Diabetes dudosa VII.

Ignacio Espinosa. Médico Internista. Tel: 782 263 52 Cel: 782 888 0056

Según los libros y las guías nacionales e internacionales de práctica clínica, se han establecido nuevos criterios para decirle a una persona si es o no diabética.

Se comentó en la entrega previa que si una persona orina mucho, come mucho y tiene mucha sed, y el laboratorio reporta más de 180 miligramos de azúcar en sangre, indudablemente es evidente la diabetes sacarina.

Donde la puerca tuerce el rabo, es cuando por primera vez a una persona sana se le encuentra el azúcar entre 110 y 180, es decir, entre el límite que el laboratorio sugiere como máximo normal y la cifra de 180 miligramos, que nuestra naturaleza marca como máximo normal, estado o circunstancia un tanto compleja porque NO HAY SINTOMAS antes de los 180 miligramos.

Las guías médicas actuales nos dicen que si el azúcar en ayunas es de 126 o más, sin importar si rebasa los 180 que dicta la naturaleza o si la hemoglobina glucosilada en ayunas es de 6.5% (equivalente a 126 de azúcar), a una persona por demás sana y sin molestia alguna se le etiqueta como PRE-DIABETICO.

¿A quien hacerle caso, a la naturaleza o a las guías artificiales establecidas por los médicos?

He aquí un dilema médico ético, o donde la puerca torció el rabo.

Ya se ha comentado que pre-diabético en realidad significa que la persona todavía no tiene diabetes y por tanto NO AMERITA MEDICAMENTO ALGUNO. No obstante, el impacto para la persona que se le aplica esta etiqueta es DEMOLEDOR, emocionalmente. Simple y llanamente esa persona ya se siente enfermo, aunque no lo esté. Viven UNA FALSA DIABETES, aterrorizados pensando que se pueden quedar ciegos o que pronto los van a dializar, o que les “mocharán” una pierna por úlceras, desconociendo que estas complicaciones se pueden presentar después de unos 10 años o más con diabetes verdadera, o nunca. Y esto lo viven sin justificación alguna.

Lo anterior es consecuencia de que el gremio médico en general, incluyendo a los especialistas, dan por establecido que con 126 miligramos de azúcar, también siembran la idea de enfermedad e incluso prescriben medicamentos hipoglicemiantes (bajar el azúcar), metformina principalmente, aunque a dosis mínimas, pero finalmente con el riesgo de provocar crisis de “bajones” leves, o peligrosos muchos de ellos, de azúcar que incluso ponen en peligro la vida con caídas bruscas que han provocado fracturas de cadera y hemorragias traumáticas cerebrales. Lo digo porque me consta, personas por demás sanas, operadas de cerebro o cadera por hipoglicemias graves.

Cuando salí, no de cuba, sino de la escuela, hace ya unos 50 años, nos enseñaron que la fisiología normal permite que si a una persona sana se le mide el azúcar digamos cada hora durante unas 24 horas, día y noche, el azúcar variará desde 50 miligramos en ayunas hasta unos 160 miligramos en diferentes circunstancias SIN QUE SE CONSIDERE DIABETICO, y nos decía el maestro de fisiología, muy capaz por cierto, que solo se determina diabético a una persona que en forma sostenida en varias mediciones el azúcar se eleva y se mantiene por encima de 150 miligramos, reiterando que esas variaciones de 50 a 160 son normales de acuerdo con la ingestión de alimentos y la actividad física o intelectual.

Para el laboratorio las cifras normales promedio en ayunas oscilan de 60 a 110 miligramos de azúcar.

Y otro detalle que nos enseñó de fisiología normal: puede ser que algunos sujetos se salgan de esos parámetros de 60 a 110 y se mantengan en cifras de 110 a 160, sin rebasar. Estas personas no sufren diabetes clínica porque no presentan síntomas, y se debe vigilar su evolución pues LA MAYORIA NO SE HACEN DIABETICOS. Con fines académicos se les denominaba como diabetes química que no necesita tratamiento, porque no tienen síntomas, luego entonces, prescribir fármacos no va a mejorar nada en la persona sana.

Lo cierto es que en el momento actual estoy viendo algo que hace algunas décadas sucedía de vez en cuando: personas sanas, las cuales se han convencido que no padecen de diabetes después de haber sido considerados como tal, durante uno, tres, seis y hasta algunos de diez años con quienes hemos confirmado que su azúcar se mantiene normal después de retirar los medicamentos durante semanas y meses, fármacos que habían considerado esencial y necesario durante esos largos periodos.

Muchos años de sufrimiento emocional personal y familiar además de gastos económicos, superfluos.

Los libros nos hablan de enfermedades, no de enfermos. Los defensores de las guías argumentan que hay que hacer medicina basada en la evidencia. La lógica y el sentido común dictan que también hay que tomar en cuenta la medicina basada en la experiencia con el fin de ajustar las guías a los enfermos, y no los enfermos a las guías porque, ajustar los enfermos a las guías es exponerlos a graves daños, de leves hasta mortales. Lo digo porque me consta, no porque “me lo dijo Adela”.

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