Cortisona y diabetes: una bomba.

Dentro de la responsabilidad de cualquier médico, se encuentra el conocer los efectos benéficos y nocivos de todos y cada uno de los medicamentos  que se prescriben. De no ser así, el riesgo de causar mayor daño a los enfermos aumenta considerablemente. Se falla al principio fundamental de primero no dañar. Los daños pueden ser mínimos o pueden poner en peligro la vida.

Los enfermos diabéticos, sobre todo si llevan muchos años de evolución, son muy susceptibles a complicaciones causados por medicamentos que pueden empeorar la enfermedad, ya sea porque elevan el azúcar bloqueando a los fármacos que la controlan, o por el contrario, bajándola (hipoglucemia) al aumentar la potencia de  dichos fármacos.

Uno de estos medicamentos que pueden llegar ser mortales en los diabéticos son los derivados de la cortisona o corticoides, desafortunadamente utilizados en forma indiscriminada y hasta automedicados. Para ilustrar a más de un lector diabético vale la pena narrar lo que sucedió a uno de tantos casos de  los que con mucha frecuencia se les prescriben derivados de la cortisona sin sopesar los daños que pueden producir a corto, mediano o largo plazo.

Un paciente diabético con más de 10 años de padecer la enfermedad, se presentó a consulta con dolor en hombro y brazo izquierdo que en ocasiones lo limitaba para sus labores de mecánico automotor, además dolores punzantes como piquetes de alfiler en diferentes partes del cuerpo. Fue tratado con múltiples medicinas para sus dolores, sin respuesta satisfactoria.

De entre los medicamentos que había recibido en la última semana en que consultó a un médico, tomaba tryptanol, una cada 12 horas; tegretol también 2 al día, su médico le dijo que era una neuropatía diabética la que le causaba el dolor, pero le inyectaron dos ampolletas de depomedrol intramuscular y había tomado 4 tabletas de celestone. Tres días después de ingerir estos medicamentos empeoró. Se sintió mareado, le dolía la cabeza, y aumentó la cantidad de orina. Consultó al médico nuevamente. Le encontraron la presión alta, l60/110, antes de los medicamentos era normal, de 130/80, le indicaron captopril, 2 al día, para normalizar la presión. Al día siguiente apareció tos seca, le habló por teléfono a su médico, le indicó un antibiótico, pensó en una infección de vías respiratorias. No hubo mejoría, por el contrario, seguía peor.

Se revisó su caso clínico y del análisis integral con estudios de laboratorio y gabinete se concluyó y expuso al enfermo lo siguiente:

Efectivamente, se trataba de un cuadro de neuropatía diabética, complicación crónica o a largo plazo de la diabetes que explicaba los dolores punzantes de todo el cuerpo y el dolor del brazo izquierdo que era lo que más preocupaba al enfermo, pensaba que era del corazón.

Su corazón era sano. Clínicamente no había datos para pensar en lesión de coronarias y el electrocardiograma fue normal.

La diabetes estaba descontrolada, tenía 270 de azúcar en sangre, esto causaba el aumento de orina, el decaimiento, y en parte, la falta de respuesta al tratamiento. Uno de los efectos tóxicos de los derivados de la cortisona (depomedrol y celestone) es la elevación del azúcar tanto en sujetos normales, con mayor peligro en los diabéticos. Estaba sufriendo los efectos tóxicos de estos fármacos.

La elevación de la presión arterial también se debió a los derivados de la cortisona. Otro de los efectos nocivos de estos medicamentos.

La tos que  se atribuyó a una infección de bronquios era secundaria a un efecto tóxico del captopril que indicaron para control de la presión. No había infección de vías respiratorias.

Con todo profesionalismo, se continuó con el tegretol y el tryptanol, como tratamiento para la neuropatía diabética, tanto el diagnóstico como el tratamiento eran correctos. No había razón para cambiarlos, de hacerlo, solo aumentaría el costo de la atención médica, que por cierto ya era considerable lo gastado. Sin embargo, se le hizo ver que la respuesta de estos medicamentos es lenta y que el tratamiento sería prolongado por varias semanas. Además, era necesario también controlar su diabetes, ya que el azúcar elevado disminuye la eficacia de otros medicamentos. Obviamente se le prohibió seguir tomando los derivados de la cortisona, responsables de la elevación del azúcar y de la presión arterial, se sugirió que los recordara para que de ahí en adelante tuviera cuidado de evitar en lo sucesivo la aplicación de este tipo de fármacos.

Puesto que la presión se había normalizado, se eliminó el captopril, responsable de la tos.

 Un mes después, el peligro había pasado,  su azúcar y su presión arterial se habían normalizado. Sin embargo, la neuropatía continuaba molestando aunque con menor intensidad. Continuaba con los mismos medicamentos para sus dolores.

La neuropatía diabética es una de las complicaciones menos graves de la diabetes, aunque es una de las más incómodas para el paciente y para el médico ya que el control es sumamente lento, los medicamentos no son de efecto rápido como el médico y el enfermo quisieran. La desesperación y angustia del paciente con neuropatía, puede contaminar de ansiedad y angustia al médico lo que hace que este, prescriba medicamentos de alta toxicidad, como la cortisona, a la cual se recurre frecuentemente cuando el médico en su desesperación, no tiene idea de la forma de tratamiento de determinadas complicaciones de la diabetes y de otro tipo de enfermedades.

Para algunos médicos, los derivados de la cortisona son una panacea ya que lo recetan a todo tipo de pacientes sin importar el diagnóstico ni los efectos tóxicos que son numerosos y de alto riesgo. Recurren a ellos cuando no se tiene una idea clara del diagnóstico del enfermo, “para ver si es cola y pega”. No deberían venderse sin receta ya que en el corto plazo, provocan más complicaciones graves que varios de los medicamentos sedantes que solo venden con receta debidamente autorizada.

Es recomendable que cada paciente pregunte a su médico si dentro de los medicamentos prescritos, hay derivados de la cortisona, no hacerlo, puede desencadenar serias complicaciones nocivas y costosas.