El efecto cascada en medicina.
Durante la enseñanza de la medicina en escuelas y hospitales nos inculcan a establecer con todos los medios posibles, el diagnóstico definitivo de los enfermos, a hacer más que menos, en el buen supuesto de que nuestras decisiones o intervenciones diagnósticas y terapéuticas, tienen escasos riesgos o ninguno y en los hospitales se enseña a solicitar incontables y repetidos estudios para diagnosticar “casos clínicos bonitos” de enfermedades raras e incurables o mortales como la leucemia mieloblástica aguda en niños. Casos clínicos “bonitos” para médicos protagónicos y exhibicionistas en congresos médicos. Esos casos ¿serán bonitos para los familiares?¿Y el humanismo médico?
En este contexto, a los pacientes se les aplican protocolos y guías diagnóstico-terapéuticas con exagerada solicitud de estudios de laboratorio y gabinete, inofensivos algunos, graves y mortales otros. Este es el efecto cascada, solicitar estudios muchas veces innecesarios, para “curarse en salud” y proteger una falsa imagen de médico sabio y actualizado.
La solicitud de estudios innecesarios en cascada es muy frecuente pues la mayoría de los casos clínicos son autolimitados por la propia naturaleza humana. Por ejemplo, el dolor abdominal, queja muy común, evoluciona por si mismo en forma satisfactoriamente, sin necesidad de intervención médica, en un 40% de los casos tanto agudos como de larga evolución (Dr. Pérez y cols. Universidad Jhons Hopkins) . Ya don Flatulencio, sin ser médico afirma: “creo que este dolorcillo es un pedillo atravesado doctor”. En efecto, en mi experiencia personal, casos como los de Don Flatulencio, son los más frecuentes, con dolor abdominal secundario a estreñimiento crónico no diagnosticado y en muchas ocasiones operados de apéndice, próstata, vesícula u ovarios, sin necesidad.
Aunque el principio esencial del ejercicio de la medicina es: primero no dañar, debemos reconocer ante los pacientes que es imposible garantizar esa inocuidad, pues siendo la medicina una profesión manejada con probabilidades, al no ser una ciencia exacta, y siendo ejercida por humanos con diversos grados de imperfección, siempre existe el riesgo de provocar daño físico o emocional con nuestras opiniones, actitudes y decisiones.
Otro ejemplo es la hernia de disco intervertebral, demuestra que es un proceso autolimitado en forma natural con una evolución benigna pues el dolor ciático provocado por una hernia discal, se resuelve satisfactoriamente con reabsorción espontánea en un 50% de los casos sin intervenciones peligrosas y de alto costo. Los casos pregonados comercialmente de solución del dolor con ozonoterapia, las camas milagrosas y otras medicinas llamadas alternativas, son coincidencias, si acaso solo ayudan al bienestar en tanto el cuerpo humano resuelve y restaura poco a poco su salud.
En los trastornos mentales, existen signos y conducta anormales sin llegar a requerir atención médica ni provocar alarma social, consistiendo en realidad de manifestaciones un tanto fuera del patrón estadístico considerado como normal, compatibles con una vida laboral, familiar e individual satisfactoria sin necesidad de estigmatizarlos despectivamente como bipolares neuróticos o depresivos.
Por otra parte, el culto del médico a los factores de riesgo para la prevención de enfermedades como el cáncer, la diabetes o el infarto cardíaco, ha conducido en el momento actual a provocar serios daños a la salud con las “medidas preventivas”, supuestamente totalmente inofensivas, arguyendo que es preferible hacer más que menos, que más es mejor. Los hechos desmienten este supuesto: muchas personas sanas se etiquetan como enfermas. Veamos.
La actitud intervencionista, conduce a que millones de personas sanas sean etiquetados en falso y tratados como enfermos hipertensos, con los consecuentes daños en lo emocional y los efectos tóxicos de fármacos prescritos sin necesidad, Med. Clin. Barcelona, 2002:118 (2)65-7, y múltiples casos personales publicados en esta columna en el periodico La Opinión de Poza Rica, Ver. En Inglaterra se han publicado demandas judiciales de mujeres a las cuales se les ha extirpado la matriz (histerectomía) erróneamente, con diagnóstico falso de cáncer como resultado de la cascada que empieza con la inofensiva e inocente (dicen los ginecólogos) prueba de citología durante el programa de detección oportuna de cáncer (el DOC). Lo mismo se ha demostrado con las mamografías, los electrocardiogramas y pruebas de esfuerzo cardíacas, cateterismo cardiaco, antígeno prostático específico, la bacteria Helicobacter pylori, cuya errónea interpretación provoca acciones agresivas como biopsias, extirpaciones de mama, revascularización cardíaca o de próstata, muchas veces innecesarias y hasta mortales. Hay reportes de un 20 a 40% de intervenciones de coronarias cardiacas innecesarias, complicadas con infarto cardíaco o cerebral, arritmias o muertes. Una simple radiografía de tórax reportada como dudosa o falsa positiva, puede conducir a una tomografía computarizada equivalente en radiaciones a unas 400 radiografías simples.
No siempre, más es mejor, muchas veces, mejor, es nada. Recordemos que los extremos casi siempre son nocivos. Parece razonable aceptar y compartir nuestra ignorancia con los enfermos y la sociedad y modular el ansia de convertirnos en héroes médicos mitológicos, calmar esa avidez de notoriedad con la finalidad de no provocar más daño del existente en cada paciente.