Falsa hipertensión arterial.

Con mucha frecuencia se plantean casos clínicos de PSEUDOHIPERTENSIÓN o falsa elevación de la presión arterial como el siguiente relato:

_Doc, le traigo a mi padre para que nos determine si debe seguir tomando unos medicamentos para la presión arterial que le indicaron pero que le causan más molestias cuando los toma que si deja de tomarlos. _Expuso un hombre joven en presencia de su padre._En realidad lo llevamos con un médico para que le hiciera una revisión ya que se notaba muy decaído y en ocasiones se queja de dolor de cabeza. Él nos dice que no es nada, que está bien, pero nosotros quisimos que lo vieran, ya tiene 82 años. Trabajó mucho desde muy joven en el campo, con el azadón y el machete. Ha sido sano, no ha tenido azúcar ni se le había subido la presión arterial. Pero ahora nos dice el doctor que vimos que lo que siente es por la presión alta. Hace tres meses que lo vió, le indicó metoprolol, una tableta al día, pero le dijimos al doctor, que no le sentó porque se sintió peor, se mareaba y le aumentó el dolor de cabeza y estaba más decaído. Fuimos a ver nuevamente al doctor, dijo que la presión seguía alta. Le dijimos lo que había sucedido y le cambió el medicamento, le dio nifedipino, dos tabletas al día, pero le sucedió lo mismo y le fue peor porque le daban como bochornos con esa medicina, se ponía rojo de la cara, le dolía más la cabeza y sentía que le palpitaban las sienes. Fuimos otra vez con el doctor. Se molestaba porque le decíamos que la medicina le estaba haciendo mal. Nos dijo que debía tomar el medicamento, pero que se lo iba a cambiar, que su presión seguía alta. Le dio captopril de 25 mg, dos al día. Lo mismo, mi padre sintió lo mismo que con los otros medicamentos, pero ahora le daba tos. Fuimos con el doctor, y le dio un jarabe para la tos, que eran sus bronquios pero le dejó el mismo medicamento para la presión. No sabemos que hacer. El Dr. dijo que la medicina para la presión era de toda la vida. Se me pasaba, doctor Kiskesabe, cuando le tomaba la presión arterial yo estaba atento y vi las cifras que anotó, yo le pregunté al doctor que cuanto tenía de presión pero el nomás me decía que estaba muy alta pero las anoté, por aquí traigo el papelito. Aquí está mire. Vea a ver que opina usted.

Al fin terminó su exposición este afortunado verborreico familiar que sirvió de gran  ayuda para su padre. Me enseñó cuatro de las cifras de presión arterial: 190/85 la primera sin medicamento, 180/70, 190/65 y 200/60 en las consultas que acudió con mayores molestias y en que le cambiaron los medicamentos.

_Que bueno que logró obtener esas cifras de la presión. Ahí está la clave del problema de su padre. Creo que no padece de verdadera presión alta y no debe recibir medicamento alguno para la presión. Los medicamentos que le indicaron no los necesita y se intoxicó. Las molestias que refiere cuando los toma son los propios de los efectos nocivos o tóxicos de esos fármacos. Pero debo explorarlo para confirmar algunos detalles y estar completamente seguro de lo que pienso de su problema.

_Pero, el otro doctor me dijo que la presión arterial era muy alta y que debía tomar medicamento para toda la vida. _Insistió el hijo del enfermo, un tanto preocupado.

_Nada más permítame explorar medir la presión arterial y revisar el corazón y algunas arterias de los brazos, las piernas y las del cerebro a través de la pupila de sus ojos de su padre y enseguida le explicó mi punto de vista y ustedes van a decidir lo que harán. _Pedí al familiar.

La presión arterial efectivamente era de 190/70, 180/65, 180/70, 177/64, 173/68 en varias determinaciones en ambos brazos, sentado, con baumanómetro de mercurio (el ideal) y uno electrónico. Solo la máxima o sistólica estaba elevada, la presión mínima o diastólica siempre fue normal. En ambos pliegues del codo de los brazos claramente se observaba el latido de la arteria humeral, el cual  hacía saltar la piel en forma notoria hasta para el paciente y su observador hijo, al cual le solicité que observara este detalle clínico. La observación de las arterias de la retina a través de la pupila (fondo de ojo) mostró un estrechamiento notable de la central de la retina, rama de una de las que riegan el cerebro. Este estrechamiento sugería un endurecimiento o rigidez de todas las arterias normalmente elásticas y fáciles de comprimir con los dedos o con el brazal del aparato para medir la presión arterial lo que no se logra cuando las arterias son rígidas como las de este hombre.

Esta rigidez de las arterias impide que el brazalete de hule cierre por completo las arterias endurecidas durante la medición de la presión, por más que se aumente la presión del aparato, dando la falsa impresión de elevación de la presión arterial pues el latido de dicha arteria nunca se dejara de auscultar incluso por encima de los doscientos milímetros de presión arterial. No tomar en cuenta lo anterior puede conducir a indicar medicamentos innecesarios como sucedió a este paciente.