es la que en parte, ayuda a la rehabilitación del alcohólico, saber, reconocer y aceptar humildemente, que se ha tocado fondo.