Misión imposible.
En ocasiones se obstaculiza el diagnóstico y tratamiento, por las condiciones anímicas y culturales de los pacientes y sus familiares o acompañantes, quienes pueden interferir con las directrices a seguir para establecer el diagnóstico de los problemas que nos plantean. En otros casos, la ausencia de asistentes, también interfiere con los objetivos del ser médico, ya que existen enfermos cuyos trastornos emocionales por daño orgánico cerebral o psicológico, impiden una buena comunicación e información confiables lo que repercute en el éxito o el fracaso.
Ejemplos de lo anterior se presentan cotidianamente.
Un paciente de unos 60 años de edad, alcohólico controlado, tiene 3 años que dejó de beber con la valiosa ayuda de los grupos de AA, se presentó a consulta quejándose de insomnio, relatando que hacía varias noches sin poder conciliar el sueño en forma satisfactoria, Tiene muchas secuelas en su sistema nervioso y problemas familiares a pesar de haber dejado la bebida. Padece de cirrosis secundaria a su alcoholismo. También esta controlada. No se encontraron alteraciones ni en su presión arterial ni en el azúcar.
Se prescribió un sedante suave a dosis mínima con la recomendación de informar de la evolución de su problema al día siguiente con el fin de ajustar la dosis. Se presentó ocho días más tarde y se estableció un diálogo entre médico (M) y enfermo (E) más o menos así:
E: Doctor, no me funcionó el medicamento que me recetó.
M: ¿la tomó como se lo indiqué?………..E: Si. —-M: ¿Cuántos días?……..E: en realidad solo el primer día……..E: Pero ¿me va a hacer efecto?………M: lo más probable es que si, pero debe esperar el resultado…….E: Es que si me duermo de más, a lo mejor no me puedo levantar a tiempo para trabajar……M: Dígame que es lo que prefiere, si dormir bien o la posibilidad de llegar tarde a su trabajo…… E: Es que no he podido dormir en varios días y lo único que quiero es lograr dormir…..M: No me es posible decirle con exactitud cuanto tiempo va a dormir con esa dosis, depende de la resistencia de su cerebro para los sedantes, si tiene miedo a dormirse de más utilice un despertador o pida a uno de sus familiares que lo despierte.—– E: es que lo que quiero es dormir.—–M entonces tómese las pastillas como le indiqué—–E: pero es que si me duermo mucho me puedo orinar en la cama, a lo mejor no me puedo levantar a orinar.—-M: bueno, usted decide si toma la pastilla y duerme o no la toma y sigue sin dormir, decida usted que es lo que desea y que es lo que más le incomoda.—E: es que lo único que quiero es dormir—–
Un infructuoso diálogo. El estado de ansiedad del enfermo y probablemente el daño orgánico cerebral secundario al alcoholismo, con alteración franca en el juicio y raciocinio y la capacidad de entendimiento, impiden una buena comunicación médico paciente. Por muy experto que sea un médico es prácticamente imposible poder orientar informar y educar a un paciente así. Nunca lo acompañó nadie de sus familiares. Probablemente su alcoholismo además del daño en el hígado y en el cerebro, su conducta durante su enfermedad, provoco daño psicológico en la familia y esta lo rechaza. El paciente se notaba desesperado y ansioso y no tuve la habilidad suficiente para sustraerlo de ese círculo vicioso de su deseo de dormir pero a la vez de su temor a dormir en demasía. Posiblemente si lo acompañase un pariente podría lograse mayor éxito, cuando menos que sus parientes se enteraran de la intención del médico para ofrecer el mejor apoyo posible.
Los pacientes alcohólicos tienen una peculiaridad con relación a los sedantes, en general se hacen resistentes al efecto de estos fármacos debido a que su cerebro esta habituado al efecto sedativo del alcohol por lo que es necesario indicar calmantes fuertes y dosis máximas para lograr el objetivo de hacer dormir a los pacientes. Es común que durante la anestesia quirúrgica por ejemplo, los anestesiólogos en ocasiones deben utilizar mayores dosis de narcóticos para lograr su objetivo, el antecedente de alcoholismo explica lo anterior Todos estos conceptos se le explicaron al enfermo, en lenguaje que consideré accesible. Vano intento. Nunca logré que me comprendiera.
Me di por vencido y le sugerí verbalmente que la próxima vez acudiera con un acompañante. La misma sugerencia la hice por escrito en la receta. Todo fue inútil. En la siguiente consulta se presentó solo, había extraviado la receta. No les dijo a su familiares y si les informó, ellos no se dieron por enterados. El diálogo fue semejante al descrito.
Jajajajajajajajajajaja!! Cuanta paciencia!!
Estos casos entra en lo que se llama gajes del oficio, que no es lo mismo «que gases por el orificio», suena semejante, pero no es lo mismo. jejejejeje. vale