Fracasos en tiroides.
Solo existen dos tipos de médicos que nunca cometen errores con los enfermos: los que no ejercen la profesión y los muertos. Yo, cotidianamente, ejerzo aún la profesión. No escapo a esa regla.
Es humano cometer errores, pero más humano es echarle la culpa a otro. Los médicos, tampoco eluden este apotegma. Siempre buscan un chivo expiatorio y la mayoría de las veces, por nuestros errores, se le atribuye responsabilidad a los pacientes.
Los errores que cometemos pueden ser de dos tipos: por omisión y comisión.
Se puede omitir una completa historia clínica sin recabar datos suficientes para justificar un diagnóstico certero, en consecuencia, se omitir un tratamiento ideal, además por deficiente información académica. Se puede omitir derivar al enfermo a otro especialista con mayores conocimientos o experiencia en determinada especialidad sin reconocer nuestras limitaciones.
Los errores por comisión suceden cuando exageramos la solicitud de estudios de laboratorio con el riesgo de reportes de resultados falsos positivos, estableciendo diagnósticos y tratamientos médicos o quirúrgicos sin datos completos que los justifiquen, provocando con ello más daño que beneficio.
En los enfermos tiroideos por ejemplo: muchos pacientes con hipertiroidismo, son catalogados erróneamente como trastornos de ansiedad por muchos años, o tratados del corazón con diagnóstico de hipertensión arterial y arritmias, siendo estas alteraciones provocadas por la excesiva secreción de hormonas tiroideas, responsables del aumento del metabolismo de todos nuestros órganos. Esta omisión de una historia clínica completa, provoca que la verdadera enfermedad avance a etapas que ponen en peligro la vida, además de los efectos nocivos de medicamentos innecesarios.
Se observan además, casos clínicos de hipotiroidismo tratados durante varios años con diuréticos como enfermos renales con retención de líquidos, o costosos medicamentos para el colesterol alto, o vitaminas y hierro para anemia, con antidepresivos por el bajo estado de ánimo, siendo estas alteraciones provocadas por la disminución de las hormonas tiroideas.
Si analizamos estos casos vemos que la omisión y la comisión van de la mano, no se pueden separar. Si omitimos un diagnóstico de certeza, prescribimos medicamentos o indicamos (comisión) una cirugía innecesaria.
Una mujer, con “sospecha” de cáncer de tiroides, fue sometida a extirpación completa de la tiroides. La biopsia de la tiroides fue completamente negativa para cáncer y normal en forma tamaño y volumen (Leí el reporte de la biopsia). Durante la cirugía fue seccionado el nervio laríngeo recurrente, anatómicamente adyacente a la tiroides y responsable de la tonalidad de la voz. La dejaron con ronquera severa (afónica) de por vida. Además, extirparon las pequeñas glándulas llamadas paratiroides, encargadas del metabolismo y el equilibrio del calcio en la sangre. Sin estas glándulas esa misma mujer fue condenada a ingerir grandes cantidades de calcio de por vida por presentar contracturas musculares continuas de manos, piernas, pies y otros músculos, contracturas tipo calambres, dolorosas y limitantes de sus actividades cotidianas debidas a la disminución del calcio en la sangre. Y al extirpar toda la tiroides, obviamente también debe tomar hormonas tiroideas por toda su vida. Este dramático caso no me lo chismearon, “lo vi con mis propios ojos”.
He observado varios pacientes sin ningún síntoma de enfermedad de tiroides, pero con elevación ligera de la hormona estimulante de la tiroides y con las hormonas tiroideas (T4 y T3) completamente normales. Los catalogan como HIPOTIROIDISMO SUBCLINICO, es decir sin molestia alguna. El criterio de algunos endocrinólogos, es prescribir hormonas tiroideas para “prevenir” que el supuesto hipotiroidismo “avance”. A una de esas pacientes, sin datos clínicos de enfermedad de tiroides, le prescribieron hormonas tiroideas a dosis mínimas durante tres años, en algún momento de su evolución le aumentaron la dosis, después de lo cual presentó elevación de la presión arterial y arritmia cardíaca, fue derivada al cardiólogo este diagnosticó hipertensión arterial y arritmia con fibrilación auricular, prescribió antiarritmicos y antihipertensivos, pero no hubo mejoría. Contaba con los estudios iniciales de tiroides, coincidía con el mencionado parámetro de hipotiroidismo subclínico. Le informe que yo no hubiera indicado hormonas. Concluí que en realidad estaba intoxicada con las hormonas tiroideas que provocaron las alteraciones cardíacas, se retiraron estas y los medicamentos para la presión y la arritmia. Tres años después la paciente se encuentra asintomática, con pruebas de función tiroidea normales, y obviamente sin medicamentos para corazón ni para tiroides.
Si revisamos las guías terapéuticas de hipotiroidismo y la última edición (18) de la medicina interna de Harrison, claramente específica: no hay acuerdo generalizado si a este tipo de pacientes se deben someter a vigilancia de su evolución o indicar tratamiento. Por el riesgo de provocar más daños que beneficio con las hormonas tiroideas, de acuerdo con mi propia experiencia, yo me inclino por lo primero: vigilar a la persona sana y permitir que disfrute de la vida a plenitud.
Cuide su salud, no consulte tanto médico.