Trastornos mentales, enfoque socio-médico.

Para decidir el tratamiento ideal de una enfermedad, el médico debe establecer un diagnóstico presuncional que incluye más o menos en forma secuencial: primero recabar los signos y síntomas del enfermo o diagnóstico signológico, agrupar los síntomas y signos o diagnóstico sindromático, para en tercer lugar tratar de localizar el o los órganos enfermos o diagnóstico topográfico y con todo lo anterior lograr establecer de que enfermedad se trata y sus posibles causas biológicas y o sociales lo que culmina en el diagnóstico integral o causal, ideal para poder establecer un tratamiento lo más efectivo posible.

Sin embargo, lo que sucede con más frecuencia es que solo se cumple con la primera etapa, detección de signos y síntomas y con base en ello se indica tratamiento que se llama sintomático. Esto es un grave error ya que el médico solo se concreta a indicar medicamentos calmantes del dolor abdominal, de cabeza, de tórax, de cintura o de espalda, o sedativos del mareo, náusea, zumbido de oídos, estreñimiento y otros, sin  ubicar el órgano enfermo y sin atacar la raíz o causa de todos esos síntomas que pueden ser: apendicitis, cálculos en vesícula, colitis nerviosa, tumor cerebral, angina de pecho o infarto del corazón, enfermedades de los músculos, infección de oídos, etc.

Si nos preguntamos cual de todos nuestros órganos y sistemas es el que más se enferma y conduce a un hospital o consultorio privado, más de un lector se sorprenderá ya que me atrevería a afirmar, de acuerdo con mi experiencia que son las enfermedades del sistema nervioso. Recordemos además que la mente, los procesos mentales, son un producto funcional del cerebro. No es posible separar la mente del cerebro.

Las enfermedades del sistema nervioso se dividen en dos grandes grupos las estructurales o anatómicas como la trombosis o hemorragia cerebral, los tumores o los cisticercos por mencionar las más graves pero favorablemente raras y el otro grupo serían las enfermedades funcionales, conocidas como nerviosas o mentales, son las más frecuentes entre las que se encuentran las neurosis, la depresión, las obsesivo compulsivas, las maníaco depresivas, la hipocondría y la más grave pero escasa que es  la psicosis o esquizofrenia conocida popularmente como locura.

Es importante enfatizar que enfermedades nerviosas o mentales no son sinónimas de locura, esto es significativo de comprender ya que muchos enfermos se ofenden cuando se les informa que padecen de los nervios, como si se les tachara de locos. El cerebro es un órgano como todos los demás del cuerpo humano, existe y se altera igual que los otros, si bien es cierto que es el más complejo, no está exento de perturbarse.

La suposición de que las enfermedades mentales carecen de causa física es incorrecta. Cierto es que se deben a mal funcionamiento cerebral, pero estas alteraciones son consecuencia de cambios en determinadas sustancias como la serotonina, adrenalina, y otras que se almacenan en las células nerviosas y en sus estructuras y que aumentan o disminuyen según necesidades o por determinadas enfermedades propias del cerebro o como consecuencia de enfermedades de otros órganos del cuerpo humano e incluso por estímulos externos físicos, químicos o sociales y psicológicos

Los trastornos mentales son muy frecuentes aunque a menudo pasan inadvertidos y por lo tanto no son tratados correctamente. Pueden existir como trastorno primario o como consecuencia de otras enfermedades físicas de otros órganos.

Se calcula que un 80% de los problemas médicos que se presentan en la consulta privada o institucional son de origen nervioso. La ansiedad, definida como una sensación anímica de inquietud, temor o presentimiento de algo malo, puede indicar un proceso psiquiátrico primario o formar parte de una enfermedad orgánica, frente a la que también puede ser una reacción. Aproximadamente, la tercera parte de los pacientes médicos que sufren ansiedad tienen una causa orgánica, un ejemplo común es cuando a un sujeto sano se le establece el diagnóstico de diabetes, generalmente entran en un estado de depresión nerviosa por los miedos que provoca el saberse diabético, a este tipo de enfermos hay que orientarlos para afrontar y controlar la enfermedad.

Por otra parte, también puede haber un trastorno por ansiedad con síntomas físicos en ausencia de enfermedad física reconocible. La neurosis cardíaca es otro ejemplo frecuente, muchos sujetos sanos, empiezan a sentir “dolores cardíacos”  después de que algún familiar cercano o incluso amigo entrañable falleció de “paro cardíaco”, convirtiendo sus dolores en una neurosis cardíaca sin lesión alguna demostrable en el corazón.

Finalmente baste decir que las enfermedades mentales son un verdadero problema de salud pública por la incapacidad laboral que producen, por la alteración de la dinámica familiar y laboral que acarrean ya que es usual observar que donde hay un neurótico por ejemplo, la esposa o alguno de los hijos se contaminan y en muchos hogares se vive una verdadera neurosis familiar que entorpece la comunicación esencial entre sus miembros. En la consulta es común observar algunas actitudes de un enfermo hacia alguno de sus consanguíneos que denuncian el tipo de relaciones familiares que se llevan a cabo en su núcleo familiar. Lo anterior también puede ocurrir en los centros de trabajo donde abundan las intrigas y las envidias que alteran las relaciones con los compañeros de trabajo.

Para desgracia de estos pacientes, las instituciones públicas y privadas todavía no cuentan con una cultura positiva acerca de las enfermedades socio médicas como las mentales o nerviosas, por lo que pasan inadvertidas, sin recibir atención médica adecuada. Además, la sociedad no está cultivada aún para comprender como el entorno influye en los llamados trastornos psicosomáticos, es decir, problemas existenciales que estimulan al cerebro para producir síntomas físicos que empeoran su calidad de vida simulando enfermedades físicas y confundiendo a los médicos al definir diagnósticos y tratamientos equivocados e innecesarios, hecho muy frecuente.

La sobrecarga de trabajo a la que someten a los médicos por la burocracia hospitalaria y la falta de interés de los propios facultativos incluyendo a los psiquiatras, por este tipo de problemas, impide una adecuada aplicación de la secuencia de diagnóstico ilustrada al inicio de esta comunicación, esencial para el tratamiento de estos enfermos, que más que farmacia, necesitan ser escuchados y de esta forma ofrecerles orientación amplia respecto a su padecer.