No hacer 1.

Paradojas de la medicina, por no decirlo de otra forma: existen guías médicas con recomendaciones para lo que se debe hacer, si una persona tiene el azúcar o la presión altas, por ejemplo, y ahora existen guías para lo que no se debe hacer.

Elegir con prudencia, es una propuesta de la Alianza Nacional de Médicos de Estados Unidos, con el fin de lograr el uso eficaz de los recursos en salud en relación con la solicitud de pruebas diagnósticas y tratamientos. El movimiento NO HACER, se ha extendido a España y desde 2011 se publicaron las primeras recomendaciones.

El proceso de elaboración de estas guías de NO HACER, se fundamenta en que determinadas decisiones médicas no aportan beneficio alguno, o porque la relación entre riesgos y beneficios no está clara o porque no existe suficiente evidencia para aconsejar su uso sistemático.

Coincidentemente, y no es casual, la esencia de ese movimiento de NO HACER, coincide con el contenido de esta columna de Una enfermedad llamada Doctor (yatrogenia) publicada desde hace más de 30 años en este diario La Opinión de Poza Rica, Veracruz.

La enseñanza escolástica de la medicina está centrada en lo que se debe hacer, sin tomar en cuenta lo que no se debe hacer.

He aquí algunas recomendaciones del movimiento médico, NO HACER, recomendaciones a las cuales me adhiero.

NO prescribir antibióticos en la sinusitis aguda, salvo que exista rinorrea (secreción nasal) purulenta y dolor máxilofacial o dental durante más de siete días, o cuando los síntomas hayan empeorado de una mejoría clínica inicial.

La sinusitis es un proceso inflamatorio de la mucosa de una o más cavidades de los senos paranasales. Dura un máximo de cuatro semanas, es de causa viral asociada al resfriado común en más del 95% de los casos y en menos de 2% de los casos se asocia a infección bacteriana con secreción purulenta, presencia de pus en la cavidad nasal, dolor facial y fiebre con más de siete días de evolución. Es en estos casos mínimos en los que la prescripción de antibióticos se justificaría para lograr algún beneficio. Más o menos lo mismo aplica a las infecciones de amígdalas, de bronquios, previendo que no haya la complicación poco frecuente aunque grave, de una neumonía.

No obstante lo anterior, casi el 100% de los casos, reciben uno y hasta dos antibióticos, innecesariamente favoreciendo la resistencia bacteriana, descontrolando la flora bacteriana normal provocando daños colaterales con infecciones bacterianas y excesivos gastos económicos.

Un paciente, hace algunos años me comentó que en una visita a Estados Unidos, se enfermó de un catarro común, consultó a un médico, gastó 2500 dólares, unos 25 mil pesos, cuando el dólar estaba en 10 pesos. Lo ¿estudiaron? Como si estuviera en estado crítico. Ya aquí en nuestro medio, “no cantamos mal las rancheras”, estamos haciendo lo que no se debe hacer.

NO HACER o realizar tratamiento intensivo del azúcar en diabetes del adulto, los objetivos de control deben ser menos estrictos en este grupo de diabéticos. Es otra recomendación de esta organización médica sin afán de lucro.

La hemoglobina glicosilada determina el nivel promedio del azúcar en sangre durante los 120 días previos a la prueba, pero de ninguna manera refleja el nivel real del azúcar en el momento de su medición. El control estricto de la glucemia se ha considerado un objetivo central en el tratamiento de los diabéticos tipo dos o del adulto. No obstante, muchos pacientes con diabetes quizás se expongan a daños potenciales al intentar mantener un control demasiado estricto de sus niveles de glucemia. Dicen los expertos en NO HACER.

Cierto, dice Kiskesabe y le consta, en esta columna, con frecuencia se han comunicado casos clínicos de efectos nocivos por la tendencia obsesiva de querer mantener las cifras de azúcar como “dice el laboratorio”, de 60 a 110 miligramos. Resultado: Bajones de azúcar, caídas con esguinces, contusiones, heridas leves cuando bien les va y fracturas o hematomas subdurales mortales.

Y el colmo, pacientes SANOS, con azúcar completamente normal, y con hemoglobina glucosilada falsamente alterada, están siendo sometidos a tratamiento con medicamentos para bajar el azúcar, sufriendo bajones de la misma. Los medicamentos para bajar el azúcar, no bajan la hemoglobina glicosilada, sino el azúcar.

En la última actualización de la revisión sistemática Cochrane sobre los efectos del control estricto del azúcar en diabéticos, se identificaron 28 ensayos clínicos aleatorizados, es decir, bien planeados científicamente, con 18 mil pacientes sometidos a control estricto, “como dice el librito”, de la glucemia, y 16 mil sometidos a un control más convencional y libre, estilo Kiskesabe. Los ensayos se realizaron en Norteamérica y en Europa ¿Y nuestro México?. No pasa nada. La duración media varió de 3 días a 12.5 años de seguimiento.

Y he aquí los resultados: no hay diferencia significativa en la mortalidad ni en prolongar la vida en ambos grupos. El control intensivo de la glucemia incluso aumentó el riesgo de eventos adversos graves y de hipoglicemia (bajón de azúcar).

Un estudio reciente, continúan estos investigadores clínicos, confirma que los riesgos del control estricto de la diabetes, exceden a los beneficios. Estos pacientes son más susceptibles a la hipoglicemia grave (azúcar baja) lo que depende de las dosis de los medicamentos y de la potencia de los medicamentos como las sulfonilureas y la insulina. La finalidad es mejorar la calidad de vida, preservar la seguridad y evitar los efectos nocivos del tratamiento. El objetivo del control del diabético debe centrarse en el paciente, en la persona, y no en la loca obsesión de conseguir un control estricto de la glucemia y de la hemoglobina glicosilada. Dicen estos investigadores, tal y como se ha expuesto en muchas entregas de esta columna.

En otras palabras, amigos diabéticos, al estilo Kiskesabe, que no sabe gran cosa, no hay ninguna ventaja en el control estricto de la diabetes con prohibiciones exageradas, con pésima calidad de vida, en comparación a los pacientes diabéticos a los cuales se les permite disfrutar de una “chela” bien fría, unos tacos de “chicharrón con pelos” o un chocolate, tamales y pan de muerto en las fiestas de todos los santos.