Diálisis y cálculos renales.
En ocasiones los enfermos nos cuestionan directamente solicitando nuestra opinión con relación a los tratamientos que otros colegas les indican, categóricamente preguntan si la receta esta bien o esta mal sin que medie consulta médica alguna. Esto es más frecuente con los familiares o con personas que tienen cierta amistad con los médicos.
Gran compromiso significa la respuesta, que puede ser afirmativa o descalificativa. Cualquiera que sea, no tiene fundamento profesional si no hay conocimiento del caso clínico, esto es, si no le consta al médico el posible diagnóstico. No se debe afirmar ni negar la validez del tratamiento de otro médico sin conocer al enfermo.
Hace algunos meses se presentaron a mi domicilio particular los familiares de una enferma que se encontraba hospitalizada en X institución. Estaban sumamente preocupados porque les habían planteado una diálisis peritoneal como tratamiento urgente ya que el enfermo tenía 48 horas que no orinaba absolutamente nada a pesar de que le habían colocado una sonda en la vejiga.
No tenían más información de su enfermedad, ni cual era la posible causa de su anuria (falta de orina), solo les informaron crudamente que si no aceptaba el procedimiento se moriría en poco tiempo. Así de drástico era el pronóstico.
Me solicitaron que fuese al hospital a ver a la enferma. Estas proposiciones suceden con cierta frecuencia. Aclaré que por ética profesional no es válido penetrar furtivamente a un hospital público o privado con el fin de valorar médicamente aun enfermo que está bajo la responsabilidad tácita o entendida de otros médicos y que, de no estar conformes con la atención médica que estaban recibiendo, les asiste el derecho indiscutible de solicitar su alta voluntaria y buscar otra opinión antes de aceptar tal o cual procedimiento médico diagnóstico o terapéutico si no reciben la información integral con referencia al diagnóstico, los riesgos y beneficios del tratamiento, etc.
Respetaron mi comprometida posición y finalmente sustrajeron a la paciente del nosocomio donde se encontraba. Era una mujer de unos 50 años, contaba solo con un riñón, el izquierdo, el otro lo había donado a una de sus hermanas hacia 10 años. Durante ese lapso nunca se quejó de enfermedad alguna desempeñando sus labores domésticas sin limitación alguna hasta que bruscamente se quejó de dolor de cintura intenso de predominio en el lado izquierdo que ella atribuyó a dolor de riñón único. Doce horas después se presentó al hospital, aún con el dolor intenso, sin haber orinado. La sondearon, no hubo orina en vejiga. Le hicieron estudios de sangre, probablemente urea y creatinina, le inyectaron para el dolor y 48 horas después plantearon la diálisis peritoneal mencionada, procedimiento que hace las veces del riñón artificial realizando baños abdominales para extraer los líquidos retenidos y las sustancias de desecho que normalmente se eliminan por los riñones.
La enferma tenía hinchazón de los pies, la urea de 250 y creatinina de 15 mg, palpablemente estaban muy elevadas ya que las cifras normales son no mayores de 50 y l.5 mg respectivamente. Sin embargo, la aparición brusca de dolor intenso en área renal (región lumbar) y la anuria completa (ausencia de orina) brusca sugirieron clínicamente que podría tratarse de litiasis de vías urinarias (cálculo en riñón único izquierdo) por lo que debía confirmarse esta posibilidad diagnóstica de la que dependía la decisión de dializar.
El estudio más exacto para este tipo de problemas es la urografía excretora, serie de radiografías de los riñones con material de contraste yodado que se aplica por la vena y se elimina por vía renal, dibujando riñones, uréter y vejiga. Sin embargo, cuando la urea y creatinina se encuentran elevadas la urografía esta contraindicada ya que el material de contraste no se eliminará lo que empeorara el funcionamiento y la lesión renal.
Afortunadamente se cuenta en el momento actual con el ultrasonido que, en manos de expertos en imagenología, nos puede resolver un problema diagnóstico a costo y riesgo mínimos para el enfermo y de esta forma establecer un pronóstico y tratamiento objetivo y razonable. Para fortuna de la enferma, el ultrasonido mostró que su único riñón estaba muy aumentado de volumen (nefromegalia) con dilatación del uréter, en el cual se demostró un cálculo (lito o piedra) que lo obstruía por completo. Esto explicaba el dolor, la ausencia de orina (anuria) la retención de líquidos y la elevación de urea y creatinina.
En estos casos debe indicarse tratamiento para liberar la obstrucción del uréter, causa de todo el cuadro clínico. De ninguna manera está indicada la diálisis peritoneal, a menos que no se elimine la obstrucción. Se le indicó un potente diurético por vía oral y con seis económicas tabletas, 8 horas después empezó a orinar, se destapó la obstrucción y en las siguientes 24 horas eliminó 4 litros de orina. Sin la peligrosa y costosa diálisis se resolvió dichosamente su problema agudo. Tres días después de orinar en forma normal su urea y creatinina regresaron a lo normal. La piedrilla era pequeña, lo suficiente para eliminarse.
Los cálculos en riñones son muy frecuentes, sin embargo es raro que la obstrucción aguda provoque ausencia completa de orina ya que por lo común es un solo riñón el que se obstruye. De esta forma el riñón sano cumple la función de ambos y no hay repercusiones ni en la disminución de orina ni en elevación de urea y creatinina.
Fácil es entender porque en este caso con la ausencia de un riñón, la elevación de urea y creatinina y la disminución de orina fueron tan graves que, precipitadamente se tomó la decisión de dializar sin realizar los procedimientos clínicos para establecer la causa de la urea y creatinina elevadas que se puede presentar en diversas enfermedades cuyo tratamiento obviamente es diferente para cada una de ellas.
Por esta vez se salvó.