La memoria y la circulación.
Se presentó a consulta una mujer de 80 años de edad sin antecedentes de haber padecido enfermedad alguna de gravedad. Sus dos hijos que la acompañaban estaban sumamente alarmados porque en forma brusca se le alteró la memoria ya que no se acordaba como se llamaban ellos, ni donde encontrar el baño de su casa, ni encontraba la ropa para vestirse. De inmediato buscaron atención médica.
Efectivamente, la paciente no sabía su nombre, su lugar y fecha de nacimiento, no sabía que día de la semana estaba viviendo, tampoco sabia que se encontraba en un consultorio médico. No perdió el estado de conciencia, solo la memoria en el tiempo, espacio y persona. Además contestaba incoherencias al interrogatorio. Había dificultad para cumplir peticiones sencillas como acostarse o sentarse. No había datos de parálisis cerebral que limitaran los movimientos de las piernas o de los brazos. Su presión arterial y una prueba rápida de azúcar en sangre fueron normales. El estudio de fondo de ojo para investigar hinchazón interna del cerebro fue negativo. No había causa aparente para su alteración de la memoria.
Sus hijos me comunicaron que tenían miedo a que padeciera de “esa enfermedad de moda que anuncian mucho en la tele”. No me supieron decir que enfermedad pero deduje que se referían a la enfermedad de Alzheimer que se acompaña de demencia y alteraciones de la memoria. De entrada les informe que era poco probable que se tratara de esa enfermedad ya que la enfermedad de Alzheimer se caracteriza por alteración de la memoria, trastornos de conducta, datos de demencia o locura, pero que estos síntomas se van estableciendo en forma muy lenta y progresiva en varios meses o años, pero que no es de aparición tan brusca como la de su madre.
Al continuar investigando las posibles causas de alteración de la memoria a los 80 años, que pueden ser diferentes que a los 40 o 50 años de edad, me comentaron que el día que se le alteró la memoria fue después de haber estado trajinando en el jardín de su casa durante una mañana muy calurosa y que a medio día cuando entró a la casa les preguntó dónde estaba el baño y su ropa para cambiarse, lo cual les llamó la atención porque cotidianamente ella guardaba y acomodaba su ropa en lugares específicos. Descubrieron así los datos mencionados de alteración de la memoria, ya que nunca antes habían notado algo parecido, a sus 80 años ella se valía por sí misma para todas sus actividades personales y familiares.
Con estos datos se llegó a la conclusión de que la posible causa de las manifestaciones clínicas eran consecuencia de dos factores principales: Uno, el hecho de haber arribado a los 80 años de edad, muchos pacientes tienen el “derecho biológico” a padecer de endurecimiento de las arterias del cerebro y con ello cierto grado de disminución de la circulación de sangre en dicho órgano, si a esto se añade la deshidratación que produce permanecer varias horas en un jardín sin ingerir agua y sudando, el déficit circulatorio cerebral empeora en forma brusca y con ello se presenta alteración de una o varias de las funciones vitales del cerebro, dependiendo de la región cerebral que recibe menos riego de sangre según el estado de sus arterias. Esta sería la explicación más viable, sobre todo por la falta de antecedentes de enfermedad previa. Cierto es que por la edad podría tratarse de un tumor cerebral, una infección cerebral, intoxicación con medicamentos, o alguna las enfermedades degenerativas entre las que se cuenta la de Alzheimer. Sin embargo, la causa más frecuente son las ENFERMEDADES VASCULARES CEREBRALES.
Se confirmó lo anterior, ya que bastaron 24 horas de tratamiento con buena hidratación por vía oral, tratamiento para mejorar el riego y la oxigenación cerebral, lapso en el cual la enferma recuperó por completo su estado normal previo a la penosa jornada en el jardín.
Todos los años se presentan este tipo de pacientes en la temporada de calores, sobre todo los trabajadores del campo de la tercera edad, que se ven en la necesidad de ir a limpiar sus milpas y prepararse para los otrora famosos y benignos aguaceros de Mayo. La deshidratación a que se someten estos sujetos, puede desencadenar disfunción cerebral que puede ser leve o severamente incapacitantes con trombosis o embolia cerebral.
Se recomienda ingerir suficientes líquidos, alrededor de dos litros en 24 horas, para reponer los que se pierden por la transpiración de la piel y además agregar algo de sal al agua con el fin de conservar el equilibrio de cloruro de sodio, esencial para el funcionamiento de los músculos y del cerebro. De hecho el suero oral que se recomienda ingerir en estas temporadas no es más que agua con electrolitos: cloruro de potasio, cloruro de sodio o sal común y otras sales esenciales para mantener el equilibrio adecuado de líquidos y sales corporales.
Esta mujer pudo haber evolucionado a una trombosis cerebral, con parálisis de la mitad del cuerpo (hemiplejía) e incapacidad para valerse por sí misma por una simple labor hogareña en un caluroso día.