Otro de cesáreas.

Ningún médico debería perder de vista que antes de ser especialista en cualquiera de las diversas ramas de la medicina, recibió un título de médico general que teóricamente debe permitirle entender, comprender y cuestionar cualquier problema médico de ginecología y obstetricia, pediatría, cirugía, radiología o medicina interna, con el fin de poder orientar y educar a los pacientes con el fin de mejorar su calidad de vida (la de los pacientes). Este es un reto, que cualquier médico que se precie de serlo, debe enfrentar con bastante solvencia profesional para lo cual debe ser capaz de retener los conocimientos básicos de medicina general, volverlos a estudiar si es necesario en libros o reuniones académicas, con el objeto de ofrecer lo mejor, incluyendo la decisión de saber reconocer hasta donde ha de actuar de acuerdo con sus conocimientos y su experiencia y en que momento deberá enviar a sus enfermos con otros expertos en relación al problema que le planteen.

Lo anterior tiene relación con el hecho de que la gran mayoría de los problemas que se le plantean a los diversos especialistas de medicina: llámese cardiólogo, reumatólogo, urólogo, pediatra, internista, ginecólogo, etc., en teoría, puede resolverlos un médico general ya que vigilar un embarazo, condición normal de la mujer, no es exclusivo del especialista en ginecología si en el pasado y aún en el presente se resuelve satisfactoriamente con la vigilancia de una partera empírica. El diagnóstico, tratamiento y seguimiento de la presión arterial no debe ser exclusiva del cardiólogo o el internista, ni la diabetes del endocrinólogo. Saber es poder, no se pueden resolver problemas médicos sencillos si no se cuenta con conocimientos médicos sencillos, es por ello que los especialistas han desplazado a los médicos generales en la atención inicial de los enfermos.

Hace unos 40 años se decía que era mejor traer a este mundo a los niños no en la cigüeña, ni en parto normal sino con la operación cesárea, ya que con esta cirugía se disminuía el trabajo de parto que podría prolongarse hasta por más de medio día de contracciones uterinas y que este retardo provocaba daño en el cerebro de los niños por disminución del riego de sangre consecuencia de las contracciones uterinas durante varias horas y que esto podría dejar secuelas en el cerebro del recién nacido impidiendo un desarrollo psicomotor adecuado. Con esta información alarmante y terrorista, las mismas embarazadas solicitaban que sus chamacos nacieran por cesárea, los ginecólogos y cirujanos lo único que hacían es empuñar el bisturí y abrir en canal el abdomen. Algunos de ellos muy hábiles para la cirugía dejaban cicatrices muy estéticas que incluso ni se notaban en el abdomen ya que la cicatriz era transversal, lo que motivaba aun más a las futuras madres para dejarse hacer todas las cesáreas posibles. Todos ahorraban tiempo en la atención de un parto, el dinero cambiaba de manos, de la madre a los ginecólogos. Parece que este era el principal motivo para indicar cesáreas sin discriminación juiciosa, y no el posible daño cerebral con retraso mental de los futuros ciudadanos.

En su momento un ginecólogo dijo: “El abuso en la práctica de operaciones cesáreas puede tener no solo implicaciones éticas y económicas, sino también impacto en la salud de los recién nacidos y en la manera en que se relacionarán con sus madres”, afirmó al periódico Reforma (20 ene 04), la Dra. Leticia de Anda Aguilar, catedrática de ginecología y obstetricia de la facultad de medicina de la UNAM, tomando en cuenta que del 50 al 70 por ciento de los partos son por cesárea, según investigaciones recientes.

Explicó que los cambios generados en el útero por la cesárea incrementan las posibilidades de que en futuros embarazos, la placenta se adhiera a la cicatriz del útero o cambie de posición y se desprenda provocando hemorragias y abortos.

Agregó además, que la literatura médica refiere que los nacidos por cesárea pueden presentar mayores dificultades para adaptarse al ambiente lo que los lleva a presentar problemas pulmonares con la polución del DF. También se alteran las relaciones emocionales con la madre y se ha observado que los niños nacidos por cesárea, no son tan afectivos como los nacidos por vía vaginal: una cirugía implica molestias y displacer para la madre y no se da ese acercamiento.

Por otra parte el Dr. Bailón, ginecobstetra partidario de reducir la alta frecuencia de cesáreas, ha estudiado las estadísticas de los últimos 60 años y demostró la posibilidad de disminuir las cesáreas. En 1997coordinó un comité de cesáreas en un hospital particular del DF solicitando a todos los ginecólogos un detalle de las cirugías que practicaran para su ulterior revisión. En septiembre de ese año, 77 por ciento de los nacimientos fueron por cesárea, en noviembre se redujo a 57, en diciembre se desintegró el comité, y el índice de cesáreas volvió a subir al 70 por ciento actual.

       Tal parece que la cesárea es una empresa bastante productiva económicamente y es posible que esa sea la causa de la desintegración del comité de vigilancia de las cirugías. ¿Será este el caso en nuestro medio?