Depresión un mal del siglo.

Dicen que unos 350 millones de seres en el mundo padecen depresión, 26 millones se mueren anualmente del corazón, 700 millones padecen diabetes, otro tanto igual padecen de la presión alta.

Estas cifras causan gran terror si no se sabe la cantidad total mundial de habitantes. Si tomamos en cuenta que hay 7 mil millones de habitantes, resulta que los 350 millones de deprimidos corresponde a un 5%, los 26 millones de cardiacos al 0.3%, los 700 millones de diabéticos al 10% y los hipertensos otro 10%. Personalmente, pienso que esas cifras son normales tomando en cuenta que siempre tenemos el riesgo de enfermar, y ni duda, el de morir de algún mal, de los tantos que aquejan a la humanidad.

¿Porqué tanto terror a esas estadísticas? ¿Será la muerte violenta más frecuente que los llamados males del siglo? ¿Porqué no se menciona esta posibilidad? ¿Será porque en las muertes violentas no se consumen tantos fármacos ni tanta biotecnología durante mucho tiempo como en la depresión, la hipertensión o la diabetes?

Ya comentamos que actualmente el ejercicio de la medicina se ha convertido en una industria vendedora de fármacos y biotecnología. Las cifras mencionadas al inicio se utilizan en forma de totales para exagerar el peligro, y así provocar temor casi con miedo en médicos y pacientes y con ello, los médicos prescriben fármacos indiscriminadamente y paradójicamente las personas sanas, más que los enfermos, son los que en mayor cantidad consumen tecnología y fármacos a un alto costo económico y social y con mínimo beneficio.

La TIRICIA, en la medicina tradicional mexicana, se caracteriza por inapetencia, desgano, tristeza desilusión y mal humor. Sobreviene después de un susto por un hecho real por la caída de un caballo o la “corretiza” de un toro bravo o porque en alguna noche de farra a un campirano en el camino de una congregación a otra, se le atravesó el “diablo encuerado y con espuelas”. Pero también la tiricia sobreviene por la pérdida de un ser querido (exceptuando a la suegra) o una “muina” o coraje (casi siempre con la suegra).

En los adolescentes la tiricia es causada por el mal de amores, las decepciones amorosas que tanto impactan a los novatos en esas lides o por distorsión en la dinámica familiar.

El tratamiento de la tiricia en aquellos tiempos idos, era con baños de una planta llamada pata de vaca, o con ruda, un vaso de leche de burra calientita (me refiero a la leche) y “a otra cosa mariposa”. Nadie moría de tiricia.

Hoy, la tiricia en el diccionario de enfermedades psiquiátricas tiene unos 20 nombres diferentes, entre ellos el de deprimido bipolar. Ser bipolar está de moda actual, es signo de distinción social.

Estamos en LA ERA DEL PROZAC y tratar la tiricia actual con los mismos síntomas, pero con diferentes nombres, es altamente productivo para el gremio médico y costoso y peligroso para el “tiriciento”. Hay más de 30 medicamentos, entre ellos los modernos antidepresivos como el popular prozac.

La depresión se caracteriza por tristeza, pérdida de interés o placer en actividades que normalmente producen placer, con decirles que el deprimido ni siquiera se le antoja una cheve bien fría durante la canícula. Eso si es preocupante. Además, puede haber pérdida o aumento de peso, dificultad para dormir o sueño excesivo, baja autoestima e ideas de muerte o de suicidio.

La mayoría de los casos con depresión no interfieren con la calidad de vida, son tolerables, leves o pasajeros, con causas externas evidentes (pérdida de un ser querido) y no debieran prescribirse fármacos antidepresivos pues ninguno de ellos revivirá a un muerto. La pérdida de un ser querido hay que vivirla sin prozac de por medio, es decir, sin medicamentos. Vivir el proceso natural del duelo.

Por desgracia, en esta era bipolar y del prozac, ante la más mínima tristeza e insomnio ya se están prescribiendo sedantes o antidepresivos y frecuentemente ambos fármacos, mezclados con antiepilépticos (sedantes) o antipsicóticos (sedantes). Resultado: drogadictos seguros. A la “tristeza vulgaris” la etiquetan de bipolar y a tomar prozac (fluoxetina) el primero de los modernos antidepresivos: paroxetina, sertralina, citalopram, venlafaxina, duloxetina y otros.

Yo todavía no uso los modernos antidepresivos, recurro de vez en cuando a los viejitos ya conocidos, más baratos y a dosis pequeñas y por tiempo corto. Por cierto, los antidepresivos provocan menos efectos adictivos que los sedantes. Por lo tanto, si el insomnio es provocado por un estado depresivo, son preferibles los antidepresivos a los sedantes.

De todas formas, personalmente he observado que muchos de los pacientes tomando los modernos antidepresivos, les producen más efectos colaterales como insomnio, ansiedad, inquietud, tensión, disminución del deseo sexual, trastornos del sueño, temblor, somnolencia, palpitaciones y confusión mental, todos estos efectos aumentan si se ingieren con sedantes, antiepilépticos, y otros fármacos, combinaciones observadas con mucha frecuencia en esta era de la polifarmacia, sobre todo cuando a un enfermo lo tratan más de un médico especialistas. De hecho, ningún medicamento está libre de provocar efectos nocivos, dependiendo de la dosis.

Y he aquí una más de las paradojas de la medicina moderna. Desde hace algunos años se reportaba evidencia de un aumento de suicidios en personas con ingestión crónica de antidepresivos, principalmente con los modernos. El llamado Estudio 329, de un conocido laboratorios SKB que oferta antidepresivos, se hizo a finales de los 90 para demostrar que la paroxetina era eficaz y segura en la depresión infantil y adolescente. Fue publicado y ocultaron que el fármaco provocaba numerosos efectos secundarios y que no era mejor que un placebo. Entre los efectos secundarios más importantes ocultaron que 11 niños deprimidos se suicidaron tomando ese antidepresivo y solo uno del grupo que tomaba solo placebo.

En una publicación posterior, en la revista BMJ, de febrero 2005 Fergusson y colaboradores publicaron un estudio para establecer la relación entre suicidio y la ingestión de los nuevos antidepresivos selectivos de la recaptación de la serotonina y los intentos de suicidio. La revisión sistemática incluyo a 87,650 pacientes. Los resultados fueron los siguientes: hubo 2.5 veces más intentos de suicidio en pacientes tomando los nuevos antidepresivos que en el grupo placebo tomando tabletas de harina y 1.5 veces más suicidios en comparación con los viejitos antidepresivos.

¿Alguien ha leído algo al respecto, o ha oído comentario alguno en la radio o la televisión? Lo bueno de los fármacos se divulga mundialmente, lo malo se niega y en el mejor de los casos, se oculta.

Lo nuevo, no siempre es mejor. Lo caro no siempre es mejor. A veces, pero no siempre, más vale viejo por conocido, que nuevo por conocer.