Hidropesía y cirrosis hepática.

Un paciente de 70 años asistió a consulta para saber si había tratamiento para la hidropesía ya que él la padecía y le habían informado en alguna institución que ya no había tratamiento médico, que estaba desahuciado, cuando mucho le podrían hacer punciones abdominales para extraer el líquido.

Desilusionado de la información recibida se encerró en su casa a esperar a que la huesuda lo acogiera en su non santo seno. Sin embargo, una de sus hijas lo animó a buscar otra opinión.

Palpablemente su abdomen estaba muy aumentado de volumen por colección de líquido. Tenía antecedente de haber sido un bebedor exagerado de bebidas embriagantes desde su juventud, por lo que se sospechó que seguramente tenía dañado el hígado con cirrosis alcohólica. Se encontraron otros datos que apoyaban esta sospecha: había derrame de bilis en la sangre que se manifestó en ictericia (ojos amarillos), orina oscura como coca cola, a la palpación tenía el hígado aumentado de tamaño, duro, nodular y no doloroso. No había datos clínicos de daño renal ni cardiaco, ni se palpaban masas anormales que sugirieran un tumor abdominal.

Se concluyó que padecía cirrosis hepática secundaria al alcohol, complicada con retención de líquidos (ascitis o hidropesía) como consecuencia de una falla en el funcionamiento del hígado para mantener un equilibrio adecuado de líquidos. La posibilidad de controlar este problema con medicamentos era bastante optimista, por lo que se indicaron diuréticos para eliminar el exceso de líquidos sin necesidad de maniobras agresivas como la punción abdominal. Respondió satisfactoria y lentamente hasta lograr, en unos tres meses, que su abdomen se normalizara, y que desapareciera el derrame de bilis. Bajo l5 kilogramos de peso, mismos que se consideraron como consecuencia de exceso de líquido. No hubo necesidad de punciones. Se reintegró a sus labores caseras mínimas propias de su edad, mejoró notablemente su calidad de vida ya que previamente solo tenía habilidad para hacer sus necesidades fisiológicas de excreción.

Hidropesía, significa colección de agua. Viene del griego HIDOR= agua y OPS = idea de colección. También se le conoce como ASCITIS, que significa derrame de líquido en la cavidad abdominal o vientre. Las causas de hidropesía o ascitis son variadas, la más común es la cirrosis hepática por alcoholismo o por hepatitis viral. También se presenta en casos de insuficiencia funcional de los riñones, insuficiencia cardíaca o carcinomatosis peritoneal por algún tumor de aparato digestivo o de ovarios en la mujer y menos frecuentemente por tuberculosis intestinal o peritoneal.

La más grave es la que se debe a tumor canceroso. Las demás se pueden controlar la mayoría de las veces, con tratamiento médico basándose en diuréticos para aumentar la cantidad de orina y con ello expulsar el exceso de líquido sin necesidad de punciones que pueden causar peritonitis grave y mortal.

La retención de líquidos o ascitis por cirrosis es muy frecuente. También es muy usual que a estos pacientes se les condene a morir inmisericordemente sin intentar resolver el problema con medicamentos. Esto sucede principalmente en las instituciones de salud, atiborradas de pacientes de todo tipo. A los alcohólicos se les tacha de viciosos y borrachos, se les discrimina y por eso el trato del personal médico es inhumano, irresponsable y deshonesto, sin interés de servicio. El médico no debe preenjuiciar ni enjuiciar o juzgar a los enfermos por sus defectos o virtudes. El alcoholismo es una enfermedad como cualquier otra y los médicos tenemos la responsabilidad de ofrecer lo mejor de nosotros en cualquier terreno que se nos presenten, independientemente de la remuneración económica que el médico recibe como asalariado o como médico privado.

Es cierto que algunos alcohólicos están muy dañados y en los cuales las posibilidades de recuperación son mínimas o nulas, pudiendo llegar el momento en que ningún médico por muy experto y “fregón” que sea o se sienta, será capaz de curar. Pero a esta decisión de desahuciar a un enfermo se debe llegar siempre y cuando se hayan agotado todos los tratamientos posibles y conste que el enfermo los ha cumplido sin observar mejoría después de un tiempo razonable y en tanto las medidas terapéuticas indicadas no estén causando más daño que beneficio.

Finalmente, es el cuerpo del enfermo el que nos va diciendo en diferentes formas si tiene capacidad de recuperación, los médicos tenemos la responsabilidad de interpretar los síntomas y signos de los distintos órganos que lo conforman.

No es válido desahuciar a un enfermo sin haber intentado resolver su problema, por supuesto, debiendo tomar en cuenta si nuestra intervención médica va a engendrar mayor daño del ya existente, he aquí la clave para decidir tal o cual conducta terapéutica: Primero no dañar.

El nombre de esta columna, YATROGENIA, significa literalmente LO QUE ENGENDRA O GENERA EL MEDICO. Los profesionales de la salud deben engendrar salud, nunca engendrar enfermedad, nunca daños.