Pancreatitis y diabetes.

 

PANCREATITIS Y DIABETES.

La causa más frecuente de diabetes es la que se considera como hereditaria, aunque en realidad es multifactorial. Esto significa que se combinan varios factores genéticos y ambientales para su presentación y evolución.

Existen algunos casos de diabetes secundarios a enfermedades del páncreas como la pancreatitis aguda que consiste en la inflamación severa de ese órgano como consecuencia principalmente de cálculos en la vesícula, cuando obstruyen el conducto colédoco que normalmente drena la bilis hacia el intestino delgado. La obstrucción de la bilis a ese nivel hace que regurgite hacia el páncreas. La bilis dentro del páncreas desencadena lesión inflamatoria severa, la pancreatitis aguda, que si es muy grave (hemorrágica) puede provocar gran destrucción del tejido pancreático con disminución de los islotes pancreáticos cuyas células beta, son el sitio de la formación de la insulina que interviene en la regulación normal del azúcar en la sangre. De esta forma, se entiende porque una lesión del páncreas puede producir diabetes sin que haya factores genéticos predisponentes. Esto es lo que se llama DIABETES SECUNDARIA a una destrucción adquirida de las células donde se sintetiza la insulina.

Un paciente de 70 años, se presentó a consulta con antecedente de haber sido operado del páncreas, dos años antes, por dolor abdominal intenso, muy grave, que se atribuyó a PANCREATITIS AGUDA. Durante la intervención le extirparon una porción del páncreas. Se recuperó completamente de la operación hasta el momento actual en que se presentó a consulta quejándose de pérdida de peso, mucha sed (polidipsia) y mucha orina (poliuria), decaimiento, adelgazamiento, se levantaba a orinar unas cinco veces por la noche y otras tantas durante el día.

Espontáneamente acudió a un laboratorio para medirse el azúcar en la sangre. Resultó elevada, 260 mg. Con estos datos clínicos se estableció el diagnóstico definido e indudable de DIABETES SACARINA.

El paciente se sorprendió porque arguyó que no conocía ningún familiar diabético como para haberla heredado, se preguntaba como era posible que tuviera la enfermedad.

Se le orientó precisamente que esta alteración del azúcar tenía relación directa con la operación del páncreas efectuada dos años antes. La extirpación del tejido dañado finalmente se tradujo en una disminución de la formación de insulina por el resto del tejido pancreático y esa era la explicación de la presencia de su enfermedad en el momento actual. Si tenía o no alguna predisposición genética, es difícil saberlo, además no tiene importancia investigarlo puesto que la enfermedad ya está presente y el objetivo del tratamiento es el mismo, controlar el azúcar y prevenir sus complicaciones, sin importar la causa, el tratamiento de la diabetes es similar. La sintomatología y las complicaciones son idénticas.

La reacción emocional de los pacientes cuando se establece el diagnóstico de alguna enfermedad que ellos consideran grave o peligrosa como la diabetes, en principio es de rechazo, de negación y de duda, algunos exteriorizan coraje y desconfianza del laboratorio, del médico y hasta de su suerte. Estos cambios en el estado de ánimo son peligrosos ya que pueden llevar a los pacientes a estados depresivos que impiden un buen control de la enfermedad por falta de cumplimiento en las indicaciones lo que refleja en el fondo un intento suicida ante la adversidad de la enfermedad.

Para prevenir esta eventualidad en este tipo de pacientes es necesario hacerlos comprender que por la edad y las condiciones actuales su problema se controla con relativa facilidad si cumple con las indicaciones de ejercicio, alimentación y medicamentos. El acatamiento de estas medidas retardaría las complicaciones crónicas como la ceguera por lesión de la retina, la uremia por lesión de los riñones o el infarto cardíaco por lesión de las coronarias, debiéndose tomar en cuenta que por su edad, 70 años, si esto le servía de consuelo, seguramente no iba a tener tiempo de desarrollar estas complicaciones que se presentan unos 10 o 15 años después del inicio de la enfermedad.

Además, debía enfrentar este problema con entereza, ya está presente y no hay forma de eliminarlo por completo. Se le hizo ver que es posible controlar su padecimiento, y con ello vivir en condiciones muy semejantes a las de un sujeto sano como si no padeciera la enfermedad, esta es la meta de la terapia, mejorar su calidad de vida.

La vigilancia a largo plazo de la diabetes no es solo el control del azúcar, sino de investigar en cada consulta posibles complicaciones en otros órganos como el cerebro, corazón, riñones, vida sexual, colesterol y triglicéridos (grasas en la sangre) infecciones en vías urinarias o respiratorias, estrés emocional y preocupaciones que pueden impedir un buen control de la enfermedad. Una supervisión periódica de estos posibles obstáculos, permite mantener a los enfermos libres de síntomas, de preocupaciones y de tensión nerviosa.

Esta es la función del médico, con la ayuda y colaboración del enfermo, sin la cual no es posible cumplir con tales objetivos de salud.