Medicamentos genéricos: ¿Son confiables?
Incontables pacientes han cuestionado al que esto teclea con relación a la confiabilidad de los medicamentos genéricos. Puesto que el ejercicio de la medicina compromete al médico con la sociedad, y esta columna tiene compromiso con los pacientes, la respuesta debe ser coherente con los puntos de vista expuestos en los diversos casos clínicos de la vida cotidiana que aquí se han comentado. Ya en otras ocasiones he tenido oportunidad de exponer mi opinión de este escabroso, abrupto y penoso tema de los genéricos.
Por los enfermos, para los enfermos y siempre con los enfermos, sin importar edad, sexo, creencias políticas o religiosas he sostenido ante quienes me cuestionan que no prescribo los genéricos para mi persona, mi familia o los pacientes que me proporcionan la oportunidad de servirles profesionalmente.
Son muchas las razones para esta posición irrenunciable: morales, profesionales, políticas, económicas y culturales.
En primer lugar por experiencias personales: Desde hace 25 años, durante el entrenamiento para ser especialista en Medicina Interna, algún maestro nos enseñó que los genéricos eran de dudosa calidad y eficacia. Posteriormente tuve oportunidad de confirmarlo. A mis hijos de dos y tres años de edad, los desparasitaba cada cuatro meses con mebendazol de marca original que en un principio nos proporcionaba la institución para la que laboraba, hasta que en alguna ocasión se intoxicaron con dicho fármaco presentando náuseas y vómitos, ya no era de la marca original. Mi madre ingería dipiridamol de marca original para la circulación de la sangre en el cerebro, sin molestia colateral alguna, hasta que ese mismo dipiridamol era de otra marca, no lo toleró pues le producía dolor de cabeza. Nunca más volví a utilizar los genéricos para mi familia, ni en los pacientes privados.
En febrero del 2000, en un puesto de revistas, me llamó la atención una que se llama Familia Saludable, en cuya portada el nombre de un artículo reza: MEDICAMENTOS GENERICOS Y SIMILARES. ¿CUÁL ES LA DIFERENCIA?. Uno de los asesores médicos de dicha revista, es precisamente uno de mis maestros de Medicina Interna, que en varias ocasiones fue invitado a esta ciudad para impartir algunas conferencias médicas. El Dr. Lifshitz, Médico Internista
En el contenido del reportaje sobre los medicamentos genéricos se menciona que “la PROFECO dio a conocer en el expediente DP-30-98, la resolución de la demanda presentada por la Asociación Mexicana de Investigación Farmacéutica AC contra la publicidad de las Farmacias Similares. Estas últimas fueron sancionadas porque los productos que venden no cumplen con los requisitos exigidos por la Secretaria de Salubridad para considerarlos iguales al medicamento original o a los genéricos intercambiables. Así, se ordenó a dichas farmacias corregir su publicidad por considerarla engañosa”.
Pero, ¿Corrigiendo la publicidad mejora la calidad de los medicamentos? ¿Cómo y quién garantiza la calidad de los medicamentos genéricos para el médico que prescribe y el enfermo que es el receptor final de dichos fármacos tan solo con cambiar la publicidad?
Hasta el momento actual, con frecuencia se observan pacientes diabéticos que ingieren dosis máxima de los medicamentos genéricos sin lograr un buen control del azúcar, basta con cambiar a medicamentos originales y con menor cantidad de tabletas se logra un buen control. Los resultados que obtienen los enfermos son las pruebas más convincentes de la efectividad de un tratamiento. Los enfermos diabéticos son un buen ejemplo, ya que es posible evaluar los resultados de la terapia con mediciones del azúcar en la sangre. No sucede lo mismo en otro tipo de enfermos en donde no es posible cuantificar el efecto benéfico, como sucede en la mayoría de los problemas psicosomáticos, los más frecuentes de la consulta médica.
Un colega me comentaba que ha utilizado medicamentos genéricos con buenos resultados. Si partimos del hecho que un 80% de los problemas médicos agudos como infecciones intestinales y de vías respiratorias altas se resuelven sin medicamentos, tan solo con las defensas naturales, es fácil atribuir a los genéricos o cualquier otro medicamento original, la solución de tal o cual proceso agudo, cuando en realidad se curó solo. Con frecuencia los enfermos afirman que tuvieron diarrea y una cápsula de terramicina se las curó, o que una cápsula de ampicilina por ejemplo, en cuatro horas les quitó el dolor de garganta, sin saber que la ampicilina no es calmante del dolor sino antibiótico, para posteriormente jurar y perjurar que la ampicilina es “buenísima para el dolor” y hasta la recetan a su familiares o amigos. El efecto placebo o sugestión mental es un fenómeno psicológico engañoso que confunde los verdaderos efectos de los medicamentos, genéricos, copias u originales.
Por otra parte, todas las sustancias activas, por ejemplo GLIBENCLAMIDA para los diabéticos, necesitan de otras para que se distribuyan adecuadamente en el organismo: Los EXCIPIENTES disminuyen los efectos tóxicos y los VEHÍCULOS fomentan su absorción.
“Algunas medicinas similares puestas a la venta en México cuentan con la sustancia activa, acompañados de azúcares y almidones como sustitutos de los excipientes y vehículos verdaderos. El resultado es que el fármaco es liberado en forma lenta o muy rápida potenciando los efectos tóxicos como la agresión para el estómago o el intestino, por ello no puede haber similitud entre un producto que pasa por las pruebas de calidad aprobadas por la Organización Mundial de la Salud y los que no han recorrido este camino”. Afirma el Dr. Bonilla Marín, presidente del Consejo Nacional de Medicina General quien explicó las diferencias entre los medicamentos genéricos y los originales.
Lo engañoso continúa el Dr. Bonilla es que: “si un medicamento no es sometido a normas de control de calidad, la duración de su efecto es de dos o tres horas a diferencia de los originales cuya persistencia es de 12 o 24 horas, además de que la disponibilidad es menor en los similares que en los originales”. Esto se refleja en la cantidad de medicamento que se debe ingerir, es del triple para los similares. ¿Dónde esta pues el ahorro?
Todos los productos de consumo: alimentos, estufas, refacciones, automóviles, etc., tienen diferente calidad. Así también en los medicamentos. No es justo engañar a los pacientes y hacerles creer que todos los medicamentos tienen la misma calidad, puesto que se trata de mejorar la salud, de curarse o no y de empeorar o mejorar la calidad de vida. No tomar en cuenta esto, es comparar a un ser humano con una licuadora o con una bicicleta, moralmente no es válido.
El mismo Dr. Bonilla afirma que se han hecho estudios serios y se ha encontrado que algunos productos similares contienen el 25% del fármaco activo en comparación a los originales.
El público debe informarse, preguntar, leer, cuestionar a sus médicos. Es poco probable que el problema se haya resuelto del todo de 1998 a la fecha, los enfermos siguen pagando las consecuencias.
Los médicos deben hacer reflexiones y juicios sobre este controvertido y escabroso tema que redunda en la imagen profesional de la medicina y lo más importante, en el bienestar de los enfermos, objetivo primordial de la calidad de la atención médica que no depende exclusivamente de la cantidad de conocimientos técnicos que un médico posea en el momento de la entrevista clínica, sino de la forma en que los utiliza, basado en su experiencia y sus conocimientos, producto de la observación minuciosa de los casos clínicos, del estudio y lectura constante tanto de libros técnicos de medicina como periódicos y revistas de cultura general.