Molestia muy molesta 2.

En la primera parte se expuso el caso clínico de un paciente que se quejaba de una molestia abdominal que no podía describir en forma clara y concisa y que no interfería con sus actividades cotidianas en cuanto a su funcionamiento físico, pero que psicológicamente lo hizo desear que su molestia empeorara con el fin de poder demostrarme que estaba verdaderamente enfermo de su cuerpo.

_Usted mismo dijo que deseaba estar muy grave para que los médicos le creyéramos. ¿En verdad desea estar muy grave? _Pregunté y continué _Existen médicos con la firme creencia de enfermos que les gusta ser engañados y lucran sin contemplación alguna.

_ No Doctor, yo no quiero que me engañen, por eso vengo con usted, me dijeron que usted no me va a engañar. Oiga Doctor, creo que tiene razón, a lo mejor si son mis nervios. ¡Pero esta molestia que no me deja!. _Insistió.

Y seguí:

_Si de algo estoy seguro es de engañarlo. Puedo equivocarme en mis apreciaciones, pero por el momento no encuentro otros elementos clínicos para pensar en algún problema grave como usted supone. No se moleste, pero le voy a decir mis conjeturas: usted entra dentro del terreno del enfermo hipocondríaco pues a pesar de haberle explicado lo benigno de problema, muestra una preocupación exagerada con relación a la molestia un tanto imaginaria, está en sus emociones pero no en su cuerpo.

_Si doctor, tiene razón, me acaba de abrir los ojos.

_Más todavía, le voy a preguntar algo que usted seguramente no se ha atrevido a plantear por miedo, ¿Tiene usted miedo a padecer de un cáncer de colon, de intestino grueso o de otro órgano, cierto o no?.

_ En realidad sí. Pero ¿Cómo lo adivinó?. Si, en realidad, ese es mi temor, pero no quería decírselo por miedo a que me dijera que si tengo cáncer.

_No, no lo adiviné, no tengo una bola de cristal, lo deduje por la forma de ver, plantear y describir su molestia. Me apoyé en hechos. Los pacientes hipocondríacos tienen también la característica del temor a padecer enfermedades graves incurables y altamente mortales como el cáncer o el infarto del corazón aunque se les informe que no hay datos para pensar en esos males. Esos temores se convierten en obsesiones difíciles de erradicar de sus mentes. Su mente es de esas. No significa que usted esté inventando problemas. La ansiedad de un hipocondríaco le impide ver el mundo con objetividad, pierde la concentración mental y no retiene en su memoria la información proporcionada. En cierta forma pierde la capacidad del juicio y raciocinio. Solo piensa en que está gravemente enfermo. Esto se lo puedo comprobar. Le he repetido varias veces que no existen datos clínicos para pensar en cáncer o alguna grave enfermedad. Sus estudios de laboratorio, radiografías, de colon, ultrasonido abdominal, todos son normales y no es posible convencerlo de lo inofensivo de su queja. Usted insiste en forma repetitiva e irracional en la molestia y no es capaz de describirla con claridad, no interfiere con su calidad de vida física, pero sí en lo emocional y esto es un hecho innegable, de otra forma, no estaría aquí.

Finalmente, el enfermo imaginario se convenció, parcialmente, que su problema no era de la gravedad. No se le indicó ningún fármaco, en realidad no lo ameritaba, y decidió resolver este problema sin medicamentos.

Posiblemente llegando a su casa nuevamente regrese a sus pensamientos originales. Le comente esta posibilidad y le informé que en estos casos, en lugar de exponerse a que lo intoxiquemos con sedantes o antidepresivos, drogas para el sistema nervioso, existe otra modalidad de tratamiento para este tipo de problemas, es la TERAPIA BREVE FAMILIAR realizada por expertos, sin medicamentos.

MOLESTIA significa desazón originada de leve daño físico o falta de salud. Falta de comodidad o impedimento para movimientos del cuerpo por cosa que oprime los músculos. Enfado, fastidio o inquietud de ánimo. Fatiga, perturbación. Con esta definición en mente es relativamente fácil entender lo que el paciente refiere como molestia aunque no lo describa con exactitud.

Los padecimientos de tipo emocional son difíciles de describir para el paciente, lo más grave es que nosotros los médicos no podamos descifrar lo que el paciente nos dice no con las palabras sino con los gestos, movimientos, actitudes, con la vista, con la posición corporal, la forma de vestir, la entonación de la voz, su aseo personal y muchas otras formas intrincadas y confusas de comunicación y en la cual influye su historia social, sus costumbres, su sueños e ilusiones.

Dos meses después me informó por teléfono de su éxito sin medicamento ni terapia adicional. Fue suficiente la información médica. El lenguaje y la comunicación como opción terapéutica.