COVID 19 18, víctimas del pánico.

Dr. Ignacio Espinosa. Médico Internista. Tels: 82 26352 782 888 0056

En el momento que empezaba a escribir este tema, recibí un mensaje por WS: “doctor, que hago, me puse el oxímetro en un dedo y me marca 75% y el manual dice que es normal de 95 a 100%”.

Se trataba de uno de mis escasos y conocidos pacientes, de una congregación serrana; no me proporcionó ningún dato clínico más en el mensaje. Sugerí que me hablara directa e inmediatamente pues una concentración de 75% se reflejaría en una insuficiencia respiratoria bastante grave y notoria clínicamente. Así lo hizo.

Desde que lo oí hablar noté su ansiedad, pero también me pareció normal su respiración, sin tos ni congestionamiento nasal o bronquial, que es relativamente fácil de escuchar por el teléfono. Le sugerí que midiera su frecuencia respiratoria en un minuto completo, me dijo que tenia 22 respiraciones por minuto. Propuse que respirara directamente al teléfono y personalmente contabilicé 20 respiraciones en un minuto completo.

No te preocupes. Le dije. Tu respiración es normal y si la oxigenación de 75% fuese real, tendrías 40 o más respiraciones por minuto, es decir: grave.

El interrogatorio “de lejos”, reveló que amaneció con “la garganta irritada”, entró en pánico y lo primero que se le ocurrió es buscar a un vecino que tenía ese aparatito para medir el oxígeno en el dedo. Hice que se midiera la temperatura: normal, 36.7, me reportó.

Por el momento resultó una falsa alarma.

Probablemente dormiste con la boca entreabierta. Le expliqué. La respiración por la boca reseca la garganta, se irrita y se vuelve muy sensible, las flemas se resecan. Por el momento no veo problema alguno. De todas formas: vigila si aparece fiebre mayor de 37.5, mide la temperatura cada 4 horas, y si aparecen otros síntomas como tos y cuadro catarral, las respiraciones por minuto normales en promedio son de 18-20, si llegaran a rebasar de 30 por minuto vigilar si retorna a lo normal o se mantienen elevadas porque, incluso por ansiedad, pueden aumentar a unas 25 o 30, pero rápidamente regresan a lo normal.

Casos como estos, casi todos los días me hablan o veo pacientes así, la mayoría ni siquiera tienen infección alguna respiratoria, pero en las mañanas se despiertan con esa “irritación de la garganta”, por deshidratación en esta temporada de la canícula y la respiración por la boca responsable de estas molestias pasajeras.

Y un dato muy elocuente: como son pacientes conocidos, la mayoría ya tienen trastornos de ansiedad, o son muy “preocupones”, o tienen esa personalidad que los psiquiatras llaman HIPOCONDRÍA, y estos estados emocionales los hacen más sensibles al pánico actual, pues los cerebros en estas circunstancias se convierten en un “amplificador” de las percepciones y manifestaciones corporales, muchas veces normales, pero que la ansiedad los hace ver una seria amenaza a su bienestar. Fenómeno, por demás bastante comprensible ante la situación actual.

Lo más grave de este asunto, sería que nosotros los médicos caigamos en el “pánico escénico”. Ya comenté en una entrega previa, como por un resultado falso positivo de la oximetría, con 75% y respiraciones completamente normales 20 por minuto, en un caso sospechoso pero leve, en un “hospital COVID” del sureste de Veracruz, le sugirieron intubación y mi sugerencia fue que solicitara su alta voluntaria, porque, en primer lugar, todavía no estaba indicada la intubación y en segundo, que el 90% de los casos que intuban, de todas formas, fallecen. Finalmente, se recuperó en su domicilio. Ya esta trabajando activamente.

Y hace unos días, otro de mis conocidos pacientes de un pueblo serrano, me habló por teléfono sumamente alarmado. Un diabético muy escrupuloso en su cuidado, conocido desde hace unos cinco años, durante los cuales su diabetes, en todas sus citas médicas, no ha rebasado los 150 miligramos de azúcar con una dosis mínima de una de las distintas presentaciones farmacéuticas para el control de la diabetes.

Pues bien: me informó que su diabetes, en los últimos 10 días se descontroló tanto, que empezó a tener mucha sed, mucha orina, baja de peso, decaimiento, de tal forma que dejó de trabajar por falta de energía, se midió el azúcar en la vena y reportó 180 miligramos. Se alarmó porque el estaba bien y no había descuidado ni su alimentación, ni la dosis de medicamento para el azúcar.

Nuestra responsabilidad profesional sugiere que, si un diabético se descontrola, debemos investigar la, o las causas de descontrol: excesos en las calorías de la alimentación, la enfermedad avanzó y requiere mayor dosis de medicamento, el enfermo no toma los medicamentos indicados, o alguna situación de estrés físico o emocional que dificultan el buen control y hay algunos medicamentos que aumentan el azúcar. Le pregunté si había recibido algún tratamiento por alguna otra posible enfermedad. Y se descubrió la causa: EL PANICO ACTUAL.

Por molestias muy semejantes al caso descrito previamente, consultó a un médico general de su comunidad. Como en estos momentos todo mundo tiene miedo al COVID, todo mundo tiene una receta para el COVID y todo mundo es especialista en COVID, le prescribieron un derivado de la cortisona: PREDNISONA, “kiske” como tratamiento para posible COVID, o “para prevenir que avanzara”, le indicaron 150 miligramos como dosis inicial durante una semana, dosis tres veces más elevada de la recomendada en pacientes graves como el lupus eritematoso, o glomerulonefritis aguda, o en baja de plaquetas (trombocitopenia), enfermedades graves de origen autoinmune.

Esa dosis excesiva fue suficiente para provocarle un descontrol grave de su diabetes, uno de los múltiples, efectos nocivos de los derivados de la cortisona, efectos que nosotros los médicos siempre debemos tener presentes al prescribir este tipo de tratamiento. Y más lamentable. Este sujeto, antes de recibir la prednisona, nunca presentó los síntomas típicos de una infección respiratoria aguda: fiebre, tos y estornudos, mucho menos de COVID.  Y la prednisona ni previene y mucho menos, cura, el COVID.

Este hombre se controló eliminando la prednisona, y aumentando temporalmente la dosis del medicamento para el control de la diabetes.

Así estamos: víctimas del COVID y víctimas de nosotros mismos.

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