Estrés y diabetes.

Muchos enfermos consultan sorprendidos porque a pesar de seguir las indicaciones médicas en cuanto a la ingestión de medicamentos y de alimentos, sus cifras de azúcar siguen elevadas sin presentar los síntomas característicos de mucha orina (poliuria), mucha sed (polidipsia) o baja de peso.

Por ejemplo: una paciente se presentó a consulta con 380 mg de azúcar en sangre venosa que le habían extraído en la mañana de X día, por la tarde se presentó alarmada porque le querían aplicar insulina para normalizar esa cifra. Ella no aceptó porque se sentía bien, la noche anterior había orinado solamente una vez, no tomaba agua en exceso. Se fugó del servicio de urgencias y no aceptó el tratamiento con insulina.

Solicitó opinión referente a si era o no necesaria la insulina. Efectivamente, la paciente no tenía datos clínicos de un descontrol severo como para indicar insulina, se solicitó un destrostix, prueba rápida de azúcar, reveló 250 mg de azúcar, cifra que armonizaba con el buen estado de la paciente no obstante que tres horas antes había comido. Se aumentó la dosis del medicamento que ingería y cuatro días después su azúcar era de 170, cifra muy segura para evitar complicaciones.

¿Cómo se explican estos casos que parecen paradójicos o incongruentes?. Pueden ser varios factores que se pueden dividir en dos grupos y que pueden actuar aislados o juntos:

Primero, por parte del enfermo: que come mayor cantidad de alimentos de los necesarios, que no ingiera los medicamentos con regularidad, que exista alguna enfermedad aguda o crónica que impida un buen control del azúcar, que tome algún medicamento que interfiera con la acción de los hipoglucemiantes orales o con la insulina como algunos de los que se utilizan simultáneamente para la presión alta, que el enfermo esté excedido de peso lo que impide una acción plena de los medicamentos, que la enfermedad avanzó y el páncreas forma menos insulina y finalmente, que esté sometido a estrés por conflictos familiares, laborales, económicos o de otra índole lo que sucede con mucha frecuencia.

Segundo, con relación a defectos en la medición del azúcar por deficiente técnica en la toma de la muestra de sangre venosa, reactivos defectuosos por vencimiento o mala calidad, deficiente técnica en las etapas de la técnica de medición del azúcar en el laboratorio lo que puede resultar en datos falsos elevados que no coinciden con los datos clínicos del paciente.

Es compromiso del médico y nada más que de él, tomar en cuenta los factores antes mencionados más otros que resulten responsables y que se deben investigar con el objeto de tomar decisiones que beneficien a los enfermos.

En este caso se descubrieron varios posibles factores para explicar esta incongruencia entres los resultados de laboratorio y el estado del enfermo: la paciente estaba sometido a gran estrés familiar ya que su madre tenía dos meses postrada en cama con una trombosis cerebral, un hijo y esposo alcohólicos que “le hacen la vida de cuadritos”, según sus propias palabras y posiblemente alguna falla en la técnica de medición del azúcar realizada por la mañana ya que por la tarde sus cifras eran menores después de la ingestión de los alimentos del día y por la mañana fue en ayunas.

De haber aceptado la aplicación de la insulina es posible que haya presentado una crisis de hipoglucemia, disminución del azúcar, no menos peligrosa que una elevación. A esta enferma la salvó de una yatrogenia el hecho de que está consciente de los datos clínicos que se sienten cuando el azúcar se eleva, de otra forma aceptaría incondicionalmente la prescripción médica precipitada, sin un estudio minucioso del caso ya que la misma paciente cuestionó al médico que prescribió la insulina, porqué se la indicaba si ella se sentía bien y hasta le reclamó que si los resultados de laboratorios estuviesen bien realizados o existiría alguna falla.

Se insiste en que es de la responsabilidad del médico corroborar que haya coincidencia entre el estado del enfermo y los datos de laboratorio, de no tomar en cuenta estos se pueden cometer graves errores que pueden alterar el bienestar del paciente.