Miedo a la libertad.

Este es el título de un libro escrito por Erich From, psiquiatra contemporáneo de Segismundo Freud. En dicho libro se compara al ser humano con el experimento de unos pájaros en cautiverio, al inicio del cual constantemente se golpean en la tela de la jaula hasta lesionarse las alas, buscando la libertad. Con el fin de liberarse son capaces de morir. La jaula es tan resistente que al cabo de cierto tiempo se dan por vencidos y dejan de luchar ya que en la jaula tienen comida, nido, cuidados especiales, procrean polluelos. Después de cierto tiempo les abren la jaula y con miedo se acercan a la puerta abierta, a la libertad y ninguno de ellos es capaz de abandonar la jaula. Tuvieron miedo a ser libres

En la vida cotidiana existen muchos seres humanos que viven con miedo a la libertad. Además existen casos clínicos que acuden a consulta buscando curación farmacológica de sus quejas corporales, cuya causa es precisamente EL MIIEDO A LA LIBERTAD, la cual no se resuelve con una píldora milagrosa, una receta mágica o lámpara de Aladino.

Una mujer de 40 años se presentó a consulta con datos francos de depresión nerviosa: fácil llanto, tristeza, pensamientos negativos y suicidas, entre otros síntomas sicológicos. Pero además, había consultado múltiples médicos por síntomas físicos tales como adormecimiento de manos y pies, entumecimiento de los brazos, palpitaciones cardíacas, dolores en cuello, espalda y garganta sin causa aparente. Diversos estudios de laboratorio, ultrasonido y rayos x fueron normales o negativos. Presión arterial normal. Recibió infinidad de medicamentos antirreumáticos, analgésicos, sedantes, para fiebre tifoidea, para la presión y para el corazón, antibióticos, para la circulación, sin mejoría alguna

En resumen, físicamente no había datos de enfermedad estructural de algún órgano específico o localizado, sus síntomas eran difusos, confusos y cambiantes. Estas características precisamente encajan en patología del sistema nervioso como la depresión nerviosa con síntomas de sufrimiento físico y mental.

Pero había que ponerle apellido a la depresión nerviosa, es decir, tratar de establecer los factores causales de la misma. La depresión nerviosa tiene factores biológico genéticos internos o endógenos propios de la persona que se suman al conjunto de factores sociales, culturales, religiosos, políticos, económicos (marco conceptual) que desatan la enfermedad neurológica con sus manifestaciones clínicas en diversos órganos y sistemas.

El ambiente social en el que se desarrolló la enfermedad de esta paciente, someramente era el siguiente: originaria de una comunidad rural con las características culturales de nuestra región, creyente en los principios Cristianos y Guadalupanos de pecado, castigo y sentimientos de culpabilidad; escolaridad, 2 años de primaria; nulo hábito de lectura, televidente de novelas tipo canal de las estrellas y fuerza informativa, principalmente los populares talk sows, maltratada psicológicamente desde la infancia hasta el momento actual por un padre alcohólico consuetudinario (cotidiano), experiencias visuales desde su infancia de madre abnegada, aguantadora, sufridora y golpeada por su padre alcohólico (el de la paciente) y con maltrato psicológico o verbal hasta el momento actual. Nueve hermanos más que ya emigraron del hogar, con las mismas vivencias de las cuales ya se liberaron parcialmente. Ella, a sus 40 años de edad todavía vive en el mismo medio familiar de su infancia.

Manifestó que desea salir de su “hogar”, mejor dicho de su casa, porque –“ya no aguanta a su padre, ya no se siente a gusto en su casa por el trato que reciben ella y su madre”. —

Apareció un llanto espontáneo y dramático, bueno, ni tan espontáneo, ya que sus trágicas y habituales experiencias pocos mortales las resisten sin alteración de su equilibrio emocional.

Después de un profundo sollozo, dejó de llorar y espetó:

–“Pero adoro a mi papá y a mi mamá y a ella no la puedo dejar sola, los quiero mucho y uno de mis nueve hermanos me ha dicho que yo debo quedarme, que no los debo abandonar y no puedo dejarlos. Además, no sé que voy a hacer yo sola sin ellos”—

Su rostro mostró un gesto de miedo y desasosiego ante la idea de alejarse de sus padres a los que tanto quiere a pesar del maltrato que aun sufría.

En sicología de la comunicación se recomienda interpretar el lenguaje cifrado u oculto que encierran las palabras, el tono y las modulaciones de la voz, y los gestos corporales visuales de los pacientes. Es obvio que esta paciente está atrapada en relaciones destructivas familiares, hecho muy común en nuestro entorno social, producto de la historia de nuestros pueblos.

De acuerdo con mis experiencias personales parece ser que esta paciente tiene miedo a la libertad, pues me comentó posteriormente que una de sus hermanas le ha sugerido que se vaya a vivir con ella lejos de su lugar de origen. Sin embargo, la paciente insiste en que le preocupa que sus padres se queden solos a pesar de su estado físico normal y su edad no muy avanzada. Válido y respetable es el cariño que profesa a sus padres. Le comenté que los medicamentos únicamente pueden controlar algunas molestias físicas pero que no resolvería los factores causales principales por lo que debía tomar una decisión con respecto a su vida: alejarse de su hogar o aprender a aceptar a sus padres tal cual son, a sabiendas de los efectos nocivos en su estado anímico. Esta decisión es de su responsabilidad. Paradójica situación humana, tener que eliminar el miedo a la libertad.

En estos casos se puede recurrir a técnicas de terapia familiar, de las cuales no tengo experiencia y todavía no son muy socorridas en nuestro medio y a las que los pacientes sienten todavía un rechazo propio de nuestro entorno cultural plasmado de prejuicios sociales. Los medicamentos calman algunas de las molestias físicas y nada más.