Cáncer de tiroides.

Una de cada 10 mil personas, por año, tiene riesgo de padecer cáncer de tiroides. Yo lo considero un riesgo normal para cualquier persona viva, puesto que seguramente de algo nos hemos de morir. No hay porque alarmarse.

Se comunica esto porque en la consulta cotidiana es frecuente observar pacientes al borde  de un ataque de nervios ante el menor aumento de volumen de la cara anterior del cuello, la mayoría de ese fenómeno explicado por aumento de grasa y no por crecimiento de la tiroides y mucho menos, por cáncer.

Así, supongamos que a una persona le crece la tiroides y algún médico, de primera intención le espeta que puede ser cáncer, tiene 9 mil 999, posibilidades de equivocarse y una de acertar, porque la gran mayoría del crecimiento de tiroides o bocio se debe a patología benigna, ya por quistes tiroideos o nódulos tiroideos, secretores o no de hormonas tiroideas, que no ameritan ningún tratamiento sino solo vigilancia de su evolución para detectar si presentan aumento o disminución de hormonas tiroideas o si provocan síntomas de compresión en tráquea y esófago, siendo estas complicaciones las que pueden necesitar tratamiento médico con supresores de la formación de hormonas (hipertiroidismo), u hormonas tiroideas (hipotiroidismo), yodo radiactivo o extirpación quirúrgica, según cada caso individual.

_¡Ay doctor Kiskesabe!. Me vengo muriendo de miedo. Mire mi cuello. Me ha crecido la tiroides. Vi a al Dr. Ahizhevá, me pidió unos estudios, y me dice que seguramente es un tumor de tiroides, que puede ser cáncer, me dijo que debo ver al oncólogo y me envió con el Dr. Kan Grejho. Quiero que antes me dé su opinión. Por favor vea mis estudios para que me diga que tengo.

Era la Sra. Miedhiza, muy espantada y ansiosa. No era para menos. Una regla en medicina clínica es iniciar el interrogatorio, luego la exploración clínica y revisión de los estudios de laboratorio en ese orden. Pero en la práctica cotidiana, ese reglamento debe ajustarse a cada paciente sin que sea obligatorio seguir ese orden, porque finalmente, el orden de los factores no altera el producto.

Observé que la paciente estaba bastante pasadita de kilos y para su estatura muy baja, era muy notorio este dato. Dependiendo de cuanto tiempo lleva con ese aumento de peso, es posible que se trate de aumento de grasa en el cuello, que se puede confundir con aumento de la tiroides. Pensé, mientras revisaba rápidamente unos estudios generales de sangre: biometría hemática completa, química sanguínea y un general de orina.

_Sus estudios están normales. No se preocupe. No parece nada grave. No tenga miedo doña Miedhiza_ Dije con ánimo tranquilizador a la vez que le exploraba y palpaba el cuello en el cual efectivamente se notaba  aumento de volumen en la cara anterior, sobre el área de la tiroides.

_Trague saliva, estire el cuello, vuelva a tragar saliva. _Dije, a la vez  que palpaba la piel del cuello y la tiroides con el fin de detectar aumento de volumen de está glándula.

 _Dígame doctor. ¿De veras mis estudios están normales, y mi tiroides como está?. _Preguntó con desesperación.

_ Tranquilícese. Volví a insistir. _No encuentro nada grave. Parece ser solo grasa. Su tiroides es normal. Dígame. ¿Hace cuanto tiempo aumentó de peso?.

_En realidad ya era gordita, pero no tanto como estoy. Desde hace un año, tuve un problema con mi esposo y con mi suegra y noté que me aumentó el apetito, empecé a comer mucho más y a engordar muy rápido. Hacía ejercicio pero lo dejé y todo eso influyó.

_¿Y notó si cuando empezó a subir de peso, le aumentó “la glándula tiroides”?.

_En realidad si doctor Kiskesabe. Aumenté rápidamente de peso, noté el cuello más grueso y fue donde me palpe algo en la tiroides y por eso busqué un médico, pensando que la subida de peso era por eso. Por esto consulté al Dr. Aizhevá

Pregunté lo anterior con el fin de investigar que relación hay entre la obesidad y la tiroides pues cuando hay hipotiroidismo las personas suben de peso pero comen poco. Pero doña Miedhiza no evidenciaba otros datos de hipotiroidismo como: somnolencia, piel acartonada reseca, lenguaje lento, estado depresivo; al contrario, la desesperación que irradiaba su estado de ánimo, era incompatible con hipotiroidismo. Su respuesta casi me confirmó que en realidad se trataba de un grueso panículo adiposo delante de la tiroides. La información del Dr. Aizhevá le produjo ANSIEDAD YATROGENICA.

_Mi opinión. _Informé. _ Es que con bastante seguridad, creo que su tiroides esta en perfectas condiciones. Se confundió la tiroides con la grasa del cuello. De todas formas, vamos a solicitar un ultrasonido de tiroides y un perfil hormonal tiroideo. Creo que van a resultar normales.

Y así fue.

_Con estos estudios, confirmo que su tiroides es normal. Pero es un legítimo derecho buscar otra opinión, puede ver al doctor Tezubo Lormona, es un buen endocrinólogo.

_No doctor Kiskesabe, con su opinión me basta, no me vayan a querer operar de la tiroides. Pero oiga. Ya que no me da receta de medicamentos, y de todas formas le pago la consulta, cuando menos recéteme algo para bajar de peso. _Espetó con picardía.

_¡Cinco manzanas diarias son muy efectivas para bajar de peso y le sale baratísimo el tratamiento doña Miedhiza!. _Dije, en el mismo talante.

_¿Cinco manzanas? Claro que si doctor, y… ¿Cómo… cómo me las como… hervidas… con yogurt…?. _Preguntó emocionada ante tal prescripción.

       _Trotando… doña Miedhiza, trotando velozmente, cinco manzanas de su colonia. _Rematé.